Atravesamos algunos de los poéticos cigarrales que cercan a la imperial ciudad prestándola una alfombra de deslumbrante verdor, amenísimos sitios donde se recreaban y escribían algunos de nuestros más distinguidos literatos antiguos, y nos aventuramos por la margen encantada y florida del Tajo, que se desliza tranquilo y majestuoso por aquel punto, fecundando con sus aguas frondosos huertos y extendidos valles, y sirviendo de motor a las máquinas de la tan renombrada fábrica de armas.¡Cuánto partido podía sacarse en Toledo de este hermoso caudal de aguas que corre besando los muros de la ciudad, sirviendo ahora sólo para el riego y moviendo cuatro molinos microscópicos!
Impresiones de un viaje a Toledo. Publicado en El Museo Universal (1 marzo 1863)