El origen de los pueblos de la Sierra Norte (salvo excepciones como Atienza, Sigüenza, Jadraque, Cogolludo,…) se sitúa en los siglo XII y XIII, en plena Edad Media. Las necesidades del pueblo eran muchas, y dado que el Señor y/o los corregidores del Común no vivían aquí, era la gente del lugar quien la solucionaba.
Surgieron así las “hacenderas” o “facenderas” o “cenderas” o “trabajos en vereda”, prestaciones de trabajo de carácter obligatorio y/o como pago de tributos, con las que los vecinos contribuían a obras de utilidad publica: arreglo de calles y caminos, canalizaciones, puentes, construcciones,…
Con el paso de los siglos, se eliminó el carácter obligatorio pero se conservó la tradición… hasta la despoblación masiva en los años sesenta. Las penurias y limitaciones de la sociedad, así como la solidaridad, empujaban a los vecinos a realizar estas aportaciones comunitarias. La casa del cura de Puebla de Valles, las canalizaciones de agua en Cendejas del Padrastro y Cendejas de Enmedio,… son algunos ejemplos.
Con el renacer de la Sierra en los años 80/90, se recuperó la tradición y se realizaron algunas obras encomiables de recuperación: Campillo de Ranas (la iglesia de Santa María del Vado), Retiendas (la fuente de los monjes en Bonaval), … La costumbre sigue en vigor en algunos pueblos serranos, investida de cierto aire festivo, lo que le augura una larga vigencia: el remozamiento anual de Viana de Jadraque y de Hiendelaencina, …. ¡Que cunda el ejemplo!
Lar-ami
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