Revista Cultura y Ocio

Héroes anónimos

Publicado el 15 febrero 2014 por Soniavaliente @soniavaliente_

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Viendo la gala de los Goya se enterneció. No sólo por la reacción de Terele Pávez, que también, sino por las palabras de agradecimiento de absolutamente todos los premiados. Empezando por las del mejor actor revelación, Javier Pereira, que ya hacía presagiar que sería una gala larga. Larguísima, como todas. Pero intensa y emotiva. Se emociona con esas cosas, ya ven. Con que la gente se quiera. Y que se dediquen los premios a los padres, a la pareja, a los hijos. A los amigos. Es un sentimiento universal. Y todos lloran. Recordar a quien le ha hecho a uno ser quien es, a quien uno ama. Le parece lo más bello de cualquier premio. Como el final de Cinema Paradiso. Descarga emocional pura. En vena y en serie.

Héroes anónimos

Los cineastas y los actores cuentan historias, nos acercan a mundos próximos o imaginados. Ése es su don. Y su obligación. Con subvención o sin ella, siempre habrá historias que merezcan ser contadas. Historias de héroes anónimos, de perdedores, como dice David Trueba, que pasaron a la historia sin saber que lo estaban haciendo. Como las maestras de la República, con ese premio a la memoria, a las familias y a la dignidad, con el reconocimiento de mejor documental. O con los seis cabezones que se llevó “Vivir es fácil con los ojos cerrados”.

Inspirada en la historia real de un héroe anónimo, Juan Carrión, un profesor de inglés de Albacete que, en 1966, se empeñó en conocer personalmente a John Lennon que estaba rodando en España “Cómo gané la guerra”, de Richard Lester.  Y todo porque enseñaba inglés a sus alumnos con las letras de los Beatles. Juan Carrión ahora tiene 89 años y era el hombre menudo de ojos minúsculos sentado junto al equipo de la película en la ceremonia de entrega. Se emociona sólo con pensarlo. “Vivir es fácil con los ojos cerrados”, a pesar de sus 6 Goyas, fue un desastre en la taquilla. Espera que su reestreno resarza a la película y a la memoria de todas esas personas, docentes, que, a pesar de los recortes, educan a ciudadanos cada vez más libres. Y dejan huella. En la pantalla. O fuera de ella.


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