Uno es preso, o rehén, de los años en que nació y de todo lo que le rodeaba en aquella época.
Los nacidos a mediados/finales de los cincuenta en España, queramos o no, llevamos una gran herencia adquirida a través de los cuentos, comics serían ahora, de la Editorial Bruguera, como el DDT, o el Tío Vivo, y sus criadas con cofia, o los entrañables cacos con antifaz y bola.
Aparte de que uno, este vecino del mundo, se lo pasa muy bien, quizás, imaginándose por ejemplo a Don Rodrigo Rato, con ropa de preso a rayas y sombrero de fieltro verde, al estilo de “La Escopeta Nacional”, crea un mundo, virtual, más justo en el que cada uno tiene lo que se merece.
Eso sí, también se sufre, porque cada vez hay más carpantas, provenientes del célebre Carpanta, del maestro Escobar, para los que el verdadero paraíso sería tener un muslo de pollo y dormir debajo de un puente.
Hemos avanzado mucho, para de alguna manera, volver a ciertos aires del pasado. Nunca es más verdad aquello de que “vuelven los tiempos de Carpanta”, o los herederos, aunque con mucha gomina, trajes carísimos y demasiada mala leche, del caco Bonifacio.*DIBUJO: EL CACO BONIFACIO, DE ENRICH