El año pasado, por estas mismas fechas, ya os hablé de esta serie. Aquí os dejo la reseña. Ahora tengo que volver a hacerlo por una sencilla razón: ha sido la única serie que me ha emocionado de verdad en los últimos meses.
Y es que no sé si es saturación o que el cuerpo me pide otras cosas (leer, sobre todo) o que el C1 de inglés ha traído la galbana a mi vida seriéfila, pero me está costando, y mucho, encontrar el puntillo a toda historia por capítulos con la que me atrevo. No os digo más que me pinto las uñas durante los capítulos de Breaking Bad. Ya, ya, cómo oso. Cómo me atrevo. Sacrilegio. Pero qué queréis. Si sigo con las angustias de Walter White es solo y exclusivamente por Aaron Paul, cuyo Jessie me parece adoreibol ad infinitum.
Bueno, por eso y porque espero encontrar esa obra de arte de la que todo el mundo habla en algún momento. Sufrir una revelación. Caerme del guindo. Yo qué sé. El caso que ahí sigo, inasequible al desaliento, bostezando y apartando cutículas. Lo que ha de sufrir una.
En fin, la segunda de Halt and Catch Fire, que era lo que os venía a contar. Pues es que soy muy fan. Muy muy fan de su universo, de sus personajes, de su modo de contar las historias. De que en esta temporada el mando lo hayan tomado las mujeres, de que la veamos cuatro y sea una serie casi de culto, para frikis tecnológicos, para la última generación no nativa digital, para aquellos que recordamos lo alucinantes que eran las primeras videoconsolas, esas que tenías que hacer un máster en ingeniería para enchufarlas (a la tele, al vídeo, al euroconector, a la luz....). Para los que recordamos la primera vez que entramos en internet, con esa mezcla de fascinación y escepticismo.
Yo es que no sé qué hacéis que no la veis, en serio. EN SERIO.