Soy nuevo en este asunto del internet y cada día compruebo que la virtualidad nos da una brillante capacidad para ser idiotas sin que nadie lo note, porque todos andamos en lo mismo.
No quiero ser exagerado, reconozco que la mayoría andamos editando nuestro mejor perfil en la red hasta llegar a presumir lo que no somos todavía, muchos presumen hasta lo que no llegarán a ser nunca, igual sigue siendo un placer de la individualidad que a nadie le debe preocupar. El asunto que me motiva en esta ocasión es reconocer en mí mismo este tipo de comportamientos, despojarme del “somos perfectos hasta que se demuestre lo contrario” y dejar de caminar en línea recta hacia donde van todos, ¿hacia dónde?: hacia donde va Vicente.
Sin importar la edad hay una etapa que yo llamo la ‘adolescencia digital’ que se caracteriza principalmente por publicar tres libros de Paulo Coelho prorrateado en frases de 3 renglones en menos de una semana o hacer casting involuntario a la foto más “guisa” del mes. Eso sin mencionar los delirios de modelo que suscitan la combinación de una cámara digital y un baño, demasiado típico.
Desde que incursioné en el tema de la vida digital me preocupé mucho por ser organizado y aprovechar las herramientas disponibles y cada vez me dejaba inducir sin darme cuenta en el esmero por parecer “cool” en la red, ante mis amigos y el mundo, no podía ser el de menos. Desde entonces me he nombrado en la red con variedad de Alias que pretendían identificarme o por lo menos diferenciarme de la mayoría. Tanto así que en contracorriente nunca me rotulé con mi apodo de infancia, seguramente quería editar esa imagen que ya todos conocían de mi.
Hasta hace poco y convencido de que tenía más criterio ideaba cambios en mi usuario de twitter, nombres arbitrarios y aparentemente ‘originales’ como “Leo sin ‘n’”, en algún momento fui “YoLeo” hasta tal punto que en la Universidad me decían así. El menos peor de todos y supongo que el más reciente fue una corta y cómoda palabra en inglés que extraje de mi nombre de pila: Lion. Sin negar que este último me causa mucho agrado por lo breve y a futuro fácil de recordar, he decidido hacer caso a mi registro civil de nacimiento y dejarme de vainas.
Bastantes problemas le pude haber causado a mamá y papá cuando fueron a seleccionar mi nombre, discusiones e intentos de divorcio, como para andarme buscando nuevas formas, no quiero hacer como un compañero de trabajo, quien luego de 20 años de homosexualidad le salió a sus padres con la historia de que le gustaban las mujeres, ¡Cuánta decepción!