PAUL KLEE, HANS HARTUNG y MARK TOBEY. Pintores, músicos y filósofos.
Tres poetas de la línea y del color, buscadores de los universos del grafismo, la caligrafía y la experimentación.
Reflexiones acerca de la música, acuarelas, partituras y polifonías .
Amantes de la filosofía y de la música, investigadores del lenguaje pictórico con humildes materiales.
Ellos fueron trascendentes en su obra plástica, aunque vivieron al margen de las movidas artísticas. Exquisitos, refinados, austeros y silenciosos, pianistas, violinistas, compositores, los viajes a Oriente, en busca de nuevas constelaciones abstractas.
Hans Hartung, alemán, culto y refinado, después de estudiar arte y filosofía en Dresde, se trasladó a pintar a la costa Azul, experimentando con la abstracción gestual, con pinceladas rápidas y trazos musicales. Huyendo del régimen nazi se alistó en la legión extranjera y en la batalla de Belfort, en el Norte de África, perdió una pierna. Siguió pintando e investigando metódicamente, pasó varios años en Menorca, volvió a Antibes, produciendo en su estudio una obra al margen de las modas y los gustos del público. Lienzos y cartones manchados con tintas negras, grafiando ritmos gestuales con la espátula y el cepillo, movimientos musicales con gruesas brochas empastadas de pintura acrílica.Klee, nacido en Berna de padres músicos alemanes, era ya de pequeño un gran violinista. Fue a estudiar a Munich, donde conoció a Kandinsky, Franz Marc, y junto otros pintores expresionistas fundaron el grupo “Der Blaue Reiter”. Walter Gropius, fundador de la Bauhaus le llamó para impartir clases de arte y de pintura. Fue el profesor más reconocido, hasta que el nazismo cerró la escuela. Sus trabajos exploratorios de su mundo personal aluden con frecuencia a la poesía, la música y los sueños. Sus primeras acuarelas de Túnez expresan la magia y la luz del Oriente y del Mediterráneo. Exploró con un lenguaje único el mundo del surrealismo y del impresionismo. Sus mosaicos de colores, paisajes y ciudades inventadas recortadas por dameros y mosaicos de acuarela y gouache.
Mark Tobey, tras años de aprendizaje en Estados Unidos, se interesó por la caligrafía china y japonesa, por la filosofía Zen y la música oriental. Vivió en un monasterio de Kioto manejando las pinturas blancas y el témpera sobre papel. Como Paul Klee, profundizó en la utilización de materiales humildes, como la acuarela sobre papel o la témpera sobre cartón, en la búsqueda de cosmogonías y constelaciones personales. Líneas sutiles, colores desvanecidos, polifonías, acordes y partituras. Misteriosos trazos de líneas sinuosas perdidas en el lienzo de influencias orientales, elegantes manchas de gamas contenidas ejecutadas con pequeños pinceles.
Los tres fueron poetas de lo pequeño y de lo humilde, a la búsqueda de nuevas cosmogonías, refinados y alquimistas de la línea y del color, deudores de otros pintores de su tiempo, como Kandinsky, Matisse y Delaunay.
F. Cienfuegos