Revista Bolsa

¿Hasta qué punto es beneficiosa la innovación financiera?

Publicado el 06 octubre 2014 por Monedarota @Monedarota

La mayoría estamos de acuerdo en los beneficios que produce la innovación sobre las condiciones de vida de las personas. Hay hechos que no permiten lugar a dudas. El tratamiento contra el ébola, hoy en fase experimental, sería una importante noticia que haría caer carteles de peligro. La llegada de los teléfonos móviles, su posterior desarrollo y la reciente aparición de aplicaciones cada día más precisas, ha hecho que ya no consideremos determinadas acciones sin tener uno en el bolsillo. Ya no hay cabinas; hay móviles. Los fotógrafos, tan ocasionales y torpes como yo, no tenemos que hacernos con una cámara; tenemos el teléfono móvil. Miles de millones de personas los usan y su ampliación de funciones ha hecho que podamos ganar una batalla contra el tiempo. Acciones que en los años noventa se tardaban horas en ejecutar, ante la falta de material en un momento preciso, hoy se pueden llevar a cabo con solo deslizar el dedo por una pantalla.

Pero, como suele decirse, hay innovaciones e innovaciones. La innovación que tiene como fin la destrucción, la que puede ser usada con fines bélicos, permite una serie de consideraciones morales que hacen que haya una clara división entre partidarios y detractores. Hay innovaciones que nos catalogan en vencedores y vencidos. No todas las novedades producen el mismo tipo de consecuencias. Ahora que seguimos dando vueltas en el tornado de la crisis económica es necesario preguntarse hasta qué punto es beneficiosa la innovación financiera.

Desde que la crisis estalló, la innovación financiera se ha puesto en el punto de mira. Hace dos fines de semana leí el artículo que me ha llevado a escribir sobre ello: La innovación financiera: una visión equilibrada. Robert E. Litan reflexiona sobre la diferente concepción que tenemos entre la innovación financiera y la innovación en otras áreas. En parte, todos estos planteamientos están fundados, el dinero es el dinero y las malas prácticas, todos recordamos a Madoff, pueden hacer que terminemos con los bolsillos secos. Es importante conocer cuándo una innovación en el mundo financiero hace que estemos en una situación más favorable en comparación con antes de su aparición. No es nada fácil y suele llevar tiempo. En muchos casos, como sucedió con las subprime, no sabemos lo que está pasando en los huesos del sector financiero. El dinero fluye pero no sabemos hacia dónde. Únicamente un pequeño grupo de personas sabe su destino y en ocasiones, ¡ay! de nuevo las subprime, fallan. Cuando los fallos son generales y van desde el innovador hasta el regulador es cuando los mortales nos enteramos de que los huesos son los de un esqueleto de hombre muerto.

Robert E. Litan distingue las cuatro funciones que desempeñan las instituciones, los mercados y los instrumentos financieros:

-   proporcionar los medios de pago y de depósito de patrimonio.

-   fomentar el ahorro proporcionando medios para obtener intereses, dividentos y ganancias de capital por el dinero invertido.

-   trasferir el ahorro de residentes nacionales o extranjeros a inversiones productivas.

-   asignar los riesgos a aquellas personas más deseosas y capaces de asumirlos.

Las innovaciones que mejoran la implementación de las cuatro funciones citadas se podrían considerar como útiles. El autor evalúa algunas innovaciones que se han producido desde la década de los sesenta en base a tres elementos: el grado en que se generaliza el acceso a un servicio financiero concreto, el grado en que mejoran la utilidad y la comodidad de los usuarios y el grado en que incrementa o disminuye el PIB o la productividad. Ilustra esta evaluación en el siguiente cuadro estableciendo una calificación de – – a + + según sus efectos netos.

Efectos innovaciones financieras

Las innovaciones en materia de pagos (la introducción del cajero automático y la expansión de las tarjetas de crédito y débito) han influido positivamente en el acceso, en la comodidad y en la productividad/PIB. El uso de estos mecanismos ya depende de cada persona. Lo que está claro es que hacen más fácil las transacciones diarias y provocan un considerable ahorro de tiempo. Podemos sacar dinero del banco un sábado a las tres de la mañana para pagar la última ronda. Durante la Ley Seca en Estados Unidos hubieran matado por tener un cajero a mano.

