Acabo de terminar de ver, según escribo estas líneas, una pequeña obra de arte que me ha dejado maravillada. Una película de una hora de duración que conocí cuando salió la noticia de que mi adorada Io Sakisaka, autora de Strobe Edge (publicada por Ivrea), se iba a encargar del diseño de personajes. Si no fuese por eso, seguro que ni habría sabido de su existencia. Ahora que se ha anunciado el anime de Ao Haru Ride, no es difícil imaginarse a los protagonistas de la serie en movimiento, porque son muy parecidos a los de esta película.
Argumento: En el contexto de una sociedad tecnológicamente avanzada, los robots pueden ser programados para comportarse y parecer seres humanos.
Q-01 es un robot al que se le encarga sustituir a Hal, un joven fallecido en un accidente de avión. Su objetivo es ayudar a que Kurumi, la novia de Hal, supere su pérdida.
El robot tiene que luchar por comprender los sentimientos de Kurumi y profundizar en el pasado de Hal, así como descubrir lo que significa realmente estar vivo.
Lo primero que quiero decir es que la gran pega de esta película es su brevedad. La hora que dura se hace cortísima y te deja con ganas de haber sabido más del pasado de los protagonistas, de su relación, de ciertos secundarios y de algunos temas oscuros que sólo aparecen de pasada. No obstante, esa pega no impide que la cinta tenga un guión magníficamente llevado, con un giro de los acontecimientos que hace poner los ojos como platos y amenazar con derramar más de una lágrima.
Los guionistas juegan con los espectadores, descubriéndonos poco a poco y de forma muy fragmentada a Hal, un chico con un duro pasado, y no será hasta el final que sabremos cómo es realmente. Con sorpresa impactante por medio. Por su parte, Kurumi parece menos relevante en la trama más allá de ser la chica a la que Hal-robot debe ayudar a volver a vivir... aunque también dará una gran sorpresa.
Algo que me ha llamado la atención de la película es la ambientación y el contexto. Tenemos un robot tan avanzado que parece completamente humano, unos curiosos y pequeños aparatos que sirven de cámaras de vídeo que aparecen en medio de una sociedad totalmente contemporánea. Como si el futuro de esos elementos estuviese ya aquí. Es un contraste que me ha... impactado podría decir. Un robot al que llaman desde una casa que parece salida del periodo Edo, donde el dueño está tiñendo telas de manera tradicional. Es un choque que nada más empezar, descoloca bastante. Pero estoy divagando.
El tema de fondo que se plantea, y que ya se tiene más que visto, es el debate de los robots sustituyendo a personas. Pero también se plantea otra escalofriante posibilidad, relacionada con el pasado de Hal que no pienso descubriros, tendréis que ver la película.
Además la historia sigue un curioso hilo conductor, que son mensajes escritos en un cubo de rubik. Cada vez que Hal-robot, o la gente con la que trata (como unas simpáticas ancianitas), resuelve una cara y aparece el mensaje, puede realizar algún deseo de Kurumi o entender un poco más la historia de la pareja. Son tantos los detalles relevantes, como los botones o la jirafa que no hay nada que no esté por una razón.
En definitiva, Hal es una película que da mucho en muy poco tiempo. La recomiendo encarecidamete, ha sido una delicia visual acompañando una preciosa pero, también, dura historia. Tiene los elementos para, creo, gustar a todo el mundo ya sea por una cosa u otra, así que dadle una oportunidad. Seguro que tenéis una hora libre un día de estos y dudo que encontréis otra historia tan perfecta como ésta para rellenar ese espacio de tiempo.