Revista Opinión

Hay que querer vencer

Publicado el 23 mayo 2013 por Vigilis @vigilis
Discriminación, desigualdad, marginación, desempleo, pobreza... conceptos hoy en día usados para explicar lo que no entendemos. Cada vez que una periferia de una capital occidental estalla y hay gente que se lanza a romper cosas y a matar como si estuvieran en desiertos lejanos, volvemos a mirar los datos que describen el origen de esas tragedias. Y una y otra vez cometemos los mismos errores.
Hay que querer vencer
Retrocedamos un poco en el tiempo. Japón, 1945. Creo recordar que no nos hizo falta decirles a los japoneses que nuestro problema no era con todos ellos. Y los japoneses lo entendieron. Lanzamos dos bombas atómicas sobre Japón, bombardeamos Tokio, arrasamos su país... y aún así entendieron que occidente no tenía un problema con los japoneses. Es más, después de vencerles, se pusieron manos a la obra para situar a su país en la primera división industrial, económica, cultural, educativa y productiva del mundo. ¿Tenían razones para odiar a Estados Unidos y por extensión a todo occidente? Todas las razones del mundo. ¿Estaban discriminados? Desde luego, ahí están los campos de concentración de Roosevelt. ¿Eran pobres? Con un país arrasado y sin materias primas, ya lo creo que eran pobres. ¿Tenían desempleo? Todo y más: millones de hombres desmovilizados, una sobredimensionada industria militar inútil y su economía hecha trizas. Todos los ingredientes para que los japoneses se echaran al cuello de cualquier bárbaro occidental estaban sobre la mesa. Pero no se nos echaron al cuello. Los japoneses no empezaron a poner bombas ni a prenderle fuego a los coches y a las tiendas. Hicieron justo lo contrario: un fuerte compromiso con los derechos humanos, paz y libre comercio con todas las naciones de la Tierra. Diría que no les fue nada mal si exceptuamos programas raros de su televisión.

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Toyota Corona T10 de 1957.

Acerquémonos un poco más en el tiempo y el espacio gracias al milagro de la palabra escrita y la imaginación. Un lugar como Estonia: desfiles militares, consignas en los diarios, occidente es el enemigo, occidente nos amenaza con sus misiles, el imperialismo esclaviza, occidente droga a su juventud, etc. Un país donde cuatro familias vivían en un piso de 60 metros, en el que no había sindicatos libres, ni libertad educativa. Un país al que apuntaban nuestros misiles. Cuando derribamos el muro, que yo sepa ningún estonio se confecciono un elegante chaleco de explosivo plástico y reventó ningún bus lleno de inocentes. No tuvimos que decirles a los estonios que nuestro problema no era con ellos. Es más, hoy los estonios forman parte del "nosotros".

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Hare Krishnas haciendo sus cosas en una plaza de Tallin. Pues vale.

Indefinición del enemigo, indefinición de los objetivos
Dejamos de tener un enemigo al que ponerle cara y las cosas se complicaron. Nos dicen que decir que el fanatismo religioso islámico es el enemigo de occidente es errar el tiro. Decir que no son las condiciones de insalubridad, falta de educación, desempleo, las que causan el horror sino el fanatismo, supuestamente es negar la evidencia de los científicos sociales. Esos pobres infelices que cortan cuellos y ponen bombas en carreras populares responden tan solo a que no les abrazamos lo suficiente. No les damos cariñitos.
A los japoneses no sólo no les dimos cariñitos, sino que les tiramos dos bombas nucleares encima. Pum. Pum. Si los científicos sociales de hoy en día asesoraran a Truman, el Enola Gay llevaría en su bodega de carga ositos de peluche, la guerra hubiera durado treinta años más y probablemente la hubiéramos perdido.

Hay que querer vencer

Héroes.

