En el mundo actual, el marketing y toda propuesta de mercadeo son los factores que intervienen y responden por el éxito o fracaso de cierto producto, empresa o servicio. Su realización de forma adecuada es fundamental para cumplir con los objetivos trazados tanto de la campaña como de la compañía; igualmente, las maneras de realizar dichos proyectos son bastantes gracias a la revolución mediática que vivimos hoy en día, sin necesidad de hacer grandísimas inversiones en medios como radio o televisión, sino en internet como ya expliqué en la entrega “Cómo posicionar su empresa a través de la web”. 
En esta oportunidad aprovecharé para salir de los clásicos conceptos de la academia y realizaré una crítica a las empresas que encontramos en el mercado, quienes ponen en primer lugar el dinero (y es de entender ya que es la razón de todo negocio), hasta el punto en que dejan de lado la satisfacción del cliente.
Me quiero remitir al término ‘marketing responsable’, del cual no tengo idea si ya es utilizado o a lo que realmente se refiera, con el propósito de explicar de qué manera una compañía, entidad, empresa, organización -o como se le quiera denominar al grupo de personas que ofertan productos en el mercado-, deben ser cuidadosos con lo que venden y con la atención que deben tener con el cliente, para que este quede satisfecho y no solo haga una compra ocasional, sino que se convierta en un comprador habitual.
Para entender un poco más a lo que me refiero, ejemplificaré con dos situaciones en las que se han envuelto personas cercanas a mí. En primer lugar el personaje de esta historia compró un collar para un regalo en determinada tienda juvenil; allí ofrecen desde ropa para ambos sexos, principalmente para mujer, hasta todo tipo de accesorios. El collar que este sujeto compró, por cosas del destino, no llegó a su nuevo propietario en las óptimas condiciones. Este evento no preocupó al comprador ya que con menos de 24 horas de comprado no consideraba que tuviese algún impedimento en ir a la tienda y que allí se lo cambiaran por otro que estuviera en buen estado.
Sin embargo, en la tienda aseguraron que ese tipo de artículos no tienen garantía ni generan cambio, es decir, que no dan fe de los productos que allí ofrecen por lo cual no responden por la calidad de la mercancía. Y de esa manera estaba claro en la factura de compra.
En el segundo ejemplo el sujeto compra una camiseta en la tienda online de una reconocida empresa de ropa, principalmente deportiva. Como es de esperar, el riesgo de comprar ropa en internet es que la talla no corresponda y sea necesario cambiarla; a pesar de que en la página dice que las devoluciones son totalmente gratuitas y que hacen todo lo posible para que el cliente quede satisfecho, las condiciones para esto son más minuciosas que cualquier otro contrato, condiciones que el cliente acepta al momento de efectuar la compra, y que a la luz de la ley dejan bien parados a la empresa y sin ninguna posibilidad a los clientes.
Con los anteriores casos, dejo claro cómo ciertas organizaciones exponen su imagen y la reputación que han ido creando con detalles que pueden llevarlos a crisis organizacionales, ya sea que la ley los obligue a responder correctamente o que vayan perdiendo poco a poco los clientes.
Cuando hablo de marketing responsable invito a cada una de las organizaciones que acuden al mercadeo, publicidad, o cualquier forma similar para ofertar sus productos, a que brinden a los clientes toda la seguridad necesaria para que este se sienta satisfecho, y de igual manera se convierta en un cliente frecuente.
Como dije en la primera entrega mencionada anteriormente, “cada detalle que pueda brindar de más su organización, ayudarán a que esta se ubique poco a poco por encima de la demás competencia, ya que recordemos que una excelente publicidad es la del ‘voz a voz’ y qué mejor referencia que la que pueden dar los clientes”.
