Revista Opinión

Hembra Alfa

Publicado el 01 julio 2014 por @igarro @igarro

En zoología, se le llama “macho alfa” al líder de la manada, al que todos sus congéneres respetan por su superioridad física, intelectual o moral y tiene acceso a ciertas prebendas de índole sexual y laboral.
Hemos oído cientos de veces usar el término “macho alfa”, en un símil desacertado, para cierto tipo de hombres. Es un tema lo suficientemente trillado y del que mi desconocimiento es tal que no puedo aportar luz pues ni soy un “macho alfa” ni creo rodearme de ningún hombre que merezca tamaño calificativo.
Si me gustaría llamaros la atención sobre un espécimen cada día más presente en este nuestro tiempo y espacio: la “hembra alfa”. En un primer momento podéis pensar que se trata de la versión femenina del archiconocido “macho alfa” pero nada más lejano de la realidad.
El “macho alfa” tiene cierta querencia hacia la depilación: cejas, piernas, axilas, pecho, huevitos… absolutamente todo. Además de depilarse son auténticos expertos en el tema, si algún día me tuviese que depilar, acudiría ipso facto a un “macho alfa” antes que a una de mis amigas que se llevan depilando 20 años. Ellas llevan muchísimo más tiempo en estas lides, pero ellos aprenden rápido porque ponen todo su empeño y conocen los más nimios detalles hasta tal punto que saben cual el sistema adecuado de depilación para cada parte del cuerpo. A diferencia, la “hembra alfa” presenta poco interés por la depilación, es una estrategia de reafirmación de su condición de “hembra alfa”.
Otra diferencia muy clara es que la “hembra alfa” es un ser inteligente y culto. Puede llevarte a una conferencia de Nassim Haramein sobre la estructura del vacío en la física cuántica previo paso por la última exposición de Roy Lichtenstein que está en el Reina Sofía por muy poco tiempo y hay que aprovecharlo. Mientras tanto, lo último que ha leído el “macho alfa” es su bote de champú porque le ha dicho otro “macho alfa” en una muy animada charla en una de sus interminables sesiones de “gym” que la trietanolamina daña su preciado cuero cabelludo (pues vaya lío tener que buscar esa palabra en toda la etiqueta del champú, pensará el buen hombre).
En mi corta vida me he cruzado con muchas “hembra alfa”. Desde mi más tierna infancia he vivido con mi madre y/o mi abuela. Las dos imponían un régimen estalinista de terror con todos los varones que les rodeaban (dígase mi abuelo, padre, hermano y servidor). Según ha ido pasando el tiempo he tenido “novias alfa”, “amigas alfa” y “compañeras de trabajo alfa”. Supongo que el acontecer de los días me traerá una “mujer alfa”, “hijas alfa” y “nietas alfa”. De ahí que me considere con la suficiente autoridad moral para hacerles este pequeño homenaje – a no ser que alguna de mis “alfas” me indique sabiamente lo contrario – .
En mis primeros años de vida todas las decisiones sobre mi imagen las tomaba mi “madre alfa”: cortes de pelo, vestuario, calzado, modelo de gafas, etc. Mi padre no opinaba nada acerca de esas decisiones. Siempre creí que era por desinterés propio, pero con el paso de los años creo que lo que realmente pasaba es que a mi “madre alfa” le importaba muy poco la opinión de mi padre sobre estos temas. Con los años, y de manera inexplicable y tácita, pues nadie me pidió mi opinión al respecto, todas las decisiones al respecto de mi indumentaria las pasó a tomar una “novia alfa”. No os podría decir el momento exacto en el que hubo tal relevo, ni siquiera fui consciente de ello, fue lo que los juancarlistas tienen a bien llamar una sucesión tranquila. Mi única queja al respecto es que según cambiemos (o nos cambien, no seamos ilusos) de “novia alfa” cambian los gustos sobre vestimenta. En apenas 10 años de vida he sido rapero, surfero, skatero, grunge, punky, heavy, pijo y hipster. El único consuelo que me queda es que estaré eternamente agradecido de no haberme enamorado jamás de una “otaku alfa” o “gótica alfa”.
En cuanto al sexo solo apuntaros que una “hembra alfa” decide sobre la vida sexual de su hombre. El sexo es ninguno, escaso, poco, bastante, mucho, demasiado o una salvajada, según su criterio. Pensareis que os hablo de vuestra “pareja alfa” pero no. Una “amiga alfa” decide (en connivencia con otra “hembra alfa”) con cuál de sus amigas puedes aparearte. En estas cuestiones uno tiene poco que decir y su opinión no aporta nada. Si tu “amiga alfa” te dice: “enróllate con fulanita” más te vale hacerlo y si te dice “menganita no te conviene”, ni la mires. Mi vida sexual la podría definir con total precisión de esta manera: follo cuando una “hembra alfa” quiere y con quien una “hembra alfa” (la misma u otra) decide.
Otro rasgo diferenciador y característico de las “hembras alfa” es la simbiosis que han alcanzado con mi cerebro y estómago. Es tal el sincretismo logrado con mi organismo que en los restaurantes, tras pedir ella lo que más le gusta, pide para mí una triste y desoladora ensalada mixta y una agüita para regarla. Del postre ni hablamos, mi “hembra alfa” ha decidido hace mucho tiempo que no me gusta nada dulce ni que engorde.
En cuanto a la salud, es de gran utilidad la sabia compañía de una “hembra alfa”.  Si no estuviese rodeada por “hembras alfa” jamás sabría cuando tengo que acudir al médico. Se me antoja harto difícil saber cuándo ese lunar tiene mala pinta (por su superficie irregular, asimetría y no esfericidad, voy tomando nota de sus sabias instrucciones), tampoco recordaría que cada ciertos años tenga que ir a pasar mi periódica revisión de próstata y que un señor de bata me meta un dedo en el culo (que me quiten lo “bailao”) ni cuando ir al dentista o visitar la consulta de cualquier otra especialista del que dudo que, sin mi “hembra alfa”, sabría de su existencia.
También me facilitan mucho mi vida social liberándome de la ardua labor de decidir, de entre toda la gente que conozco, cuales son mis amigos, con quien quedo o quien no me conviene en absoluto hacerlo. Mi madre “alfa” me inculcó desde bien pequeñito que no debía ir con “malas compañías”. Nunca entendí ese concepto, todos los que me rodeaban, a su manera, me acompañaban. Hoy en día mi novia “alfa” es la que lleva mi agenda de amistades. Su sistema, he de decir que, cuando menos, es curioso porque funciona por descarte: elimina a las novias “alfa” de mis amigos con las que no congenia. Todo ante mi sorpresa y la de mi ex amigo.

ciervos

Intercambio de pareces entre mi novia alfa y la novia alfa de mi ex mejor amigo

En definitiva, queridos amigos, si nunca habéis disfrutado de la compañía de una “hembra alfa” me gustaría que sepáis que no habéis conocido la felicidad ni de lejos. Ojalá algún día encontréis una mujer culta, con personalidad y con agallas porque esa es, en definitiva, la mujer alfa que he intentado describir.


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