Revista Coaching

Hasta el diablo fue ángel un día

Por Junito @junito1977

25.02.2014 13:15

Hace un par de semanas me encontré con una situación bastante desagradable, de esas que te dan vergüenza ajena y te hacen pensar en cómo somos las personas de falsas. Os pongo en situación: estábamos un grupo tomando una copa de sobremesa cuando las dos personas que tenía al lado empezaron a cuchichear. Al principio no les presté atención ya que estaba metida de lleno en una charla bien interesante con una buena amiga, pero cuando ésta se fue al baño enfoqué la parabólica hacia las dos que estaban de cotilleo a ver de qué iba la cosa.

Cotilla 1: - ...pero él dice que no le interesa lo más mínimo, que sólo es una conocida y que no ha cruzado más de dos palabras con ella. Me dijo que le pareció feucha, simplorra, poco sexy y que él con una chica así ni loco.

Cotilla 2: - Pues esas "dos palabritas" que le ha soltado a tu amiga parece que le han causado sensación, porque está que se muere por sus huesos.

Cotilla 1: - Pues ya te digo yo, que lo sé de buena tinta porque él me lo ha dicho, que nada de nada, la pobre no tiene nada que hacer, pero yo no se lo voy a decir, tú me entiendes ¿verdad?

Cotilla 2: - Claro, claro. Tú en eso no te metas. Ya se caerá ella solita del burro.

Cotilla 1: - ¿Por qué tú sabes a él quién le mola de verdad? Fulanita...

Cotilla 2: - ¿Fulanita? Algo me imaginaba, porque un día, sí aquel que salimos de copas, se la encontró y como iba medio piripi no se cortó un pelo y le entró a saco.

Hasta el diablo fue ángel un día

La cosa siguió entre " Qué fuerte, tía" y " Vaya que sí que lo es" y toda la artillería de frases comodín que se usan en estas conversaciones tan sustanciosas. Por supuesto siguieron rajando de lo lindo, el tema tenía miga y se ponía interesante, pero yo opté ya por el modo off, porque me entró como un bullir de sangre que, o intentaba aplacar con un cigarro y media copa de golpe, o alguna acababa sin la mitad de su divina melena. No me voy a hacer la santurrona diciendo que yo nunca he rajado de alguien, claro que sí, y quién esté libre de pecado que tire la primera piedra, pero aquello me pareció una falta de respeto de dimensiones desproporcionadas ya que se estaban refiriendo a quienes se suponía eran amigos suyos. De los amigos se comentan las cosas, se pueden dar opiniones, pero el cotilleo con maldad sí que no.

De vuelta en el coche me puse a repasar mentalmente la situación y pensar sobre ello y encontré varias cosas que me parecieron interesantes. Primero estaba el tono de "pena" que utilizaban las dos arpías a la hora de nombrar a la pobre pava que parecía se había colgado del Don Juan. No sabían a ciencia cierta si el cuelgue era real o no, pero ya lo estaban dando por supuesto. Tanto, que ya se había encargado la Cotilla 1 en ir a preguntarle al maromo de turno si había o no había tema. Y claro, al recibir un no por repuesta vino el "momento lástima". ¿Lastima de qué? ¿Será que sólo a esa pobre chica y a mí nos ha pasado que nos rechacen en esta vida ¿Y entonces los rechazados somos objeto de que sientan lástima por nosotros?

La segunda conclusión a la que llegué es que la chica tenía suerte de que él no se fijara en ella, porque un hombre que realmente lo es, no habla jamás de una mujer así. "Feucha, simple, poco sexy". El macho que necesita excusarse detrás de esas palabras tan poco acertadas ni es hombre ni es , porque un hombre de verdad se libra de una situación tal con un simple " eso no es de tu incumbencia", pero está claro que la palabra caballerosidad y clase no tiene ni idea de lo que significan el pobre desgraciado. Así que nena de lo que te has librado, bonita.

Lo que más triste me pareció fue la falta de consideración hacía la palabra "amistad" que demostraron las dos víboras. Se suponía que estaban hablando de unos "amigos suyos", de personas que habían depositado su confianza (de forma muy poco acertada visto lo visto) en ellas y estaban tratando el tema como si fueran las contertulianas del Sálvame Deluxe. Porque algo está claro, si no tuvieron ningún pudor de rajarlo entre ellas, no lo van a tener en cascárselo a todo el que lo quiera oír, la veda ya está abierta.

La conclusión que saqué de la tarde-noche fue muy clara: ándate con ojo en quien confías y a quién le cuentas tus cosas, porque no todo el que te sonríe es amigo tuyo. Y recuerda, hasta el diablo fue ángel un día.

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