Cuando la mayoría de la gente jalean y justifican un asesinato extrajudicial de una persona, te das cuenta hasta que punto nuestros valores se están diluyendo.
Yo pienso que hasta el hijo de puta más aberrante de este planeta tiene derechos. Y lo pienso desde la convicción de que pensar lo contrario me acercaría mucho más a esa persona. No se crean que el asesinato de un desarmado Osama Bin Laden es el único que se justifica. Llevámos alguna década ya aguantando y haciendo oídos sordos y mirando a otro lado en el caso de secuestros, asesinatos y torturas cometidos por Estados cuya moral quedó enterrada hace rato.
Si hoy se justifica la muerte de Bin Laden, se justifica Guantánamo. Si se justifica Guantánamo se justifican los vuelos de la CIA y su impunidad para secuestrar ciudadanos europeos. Se justifica cualquier cosa en la lucha contra el terrorismo, incluso, porqué no, algún que otro golpe de estado en ciernes. Basta con etiquetarlo de terrorismo.
Todo tiene un hilo conductor que relativiza nuestras creencias. Que las devalúa. Y a partir de ahí, cuestionaremos los Derechos Humanos, cuya carta sólo será aplicada según convenga.
No se ustedes, pero a mi me parece un retroceso de siglos en la aplicación de los derechos humanos. Y precisamente, el triunfo de los terroristas.
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