
Todavía no me puedo creer el milagro. Vosotros, mis arrebatadores, sabéis la ilusión mezclada con incredulidad que provoca conocer a un autor cuyos libros lees en la intimidad de tu hogar y tu mente. Resulta chocante entablar relación, por muy efímera que sea, en el plano de la realidad cuando todo lo que sabes de esa persona es lo que comparte contigo a través de las letras. Y con el resto del mundo, claro.







