No sé cómo ha podido pasar esto… ¿y ahora qué hago? No, no, no… esto no me beneficia en absoluto. ¡He estropeado la rodilla de hermanito! Mírale, si anda dando saltos para que no le duela... Así no va a poder sacarme a la calle, ¿qué voy a hacer yo ahora? Necesito ayuda…
Ah claro, que vosotros no sabéis lo que ha pasado. Pues la historia es muy simple: a hermanito le soplas y le pasa algo. Es más pupas que yo, que ya es decir. Aunque si os digo la verdad, esta vez me siento un poco culpable. Fue con mi cabeza con lo que chocó su rodilla.
Sí, sí… cómo lo estáis leyendo. Estábamos jugando, haciendo el tonto como cualquier otro día, cuando salté desde su cama para intentar quitarle la pelota que movía con los pies, ¡y va el tonto y pone la rodilla en mi camino! ¡Me cachis en las salchichas!
Ahora lo estoy pagando. Mi penitencia es que ahora solo puedo sacarle unos pocos minutos a pasear antes de que empiece a decir que le duele mucho y que no sabe qué hacer. Yo veo su carita de dolor quiero decirle que no pasa nada, que yo voy a cuidarle… pero entonces pienso que si fuera mamá a la que sacase podríamos estar mucho más tiempo. Creo que la solución está clara. Si hermanito está roto, tengo que sacar a mamá. Por él y por ella. Seguro que el prefiere estar tumbado descansando, mientras que a ella le encanta ver cómo muevo el rabo de felicidad, aunque a veces lo disimula bien.
Pero no os penséis que soy mal hermano. Para nada. Cuando llego a casa siempre subo a la habitación de hermanito y me tumbo en mi cama. A veces creo que no me ve y por eso no deja esos montones de papeles manchados con cosas negras para venir a verme inmediatamente, por lo que tengo que gruñir un par de veces para que sepa que está aquí, y una tercera para decirle que tiene permiso para tocarme la tripota.
El final es siempre el mismo, nos tiramos en la cama y le abrazo mientras él me dice que soy el perro más bonito del mundo. Que soy el más bonito del mundo, vale, pero que no me llame perro, que eso es La Otra.
Koko
@CarBel1994