Written by valedeoro // 23/02/2013 // productividad // No comments
Díselo a tu cerebro… y él lo creerá
Los primeros en utilizar esta técnica a gran escala fueron los chinos durante la segunda guerra mundial. En general, sus prisioneros americanos no fueron sometidos a torturas ni tratamientos crueles. Todo lo contrario, fueron invitados a reflexionar y a escribir. Ensayos sobre su estancia en los campos de prisioneros, cartas a sus seres queridos, concursos de cuentos personales fueron las herramientas para cambiar la mentalidad de los prisioneros. La idea básica era conseguir que los prisioneros escribieran cosas positivas sobre China o empezaran a criticar a los EEUU, aunque fuera de forma tan suave como “En EEUU no todo es tan perfecto como se dicen”. Muchos relatos fueron publicados en la revista de la prisión, se pidió a los prisioneros que leyeran sus propios escritos en la radio o en reuniones personales. Y con cada repetición, con cada palabra escrita en positivo, los prisioneros se convencieron de que la China comunista tenía sus méritos.
Aprovechando la disonancia cognitiva
La disonancia cognitiva es la situación cuando lo que dices y lo que haces no están alineados. Es una sensación incómoda y el cerebro hará todo lo posible para resolver esta disonancia: o puedes cambiar la situación, o la narrativa. Es por eso que anotar tus planes en un papel tiene tanto éxito. Si te comprometes por escrito a salir a correr tres veces por semana, hay más posibilidad de que lo consigas que si tan solo lo has dicho o pensado. La palabra por escrito pone tu cerebro en la situación de tener que admitir que o estás mintiendo, o mejor empiezas a actuar ya.
Como descubrieron los chinos, también funciona al revés, en aquellas situaciones donde lo único que puedes cambiar es tu postura ante la situación. Si acabas de perder el avión, puedes desesperarte y reprocharte a ti misma por ser tan tonta de no leer bien el horario de salida. O puedes activamente buscar cosillas positivas de la situación. No hace falta que te inventes un cuento! Escribir dos o tres aspectos en un cuaderno ya pueden ser suficiente para cambiar tu enfoque: ahora tendrás tiempo de terminar el libro que empezaste ayer. Finalmente también estás en el grupo de los que han perdido el avión alguna vez (sí, somos muchos!).
Buscando lo positivo
A nivel psicológico el cerebro ahora solo tiene una opción: aceptar que en realidad no es tan grave que hayas perdido el avión. La alternativa sería verte a ti misma como mentirosa ya que tu emoción y lo que has escrito al inicio no coinciden. Y como la emoción se puede ajustar más fácilmente que lo escrito… te calmas.