Hacia el canibalismo
4 de septiembre de 2015
"Un estudio demuestra que el humano tiene tasas de depredación hasta 10 veces superiores a las de los grandes carnívoros". EL PAÍS
"Cuando se dicen medias verdades, es saludable cuestionarse cosas". Sabia frase suelta
Además de gentuza reconocible al primer vistazo, también hay veganos irascibles, ecologistas destructivos, amantes de la música clásica ruidosos, hacedores de palabras sin palabra... de todo hay en la viña de Gaia. El ser humano nace, y la sociedad lo hace, aunque el aderezo no cambie el ingrediente principal si este es de mala calidad. Las personas dañinas, depredadoras, se encuentran a todos los niveles a poco que se rasque la superficie. Homo homini lupus debería ser la frase que ondease en la bandera de las Naciones Unidas.
El depredador humano, más que vestirse con piel de cordero, es un cordero con grandes dientes de lobo; una pacífica especie que degrada, corrompe, mata y posteriormente presenta estudios para explicar gráficamente sus atrocidades; hay estadísticas que demuestran nuestra responsabilidad en la gran sexta extinción, informativos para contarnos ese incendio, o aquella defunción, cumbres contra el cambio climático... información y palabras, inacción y charlatanería. El nuevo camino hacia la expiación, es la explicación.
Entre depredadores, cultos y pausados, se alimenta el debate sobre inmigrantes y refugiados, esas extrañas gentes sin tierra que viajan jugándose lo que les queda de vida. Y cuánta nausea, cuánta repulsión provoca hablar de espacio y dinero, de líneas imaginarias, de "buscar huecos", de la conveniencia de publicar u ocultar las pequeñas piernas inertes de un niño ahogado.
Los depredadores nos pastorean, y dirigen pueblos cuyas vidas hemos echado a perder por inacción, por ver con la pasividad del que contempla a una hormiga ahogándose en un charco. Seguimos los dictados y las modas, y nos asomamos con gula o desidia a otras vidas. Más que superdepredadores, seremos tertulianos caníbales. Guapos, perfectos, e informados caníbales.