Titulada por estos lares con el ridículo título de Hechizo letal y bautizada originalmente como Cast a deadly spell, esta Tv movie propone una extraña mixtura de géneros, que como buena receta cinematográfica tiene una sólida línea argumental aderezada de no pocos elementos discordantes en el planteamiento. El film transita por la senda del cine negro más clásico, es decir detective duro, cínico, que fuma y bebe como un cosaco, que oculta un pasado como mínimo traumático, que se mete en un lío que le sobrepasa por todos los lados y que, por supuesto, el lío debe ser resuelto con la ayuda de una antigua amante, trasmutada en "femme fatale" al uso y un antiguo socio del protagonista, convertido en el malo menor del film, hasta aquí todo sería normal, ahora bien, si a este escenario se le añaden elementos como Lovecraft, el Necronomicón, los ancianos primordiales, vampiros, hombre-lobo, gárgolas vivientes, algún que otro zombie, gremlins y más parafernalia habitual en una película de género fantástico, nos encontramos delante de un film, que aunque sea sólo por su singular propuesta, ya merece un atento visionado.
La sinopsis es la siguiente: Los Angeles, año 1948, toda la ciudad y sus habitantes usan la magia y todo tipo de artes oscuras para lograr rápidamente cualquier deseo por banal que sea (por ejemplo fregar platos). En medio de este caos, H.P. Lovecraft (Fred Ward), un antiguo policía, convertido ahora en detective privado y que se niega sistemáticamente a usar la magia por "asuntos personales", recibe el encargo por parte del señor Amos Hacksaw (David Warner) de recuperar un preciado libro que necesita para realizar una extraña ceremonia al cabo de dos días. El citado libro resulta ser el Necronomicón, y su búsqueda llevará a Lovecraft a enfrentarse a antiguos enemigos, encontrarse con la mujer que lo abandonó y, por supuesto, a luchar contra una serie de manifestaciones sobrenaturales, que no le desean nada bueno, tanto física como espiritualmente.
Bueno, la premisa argumental es simple, pero la película, descontando algún que otro momento demasiado enfocado a una comedia simplona y fácil, es una sucesión de situaciones y guiños que cualquier aficionado a Lovecraft no dejará de apreciar y aplaudir. Desconociendo lo que diría el escritor ante semejante mezcla, yo me atrevo a recomendar directamente su visionado, pues tiene una particularidad esencial, según mi punto de vista: es puro cine; cine de serie B, cine lleno de tópicos, pero cine, al fin y al cabo, realizado con cariño, sinceridad y devoción hacia los dos géneros homenajeados, que sólo pretende entretener y que, efectivamente, lo consigue.
Hechizo letal fue dirigida por Martin Campbell, ahora conocido por su trabajo al frente de superproducciones como La mascara del zorro (1998) o 007: Casino Royale (2006); realizó a pesar del poco presupuesto, condicionado por ser una Tv movie, una labor sobria y efectiva que consigue eludir los peligros de tan explosiva combinación de géneros. El film es pletórico y con mucho ritmo, no dando sensación de ningún complejo a la hora de explotar toda clase de guiños, que provocan la simbiosis con el aficionado, favoreciendo con ello, el desarrollo de la trama. Los efectos especiales y visuales, propios de los noventa, son consecuentes con el estilo del film, así vemos multitud de marionetas, FX caseros pero efectivos y gran cantidad de efectos conseguidos por superposición de imágenes que dotan al producto de un encanto añejo y perfectamente degustable. Como FX a recordar es especialmentememorable la muerte de uno de los personajes que envuelto en un torbellino de miles de trozos de papel es cortado sistemáticamente por el filo de los mismos hasta su muerte, realmente una imagen poderosa.
Alexander Gruszynski ejerció de director de fotografía, películas de género como Visiones, 13 años después (Bad Dreams, 1988) o Temblores (Tremors, 1990), dan fe del buen trabajo que este artesano ha venido realizando durante su larga carrera.
Respecto al elenco de actores, descontando a los cojonudos Fred Ward y David Warner, nos encontramos a una hermosa Julianne Moore que da vida a Connie Stone, la antigua novia de Lovecraft y "femme fatale" por derecho propio, Clancy Brown es Harry Bordon, antiguo socio del protagonista y mafioso de poca monta pero con mucho éxito, consiguiendo otra de esas interpretaciones de secundario con pocos minutos pero muy bien aprovechados. Como anotación final comentar la aparición, siempre de agradecer, de Raymond O´Connor (sublime secundario en multitud de series televisivas) y de Charles Hallahan (1943-1997), actor curtido en televisión pero recordado, sobretodo, por su presencia en la maravillosa película dirigida por John Carpenter en el año 1982 titulada La cosa (The thing).
Como curiosidad comentar que en la película se bebe y se fuma mucho y este elemento es importante para mí, en estos tiempos de tanta prohibición, que raya el fascismo más recalcitrante, es obvio explicar el placer que da ver como Fred Ward y sus colegas, inmersos en una espesa niebla, sueltan sus lapidarias frases, le arrean un trago a su bourbon y encienden un cigarrillo con sumo y deleitoso placer mientras machacan a alguna criaturilla de otro mundo. Ya no se hacen películas así, pues en estos tiempos el fumar está reservado al malo de turno (malo, pero que muy malo) y el héroe es un ser positivo, concienciado y a poder ser andrógino, que huye de esos cilindros nicotínicos como Superman de la kryptonita.
El film tuvo una continuación en el año 1994 titulada El sello de Satán (Witch hunt), fue dirigida por Paul Schrader ( El beso de la pantera / Cat people, 1982) y protagonizada por Dennis Hooper, Penelope Ann Miller, Julian Sands y Eric Bogosian. La película, también realizada para televisión, es una digna continuación que sigue las mismas coordenadas estilísticas de su antecesora, de todas maneras yo prefiero la primera, pues la sorpresa argumental ya no es posible, con lo cual el efecto queda algo diluido.
Bueno ya habéis podido comprobar con lo anteriormente escrito, que la película no se anda con chiquitas, apuesta por una mezcla de géneros insólita que a priori podría ser indigesta hasta para los estómagos más curtidos pero que, curiosamente, se convierte en un entretenimiento muy digno, que funciona correctamente y que ofrece no pocos buenos momentos a los aficionados, aficionados eso sí, que tienen que afrontar el visionado, libres de todo prejuicio y estar prestos a pasar un buen rato delante de la televisión siguiendo las peripecias del intrépido detective Lovecraft.
Un saludo a todos/as.
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