Revista En Femenino

Helena Rubinstein un imperio cosmético, una mujer

Publicado el 02 abril 2012 por Carla10

” No hay mujeres feas, sólo mujeres perezosas” Helena Rubinstein.

Helena Rubinstein un imperio cosmético, una mujer


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Tal día como hoy hace 47 años fallecía Helena Rubinstein, la que fuera una de las pioneras más emblemáticas de la cosmética. Nació la Navidad de 1870, bajo el nombre de Chaja Rubinstein, en el seno de una humilde familia del gueto judío de Cracovia, Polonia. Fue la mayor de ocho hermanas y por un tiempo estudió medicina en Bélgica. Tras rechazar una propuesta de matrimonio ya pactada, sus padres decidieron enviarla a trabajar a Australia, donde viviría en una granja de ovejas con un tío materno, pero esa vida aburría a Chaja que inquieta y ávida de conocimiento ofreció su ayuda al boticario de la ciudad para crear fórmulas y ungüentos. Su madre había metido en su maleta doce tarros de crema para la piel elaborada por unos químicos amigos de la familia, Chaja hacía uso de éstas y las mujeres del pueblo se preguntaban por aquél ungüento que mantenía la tez de aquella polaca tan tersa y luminosa a pesar del árido clima australiano. Chaja consiguió la fórmula original de aquella crema hidratante inventada por los hermanos húngaros Lykusky y decidió comercializarla bajo el nombre de Valaze, llegando a alcanzar un gran éxito. El nuevo cosmético milagroso era comentado en prensa y en 1907 en una de las entrevistas que concedió Rubinstein se enamoró del periodista Edward Titus, con el que contraería matrimonio. A principios del siglo pasado la mujer comenzaba a emanciparse en Australia, por fin adquiría el derecho al voto, no eran tiempos fáciles para una mujer con un carácter no convencional.

Cuando sus cremas comienzan a tener éxito desbordada pide ayuda a los hermanos Lykusky que acuden a Australia para ayudarla. Pronto reúnen el dinero suficiente para montar su primer centro de belleza al que llaman Beauty Valaze como su afamada crema, negocio del que se encargó una de sus hermanas mientras ella viajaba por Europa para ampliar sus conocimientos sobre dermatología, química, estética y belleza. Una década más tarde inauguraría Melbourne, el primer salón de belleza de la historia. Cuando comenzó con su proyecto más allá del cuidado de la piel y las cremas, apostando por el maquillaje, fue muy criticada porque pintarse se consideraba algo frívolo, propio de prostitutas, actrices o bailarinas, pero Rubinstein siguió apostando por la seducción basándose en realzar los rasgos. Cuando corría el primer lustro del siglo lo que daba más lustro era su cuenta bancaria. Regresó a Europa y en 1908 abrió en Londres otro exitoso centro, al que seguirían una cadena de Institutos, fábricas y laboratorios de cosmética en ciudades como París, Nueva York y Tokio, extendiéndose así la firma Helena Rubinstein por todo el mundo.

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Sobre estas líneas, retrato de Helena Rubinstein por Paul César Helleu (1908)

Al comenzar la primera Guerra Mundial la familia Rubinstein se traslada a Nueva York donde encuentra como competencia a otras figuras como Charles Revson o Elizabeth Arden, arden y ardieron ambas en una competitiva guerra que mantendrían toda la vida y a lo largo de todo el mundo, ya que al llegar Rubinstein a Nueva York Elizabeth Arden decidió expandirse por Europa. Ambas contrincantes cuyas vidas paralelas habían sido muy semejantes se odiaban con un esmero poco elegante, se robaban los mejores empleados y se fastidiaban todo lo que se les ocurría, hecho que avivó la competencia y con ello el ímpetu y crecimiento de ambos imperios que compartían un éxito cruzado. A finales de los años 50 Rubinstein poseía todo un imperio industrial y financiero con más de 40.000 empleados.

El negocio Rubinstein siguió creciendo, incluso se salvó del Crak del 29, ya que lo vendió justo un año antes para volverlo a adquirir más tarde durante la Gran Depresión, convirtiéndose en una de las empresarias más ricas de la época y estableciendo sus negocios en casi una docena de ciudades norteamericanas. Un éxito que no le acompañaba en su vida conyugal, tras diecinueve años de matrimonio terminó divorciándose, pero como el rostro de una mujer no sólo se nutre de hidratantes sino también de caricias, Rubinstein se volvería a casar dos años más tarde con el príncipe georgiano Atchill Gourielli, 23 años más joven que ella.

