Revista Diario
Hace poco más de dos años, ante situaciones como las que he pasado últimamente (como los simulacros de separación de mi esposa, la presión en el trabajo y en la familia), seguramente me hubiera derrumbado. Ahora tengo la fuerza mental y espiritual para hacerle frente a estos problemas.
En mi caso no han sido las medicinas las que me han ayudado. He contado con la ayuda de un par de psicólogas que han hecho bien su trabajo y me han llevado a donde ahora estoy, claro, con la fuerza de voluntad y mi certeza de que puedo cambiar el estado de ánimo.
No puedo dar los nombres de las psicólogas, pero sí puedo decir que hay respuestas, que hay opciones para sentirse mejor.
Para mi ha sido muy importante hacer lo que realmente me gusta. Por eso escribo, y por eso recientemente tomé un curso para aprender más acerca de esto. Y me ayudó mucho. Me di cuenta de que sí puedo hacer algo bien, y eso aumentó mi autoestima, cosa que en las etapas de depresión ayuda mucho.
Aunque no lo practico, mis psicólogas y el doctor me dicen que hacer ejercicio es también muy bueno, dibujar, cantar, aprender un idioma nuevo, mantener la mente ocupada en las cosas que realmente nos interesan puede ayudar para salir de estos baches tan profundos en los que caemos con tanta frecuencia.
Para quienes estén en la ciudad de México, les puedo recomendar asistir al Instituto Mexicano de Psiquiatría, donde hace ya cinco años me diagnosticaron trastorno bipolar. Ahí me recetaron medicinas, y un tiempo me ayudaron, pero luego de poco más de dos años, me he dado cuenta de que para casos leves de bipolaridad, lo mejor es la terapia psicológica.
He aprendido a valorar algunas cosas que antes no entendía, como la fuerza interior que tengo y que antes me parecía tan poca cosa. Resulta que algunas palabras dichas en el momento y con la intensidad adecuada, pueden hacer que las cosas cambien.
Hace unos meses también hice un plan de vida, que mi esposa creyó necesario que hiciera. Y si bien un plan puede tener muchas entradas, salidas y cambios, hacer el ejercicio me ayudó mucho para reflexionar sobre lo que realmente quiero en la vida. Eso también me ha dado una guía, una forma de enfocar mis energías, mi pensamiento cada vez que me levanto, cada vez que entro al metro y siento el sudor ajeno, o cada vez que el jefe se enoja por culpa de otros y se desquita con el primero que se le pone enfrente.
No soy nadie para decir como tratar la bipolaridad, soy solo uno más de los millones que la sufrimos, sólo quiero seguir aportando parte de mi experiencia para ayudarme a mi mismo y a quien pase por este espacio.