Revista En Femenino

Hacer ejercicios ¿por la mañana o por la noche?

Publicado el 10 junio 2014 por Demoniatentacion
Hacer ejercicio, ¿por la mañana o por la noche? Un estudio demuestra que hacer ejercicio intenso por la noche altera los ritmos biológicos y afecta a la calidad del sueño.   Nuestro reloj interno está sincronizado con el exterior gracias a la luz, la hora de la comida y el sueño. Por lo tanto, asocia la actividad con la mañana y, al practicar deporte por la noche, el cuerpo recibe una señal contradictoria, se activa a pesar de que no haya luz.   Estas son las conclusiones de un estudio realizado por un equipo de la Universidad de Murcia en colaboración con el doctor José María Ordovás, de la Universidad de Tufts (Boston).

¿Qué ocurre al hacer ejercicio por la noche?

Cuando practicamos una actividad intensa por la noche, el cuerpo ve que no hay luz pero percibe que está muy activo y pone en funcionamiento las hormonas matutinas, lo que retrasa y dificulta el sueño.   Para llegar a esta conclusión, los investigadores reclutaron a un grupo de 21 mujeres que pertenecían al equipo de rugby de la Universidad de Murcia y que no sufrían ningún problema de salud.   Durante la primera semana salieron a correr todas juntas durante 45 minutos a las 9 de la mañana. La semana siguiente no realizaron este ejercicio, utilizando estos días para medir su ritmo circadiano normal.   La tercera semana volvieron a correr, pero esta vez a las 9 de la noche. Cada diez minutos los investigadores comprobaban la temperatura corporal de la muñeca de las corredoras.   En el cuerpo de las personas jóvenes y sanas hay una gran diferencia de temperatura entre el día y la noche: más calor de noche y más frío de día. Esto es indicador de salud circadiana. La máxima temperatura coincide con la hora de sueño más profundo, entre las 3 y las 4 de la mañana, y también se produce otro pico después de comer, asociado a la hora de la siesta.   Cuando las corredoras hacían ejercicio por la mañana, las diferencias de temperatura entre el día y la noche eran más extremas, por lo que sus ritmos circadianos mejoraban. Por el contrario, cuando se practicaba ejercicio por la noche los ritmos se “aplanaban” y el pico de sueño más profundo se retrasaba a las 6 de la mañana. Eso hacía que les costase dormirse y a la hora de levantarse estaban mucho más cansadas.

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