Durante miles de años, otros tantos miles de plantas han sido empleadas para combatir las dolencias que han aquejado a la humanidad. El uso de éstas para contrarrestar todo tipo de afectaciones al organismo, está presente en todas las culturas del mundo, muchísimo tiempo antes de que se tenga memoria escrita.
A pesar de que la medicina convencional – que ha basado el desarrollo de sus medicamentos en los conocimientos sobre las plantas – nos ha invadido con una inmensidad de productos, marcas y ofertas que prometen aliviar nuestras dolencias, aún es común que en cada casa, ante cualquier quejido, se enarbole una voz con experiencia que sugiera: “para ese dolorcito, tómate un tecito de…”
También está sumamente arraigada la costumbre de recurrir a los viejos mercados para abastecerse de estas proveedoras de alivio, donde ahora estos predecesores de los consultorios médicos comparten espacio con la medicina naturista y los productos esotéricos.
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Sin embargo, vagando por el laberinto del Mercado Arroyo de la Plata, instalado en las entrañas de esta ciudad capital, aún se pueden encontrar un par de locales que ofrecen al doliente una selva de productos para casi todo tipo de padecimientos.
- Un tecito con hierba de la víbora para mitigar los padecimientos de las vías respiratorias; corteza del árbol cuachalalate – proveniente de los estados de Michoacán, Guerrero, Puebla y Oaxaca – principalmente para los pulmones, y gordolobo, epazote, cedrón y caña fístula para la tos.
- Toronjil, la simpática flor de manita y la hierba de San Juan para “el corazón” y los efectos de la depresión; una infusión de tila, hojas de zapote blanco y siete azahares – toronjil, zapote blanco, flor de manita, valeriana, hoja de naranja, azahar y tila – para la presión y los nervios.
- Manzanilla para mitigar los cólicos; mientras que la cancerina combate la infección en las vías urinarias; salvia y esculcona para el dolor de estómago, diarrea o empacho y para cuidar el embarazo.
- Cola de caballo para aliviar el riñón; corteza de cuachalalá en agua para la gastritis; hierbaniz para “el aire”, y árnica para lo inflamado y las heridas.
- Zarzaparrilla y hojas de nogal para purificar la sangre, mientras las Lágrimas de San Pedro y el huereque cuidan la diabetes…por sólo hacer algunas sugerencias de las múltiples capacidades que poseen cada una de éstas y otras plantas que cohabitan almacenadas en tan reducidos espacios de este mercado.
A pesar de los sucesivos avances de la ciencia y la farmacéutica, aún se dejan ver algunos compradores de hierbas que se aferran a mantener viva esta milenaria costumbre. Las sugerencias de las madres, abuelas y otras voces del pasado siguen haciendo eco en nuestros días.
La cuestión es que además de dar continuidad a tradición tan arraigada en nuestro país, gracias sobre todo a la herencia prehispánica, esta práctica constituye una opción real ante lo inalcanzable de los precios que ostentan los medicamentos promovidos por la medicina convencional.
Mientras algunos pretenden sustituir la visita a los consultorios médicos – a pesar de que el costo de éstos se ofrezca más baratos cada vez – por los consejos que “las hierberas” puedan ofrecerles respecto a sus dolencias, éstas tienen claro que su papel no es suplantar al “doctor”.
Si bien, doña Rosa María Saldívar, con un historial de 40 años en la venta de plantas medicinales, y Patricia Fonseca, compañera de su madre con 30 años en esta venta, son consultadas constantemente sobre qué “yerbita” se puede tomar para el dolorcito tal, ambas coinciden en que nunca han pretendido sustituir el diagnóstico médico, sino que saben que la función de la planta es auxiliar.
“Yo lo que le recomiendo a la gente es que cuando vienen a comprar plantas ya sepan lo que tienes. Vienen diciéndome que les duele tal parte, y yo les dijo que vayan con un doctor para que los revisen y sepan qué es y puedan tomar algo que de verdad les ayude. Si ya saben cuál es la enfermedad, entonces ya les recomendamos qué plantas pueden tomar”.
Una vez que se cuenta con el diagnóstico, Patricia Fonseca menciona que los resultados obtenidos mediante la utilización de tratamientos con plantas son muy buenos, pues gran cantidad de personas ha podido evitar cirugías gracias a los efectos medicinales de las hierbas empleadas.
Para ambas, “los tecitos” son herramientas complementarios a los tratamientos determinados por la medicina convencional mientras no exista alguna contraindicación. Además de la costumbre, reconocen que recurrir a las plantas medicinales es “la” opción para muchas personas; los costos de los medicamentos refuerzan la tradición de recurrir a éstas para aliviar el dolor, pues a lo más que llegan los tratamientos o “compuestos” medicinales hasta con ocho plantas es a costar 20 pesos.
Otra de las ventajas de utilizarlas, destaca Patricia Fonseca, es que las plantas no tienen contraindicaciones “el medicamento te ayuda, pero tomas para una cosa y te afecta otra, las plantas no, aunque es muy lenta va eliminando poco a poco la enfermedad de raíz”.
Entre los padecimientos más comunes, los varones recurren a la compra de Cola de caballo para el dolor en los riñones, mientras las mujeres también solicitan unas porciones de ésta o de Cancerina, Chaya, Palo azul y Palo tres costillas, además de Chivo de mar para la infección en las vías urinarias.
A diferencia de la medicina naturista, que puede adquirirse en tabletas, pomadas y otras presentaciones, Patricia Fonseca destaca que la relación con la compra de plantas aún permite darse “tiempito” para aliviar los dolores mediante la preparación de un te.
Con todo, a pesar de que es notable la asistencia – a pesar de que va en detrimento – de personas de escasos recursos económicos, de vez en cuando se dejan ver algunos otros que optan por evitar las contraindicaciones de los medicamentos y darle paso a las bondades de la madre naturaleza.
Y la medicina convencional
A pesar de que tanto doña Rosa María Saldívar como Patricia Fonseca han adquirido conocimientos sobre las propiedades de las plantas mediante su uso, además de reforzarlos con otros obtenidos en libros sobre el tema, la medicina convencional reconoce a la naturopatía – uso de productos naturales para el tratamiento de enfermedades – pero sólo como un complemento en limitadas ocasiones.
Mientras quienes se dedican a la venta de hierbas para combatir algunas enfermedades recomiendan su uso como complemento a las recetas médica, sólo 5 por ciento de los galenos abre la gama de posibilidades a la implementación de los tratamientos herbolarios, de acuerdo con la proyección de William Humberto Ortiz Briseño, presidente del Colegio de Médicos en el estado.
“Son muy pocos aquéllos que aplican la herbolaria a los tratamientos básicos, aunque algunos sí ven como complemento la implementación de la medicina alternativa como es la acupuntura, la naturopatía, la homeopatía y otras, que son utilizadas en cierto tipo de terapias y algunas en enfermedades”.
Los conocimientos adquiridos durante la cantidad de años que se pasan los ojos sobre los libros de Medicina Humana y otras tantas horas aprendiendo los efectos de los medicamentos promovidos por ésta, permiten a los profesionales reconocer y promover aunque – en bajo porcentaje – la utilización de las plantas medicinales.
La implementación de este recurso milenario es para Ortiz Briseño más un resultado de la tradición que consecuencia de las características económicas de los usuarios, por ello, insiste en la importancia de que las personas no se auto mediquen o recurran a otras que carecen del conocimiento básico sobre el proceder de los padecimientos, si bien las molestias nos obliguen a apelar a cualquier alternativa con tal de eliminar nuestras molestias.
Vía » NTR Zacatecas