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"Hay algo realmente malo en mí" - FILTH

Publicado el 09 noviembre 2014 por Callebaker @jeanne_duval
Si a estas alturas alguien todavía se sorprende por la calidad interpretativa que tiene James McAvoy es porque ha visto poco cine suyo. Es un actor que me encanta porque siempre ha demostrado ser un grandísimo actor. Si sois de los que todavía no lo tenéis muy claro, deberíais ver Filth.

McAvoy interpreta aquí a Bruce Robertson, un policía un tanto peculiar de Edimburgo. Entre sus peculiaridades tenemos esa barba descuidada y pelirroja, un acento escocés que me encanta (esto es culpa de David Tennant) y su carácter, el cual no puedo definir en una sola palabra. Pero lo voy a intentar en unas cuantas frases: su personaje es como esos baños de los bares abarrotados, en los que no sabes cómo ni por qué siempre está encharcado, huele mal y no quieres ni tocar las paredes. Sus adicciones y su mente perversa, siempre pensando en joder al prójimo o a la mujer de ese prójimo, lo llevan de las drogas blandas y sexo duro a las drogas extremas y una personalidad que se rompe al mínimo suspiro. Una mente agotada de una vida que no le propicia nada satisfactorio y por ello se sume en un bucle que ni el mismo sabe hacia donde gira, solo sabe que va hacia abajo, más abajo, más abajo... 

Entre las escenas de la fotocopiadora y unos secundarios perfectos (Jamie Bell, Eddie Marsan, Jim Broadbent, Shirley Henderson), el personaje de Robertson nos produce el mayor de los ascos. Sin embargo, si algo hace "apetitoso" un personaje como éste es observar, a través de un gran actor, como la podredumbre del ser humano se hace carne y muestra toda la miseria que un hombre es capaz de albergar en su ser. Más allá de ser una típica película sobre un personaje difícil, diría que es una de las películas más atípicas que he visto en los últimos años (ahí muy a la par con su amigo Fassbender y Frank).



Poco más tengo que decir de esta película dirigida por Jon S. Baird y basada en una novela de Irvine Welsh, mismo autor que Traispotting, cuyo nombre es una cruz en cualquier filmografía, ya que no hay ser viviente que no la vaya a comparar con la ya más que recordada cinta protagonizada por McGregor. Pero Filth no es una historia sobre un grupo de drogadictos, es más bien la historia de un hombre que suma adicciones para poder soportarse a sí mismo y que ni nosotros llegaríamos a soportar, si no fuese por el buen hacer de McAvoy. Sé que no llegará muy lejos, pero a los que nos gusta lo diferente, es una buena manera de ver cine "diferente". 
La mejor escena: el final. 

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