El resto de innovaciones (en materia de ahorro, de inversión y de absorción de riesgos) comparten la influencia positiva sobre el acceso y la comodidad pero no sobre su efecto en la variación del PIB o la productividad. Las innovaciones relacionadas con el ahorro y la inversión presentan un efecto nulo sobre el crecimiento del PIB/productividad y, en algunos casos, como en las obligaciones de deuda colateral o los vehículos de inversión estructurada, han influido negativamente en su evolución.

Y es que las innovaciones más comprometidas son las que están relacionadas con la transferencia de fondos de los ahorradores a los inversores. Robert E. Litan señala que las innovaciones en materia de intermediación financiera son las más controvertidas debido al papel que tuvieron en la gestación de la crisis. La propagación de un nuevo instrumento financiero, los CDO (obligación de deuda colateral), escoltado por las hipotecas de alto riesgo (concedidas a personas con pocos ingresos con un tipo de interés bajo al principio tomando el pretexto de que el precio de la vivienda nunca baja), el uso de otra innovación reciente, las CDS (permuta de cobertura por incumplimiento crediticio), un especie de seguro contra los CDO, y el uso inadecuado de los SIV (vehículos de inversión estructurada), contribuyeron, en conjunto, a que la crisis estallase. Las innovaciones financieras hicieron que personas con escasos recursos pudieran acceder a una hipoteca pero el resultado fue catastrófico. A medio plazo muchas de esas personas perdieron su vivienda y el efecto sobre el PIB y la productividad, amplificado por la interconexión de los mercados financieros, fue negativo y aún hoy estamos pagando las consecuencias.

Pero no solo falló el mercado. Las culpas las debe repartir con una regulación ciega. Los errores de todas las partes fueron los que hicieron que las consecuencias de las innovaciones fuesen tan controvertidas. Las innovaciones financieras, debido a que afectan a algo tan marchito e importante como el dinero, se deberían cimentar, a mi juicio, sobre tres pilares. En primero lugar, todo producto financiero, esté relacionado directamente con la persona que lo contrata o indirectamente, como es el caso de la los CDO, con terceras personas, debe ser transparente. Debe de conocerse toda la información sobre el mismo: concepto, composición y funcionamiento. En segundo lugar, debe primar la simplicidad. La mayoría, aun hoy, ocho años después, no sabemos más que aspectos superficiales del funcionamiento de dichos productos. La claridad es fundamental si no queremos que las nubes acaben por cubrir aquello que inventamos. Y por último, no hay que partir de la racionalidad financiera. La racionalidad hubiera hecho que personas con bajos ingresos no se metieran en hipotecas con un tipo de interés variable que aumentaba a medida que el tiempo pasaba. La irracionalidad está unida en cierta parte con la falta de conocimientos financieros y también, vuelta a lo mismo, con la complejidad de los productos en sí. Si a esto le añadimos que además, como en el caso de las preferentes, el producto está mal explicado…ya tenemos un cóctel explosivo. Los responsables políticos, vía regulación, también tiene mucho que decir en este tema. Tienen que cumplir con sus funciones, partiendo de la independencia (palabra fácil de decir, difícil de llevar a cabo), evitando posturas electoralistas, pinchar una burbuja cuando se está empezando a hinchar suele ser igual a pérdida de votos, y evaluando determinados comportamientos irresponsables.

Es difícil que una innovación financiera sea vista de la misma forma que las innovaciones en otros campos. Lo que está claro es que deben perseguir un resultado favorable para todos los actores que estén involucrados, abriendo el mercado financiero a un mayor número de personas, incrementando la utilidad de los usuarios, y, lo que es más importante, conociendo los riesgos con el fin de intentar minimizarlos. Es interesante debatir si el mundo financiero, al igual que el científico o el tecnológico, debe seguir innovando o a si nos debemos quedar anclados en un punto conocido. Mi posición es clara. Las innovaciones deben obviar la complejidad y ser explicadas minuciosamente. Únicamente conociendo un producto podemos entender los escenarios a los que nos puede llevar (solo o en compañía de otros). En los años previos a la crisis esto no sucedió y aquí estamos…debatiendo sobre ello. 


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