Insistir en que la desigualdad de ingresos, la raza, la religión o el desempleo son causa de acciones terroristas, carece de relación con lo que nos enseña la historia. No veo que los parados hagan reventar cafeterías. Tampoco veo un perfil racial en los actos terroristas. Ni están tampoco todos los musulmanes conspirando para violar a nuestras hijas y degollarlas. ¿Desigualdad de ingresos? ¿Acaso la gente con menos ingresos tiene tiempo que perder en organizar atentados? ¿Acaso los más ricos no tienen capacidad de extender el terror? No me parece que nada de esto sean cosas que expliquen los actos terroristas. Sí puede haber coincidencias circunstanciales en las estadísticas. Pero para cada coincidencia hay un atentado que la niega.
Si buscamos algún tipo de perfil en común, lo único que une a los enemigos de occidente es su odio. Un odio que no es explicado por la miseria, el desempleo o la falta de ositos de peluche. Un odio que yo creo que puede estar relacionado con dos factores: un factor reside en madrasas dirigidas por fanáticos. Otro factor es nuestra debilidad manifiesta para decir que nuestro modo de vida es el que más libertades protege, el que más potestades otorga a las minorías y donde mejor se pueden llevar a cabo los objetivos vitales de todos, sin necesidad de aplastar al vecino tan solo porque lo diga un libro con bonita caligrafía.

Hay que querer vencer

No creo que con esto ganemos.

Como con Japón o la Unión Soviética, esto sólo se acabará cuando venzamos definitivamente. Lamentablemente para vencer hace falta algo más que ositos de peluche. Pero los adoradores de los ositos de peluche nos dirán que eso es neocón, malvado, discriminatorio, racista, islamófobo y que imponerse por la fuerza sólo lleva a más lamentos. Por eso precisamente estamos perdiendo la guerra. Nos retiramos precipitadamente de países sin victorias claras y sin objetivos concretos. Coqueteamos con la teoría del dictador bueno, algo que en su momento pudo ser válido, pero que hoy, que las capacidades tecnológicas de grupos combatientes y de la seguridad oficial de esos países se igualan, no tiene mucho sentido. Coqueteamos con la teoría de que ellos mismos construyan sus sistemas parecidos a los nuestros y hay un resultado desigual. Si nos fijamos en los países que están más destrozados, podemos ver un nexo común en las libertades básicas a nivel de calle. Qué gran error empezar la casa por el tejado. Qué gran error poner a títeres y pasarles una mano de pintura a esos países. A la gente le da igual el pelele que esté en el gobierno, la gente va a misa mora y escucha salvajadas que cree que son normales (para su mundo son normales). Por mucho pelele que tengas en el gobierno, el discurso no alcanza la calle.
Expandir la democracia a base de ostias es una idea que funcionó. Pero hoy no se puede seguir exactamente la misma estrategia que en el pasado. Hoy gente que vive en la edad media tiene fusiles de asalto y cohetes escondidos en hospitales. Casi ningún ejército organizado ha vencido a grupos guerrilleros a lo largo de la historia. La aproximación debe ser otra. Sospecho que la vía de ganar la guerra es una combinación de impresionante maquinaria militar y planes educativos comprometidos en el largo plazo. Tardamos diez años en desnazificar Alemania. Y era un país casi sin analfabetos. ¿Qué tipo de "día después" habrá en los desiertos lejanos si huimos buscando un titular fácil? ¿Qué tipo de "día después" habrá en esos barrios conflictivos cuando se vaya la policía y las cámaras de televisión?
Insisto: no tuvimos que decirles a los japoneses que nuestro problema no era con ellos, sino con los criminales que les gobernaban. No tenemos que decirles a los musulmanes que nuestro problema no es con ellos, sino con los fanáticos que sólo enseñan odio. Que a nadie le quepa duda que esto se acabará cuando venzamos. Pero para eso hay que querer vencer.
Profesores del campo de refugiados de Dadaab:

Hacinamiento, carencias de todo tipo, mezcla racial, mezcla religiosa, traumas horribles de múltiples guerras... y nadie le corta el cuello a nadie. ¿Dónde está la diferencia? Ni idea, pero los profesores van detrás de cada niño y se aseguran de que todos entran a clase. Por la noche, después del cole, visitan a sus familias en sus casas y preguntan si hacen los deberes.

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