Sobre los dos autorretratos que muestro en la entrada anterior...
Durante aquellos meses conseguí llegar a pintar casi sin una intención previa, o con una intención muy borrosa, lo cual me hacía sentirme independiente de mis obras y apenas responsable de ellas, y eso, os lo aseguro, es un verdadero alivio.
Me dejaba llevar totalmente por una especie de Demiurgo que se manifestaba a través de mí.
Es la anulación del artista, del genio, en pro de la obra y del arte.
Todo esto os lo cuento porque con mis dos autorretratos, me sentí algo mentirosa: De repente había una intención: hacer una obra que se tapara a sí misma con otra o más obras nuevas.
Además del fraude de fotografiar las dos obras en distintas fases de su proceso, para que los tapados posteriores no fueran definitivos, de esta manera les fui infiel por un lado a la falta de intencionalidad y por otro a la propia intención.
He de decir, no en mi defensa, no pretendo defenderme de nada ni de nadie, que amo estas dos obras y que me alegro de poder conservar imágenes de las distintas fases por las que han pasado.