Revista Libros
Mi hermano me había hablado muy bien de Charles Bukowski y de lo bien que se lo pasaba en el tren leyendo sus increíbles aventuras en El Cartero, y yo había leído a escondidas si novelita de fantasía Pulp, y como me interesaba mucho, me bajé uno PDF de su autobiografía hasta los dieciocho años, La Senda del Perdedor. Lo primero que me indignó fue que no le dejasen ser zurdo y le obligasen a cojer la cuchara con la derecha. Su padre me parecía más patético por momentos. Luego el pobre Hank (o Charles) sólo era aceptado por niños extraños y con problemas. La gente que le rodeaba era realmente siniestra, y él, pese a su corta edad, era el más cabal de todos. Pero pronto comprendería cómo acabó teniendo una vida tan desordenada. Los increíbles castigos y la tiranía de su padre, el terrible ataque de acné que le dejó la piel agujereada, sus amigos, su máquina de escribir volando por el aire... En fin, un total y absoluto realismo sucio que no deja indiferente a nadie, y menos teniendo en cuenta que gran parte de lo relatado ocurrió en realidad.