"No es en el espejo donde hay que examinarse. Hombres, miraos en el papel"
Henri Michaux Octavio Paz
En 1994 escribí un artículo en la desaparecida revista Batik, sobre una exposición de Henri Michaux celebrada en el IVAM de Valencia, que en aquel momento fue la retrospectiva más importante realizada en España del pintor y poeta belga.
De hecho, está mejor considerado como poeta y escritor que no por su actividad artística, a pesar de ser uno de los más significados componentes del informalismo europeo de mediados del siglo pasado, dentro del apartado sígnico-gestual o también como exponente del tachismo.
Es uno de los preeminentes escritores de vanguardia, cuyos libros Ecuador, Un bárbaro en Asia y Conocimiento para los abismos, son sus grandes creaciones, demostrando su interés por conocer infinidad de países, sobre todo los del Extremo Oriente y América Latina, ya desde los años 20.
Henri Michaux (Namur, 1899 - París, 1984) siempre ha sido un personaje controvertido, tanto en su vertiente literaria como en su devenir plástico. No obstante, su trayectoria se ha mantenido fiel a sus principios. Tenía una fuerte personalidad y era muy introvertido, añorando en ocasiones sus planteamientos e ideas teológicas.
Desde muy joven se sintió interesado por la literatura, aunque empezó estudiando medicina, estudios que abandonó pronto para enrolarse en la marina mercante, viajando a Brasil y Argentina. En 1922 empieza a escribir gracias a la influencia que le ejerció Isodore Ducasse, más conocido por Conde de Lautréamont.
Alfredo Gangotena, uno de los mejores de su generación en París. El resultado de esa visita fue el libro Ecuador Journal de voyage. Los dos años siguientes viaja a Turquía, Italia y el norte de África, y en 1931 al continente asiático: India, Indonesia y China. De estas experiencias surgirá Un bárbaro en Asia, publicado en 1937.
Su primera exposición de dibujos fue en 1937, concretamente en la Galerie de la Pléiade de París. No será hasta 1943 que se inicia en la técnica del frottage, que ya había empleado con anterioridad y con notable acierto Max Ernst. En 1950 efectúa su primera exposición en los Estados Unidos. Cuatro años más tarde experimenta con la mescalina bajo supervisión médica, droga que provocará en el artista un estado excitación y emoción que será trascendental en su obra.
La influencia surrealista ha sido constante en su trabajo, destacando sobremanera Max Ernst y Paul Klee. El mundo onírico o el automatismo psíquico los ha aplicado desde una óptica muy personal, en donde los alucinógenos, como la mescalina, ha provocado que en su mente aparecieran imágenes fantasmagóricas o de elementos mitológicos. Maria LLuïsa Borrás veía en su obra plástica que "expresa un mundo paralelo al de su poesía y tiene como objeto descubrir "un espacio y un horizonte interior" sin que el pintor no se convierta jamás en mero ilustrador del poeta".
Juan Manuel Bonet, gran conocedor de su obra que en 2006 ya comisarió Icebergs en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Se trataba de la primera retrospectiva celebrada en la ciudad en un espacio privado, ya que las anteriores fueron en espacios públicos, como por ejemplo la que se llevó a cabo en 1998 en el centro Tecla Sala de Hospitalet de Llobregat, comisariada por Victoria Combalía, y titulada Henri Michaux. Dibujos mescalínicos.
Al principio de la exposición Henri Michaux. À la nuit sans limites, hay la escultura de Apel·les Fenosa, Tête d'Henri Michaux (1949), que forma parte de la otra exposición que se celebra en la galería dedicada al escultor catalán. En la localidad tarraconense de El Vendrell existe una Fundación que lleva su nombre, cerca de donde se encuentra la Casa-Museo del violonchelista Pau Casals.
La pieza más antigua de la exposición es el gouche y pastel sobre papel negro Sans titre (1937), que forma parte de la serie Fond noire. De la misma época es el pequeño óleo Sans titre (1939), en el que se aprecian dos personajes y que es la única obra figurativa que existe en la muestra. Hay dos dibujos de 1944, sin título, en los que ya se percibe la idea de esquematizar los personajes o elementos que aparecen.
Mouvement, correspondiente a los años 1950-51, surgen unas formas en movimiento, lo que demuestra su acercamiento al informalismo sígnico. Se trata de personajes separados entre sí o muy unidos, unos encima de otros. Vuelve a la idea inicial de lo primitivo. Su editor René Bertelé señala de estas aguadas y tintas que "la velocidad, el azar y el automatismo son aquí las únicas causas, el único designio es el hacer surgir el caudal impaciente de alguna profunda capa interior". Como se observa, se trata de una demostración tácita de la irrupción del informalismo englobado desde la tendencia sígnico-gestual. En este mismo periodo publica el libro Mouvements.
De la época de la mescalina hay diversas piezas, entre ellas la tinta sobre papel Sans titre (1960), en que se adivina un cierto horror vacui compositivo, dejando apenas un ligero resquicio en el papel.
Hay varios libros en los que aparecen sus conclusiones sobre estos experimentos: Misérable Miracle (1956), L'infini turbulent (1957) i Paix dans les brisements (1959). El artista plástico, escritor y autor de happenings Jean-Jacques Lebel señalaba que Michaux "no buscaba el arte, quería convertir su cuerpo en un laboratorio humano. Estas obras están en la frontera entre la ciencia neurológica y las artes plásticas, la lingüística y la poesía. Aristóteles dijo que pensamos por imágenes, lo que le interesa a Michaux es el proceso de nacimiento de estas imágenes".
De finales de los 60 y 70, hay un grupo de acrílicos y acuarelas sobre papel donde surge el Michaux más detallista y pulcro, de un preciosismo exagerado. Llena el papel con minúsculas formas serpenteantes y helicoidales, dispuestas aleatoriamente que para el ojo humano recuerdan a un paisaje urbano a vista de pájaro, tal como se puede observar en varias obras que llevan el mismo título.
En 1967 incorpora a su producción artística el acrílico que, junto con el óleo, empleará habitualmente, sin menoscabo de la acuarela y la tinta china, aunque el soporte seguirá siendo el papel. Ambas técnicas le ofrecen una textura diferente, obteniendo unos resultados más acordes a sus planteamientos estéticos, que se vuelven más agresivos y violentos. Los fondos son oscuros y reforma el hilo de las formas pseudo-humanas, o sea, rostros deformes y desfigurados.
Posiblemente Michaux sea el artista menos conocido dentro del espectro informalista, pero no por desconocimiento o infravaloración de los historiadores o críticos de arte, sino que su labor literaria está por encima cualitativamente respecto de la pintura. Michaux ha aportado al mundo de las letras una original manera de escribir, gracias a sus vivencias personales obtenidas durante sus largos y extensos viajes alrededor del planeta.
El propio MIchaux advierte refiriéndose a la relación entre su pintura llena de signos y la escritura que "...por un tiempo soñé, sin obtener resultados serios, buscar una lengua universal. Traté de inventar unos caracteres claros para todos sin pasar por la palabra. Pero no resultó nada...Excepto un carácter nunca bastante diferente del otro". Este lenguaje lo solemos percibir en el arte conceptual, pero sin palabras, ni signos, solamente por las ideas.
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