Rubinstein reinventó y modernizó el concepto de belleza, dejando un importante legado a las mujeres con sus productos de belleza, impulsando para siempre la cosmética. Hasta entonces todas las pieles se trataban igual pero Helena Rubinstein fue la primera en diferenciar los tipos de pieles femeninas, normal, seca, grasa y mixta, estudiando un tratamiento específico para cada una. Inventó las mascarillas contra el acné que además de combatirlo embellecían, el tónico facial, la crema de noche y el maquillaje resistente al agua. Entre algunas de las innovaciones que introdujo en el mundo cosmético destaca el colorete, la base de maquillaje, la máscara para pestañas con cepillo interior, la primera máscara a prueba de agua a petición del equipo de natación sincronizada norteamericano o el lápiz de labios.

Helena Rubinstein y el Arte


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La ” Princesa Artchild Gourielle-Helena Rubinstein”, Salvador Dalí

Decía leonardo Da Vinci que la belleza perece en la vida, más es inmortal en el arte. Rubinstein luchó toda su vida por y para la belleza, tal vez por ello se enamorara del Arte, porque el ojo recibe de la belleza pintada el mismo placer que de la belleza real.

En sólo una década había pasado de ser una joven emigrante a una sofisticada y exitosa mujer de negocios. En su etapa parisina, 1912, entró en contacto por la puerta grande con el mundo del arte, de la mano de Picasso y Renoir llegó a tener una envidiada colección privada entre cuyas obra encontramos artistas como Joan Miró, Modigliani, Dalí, Renoir, Matisse, Juan Gris o George Rouault, una afición que mantuvo a lo largo de su vida. Hoy en día Helena Rubinstein da nombre al Pabellón de Arte Contemporáneo en el Museo de Arte de Tel Aviv, sala que ella misma fundó, además de crear una Fundación con base en Nueva York.

Durante su estancia en París divulgó sus productos entre los que tuvo gran éxito el lápiz labial. Promocionada por la escritora y periodista Gabrielle Colette (autora de la novela llevada al cine, Gigi) y amadrinada por personajes como la también emblemática Coco Chanel, Rubinstein era invitada a fiestas donde se codeaba con lo más selecto, imaginemos un intrigado Marcel Proust informándose sobre los trucos de maquillaje y belleza femenina, documentándose para sus siete novelas engrosadas ” En busca del tiempo perdido”. Algo que Rubinstein nunca perdió.

La ” Princesa Artchild Gourielle-Helena Rubinstein”

Rubinstein consiguió amasar una gran fortuna y como he dicho al llegar la Primera Guerra Mundial se afincó en Nueva York. Dicen que en su triplex de Park Avenue era en sí una exposición, donde podías encontrar alfombras diseñadas para ella por artistas como Miró. Casi una treitena de retratos de Helena Rubinstein fueron realizados por grandes artistas de la época. Entre ellos encontramos este retrato obra de Dalí en el que su busto aparece integrado en un acantilado, sujeto por collares y joyas, una obra basada en el mito de Andromeda, la que fuera salvada por Perseo de morir devorada por un monstruo marino. Cuando Salvador Dalí pintó este cuadro en 1943, Helena Rubinstein tenía ya 72 años pero el artista la retrata joven y con cierto parecido a Gala.  El título del cuadro, ” Princesa Artchild Gourielle-Helena Rubinstein” hace alusión al apellido del segundo marido, perteneciente a la nobleza georgiana. Como curiosidad, decir que este cuadro fue subastado por la Fundación Helena Rubinstein y adjudicado por más de dos millones y medio de dólares a un coleccionista anónimo y es que con los tiempos que corren si se es millonario se debe ser también anónimo.

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Helena Rubinstein ya convertida en mito,  fallece en 1965, cuando aún controlaba su negocio. La firma fue adquirida en 1989 por el imperio LÓréal, firma cosmética creada en 1907 por el químico francés Eugène Schueller.

Desde Carla Bulgaria Roses Beauty recordamos y rendimos homenaje a Helena Rubinstein trabajadora infatigable, fuerte, carismática y luchadora, una mujer que cambió para siempre el mundo de la belleza con sus aportaciones y en consecuencia a la auto estima y feminidad, demostrándonos que con lucha y constancia no hay fronteras para la ilusión. Es admirable que Rubinstein luchara por seguir creando belleza en un mundo hostil devastado por las guerras, demostrando que la belleza viaja en nuestro interior, aunque recorramos el mundo buscándola debemos de llevarla con nosotros para encontrarla.

Martina Bemberg

Existe una interesante biografía escrita por la periodista francesa Michèle Fitoussi, columnista de la revista Elle en Francia,  ”Helena Rubinstein: La mujer que inventó la belleza”.


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