Revista Sociedad
Hezbollah: Tres ejércitos en uno
Publicado el 26 febrero 2015 por Antonio Fernández Reyes @tonyfdezryesSegún se menciona en el documento “LaNueva Guerra Híbrida: Un someto Análisis Estratégico” del Instituto Español de Estudios Estratégicos: La OTAN, en la declaración emitida tras la Cumbre de Cardiff (Gales, 4-5 de septiembre de 2004) menciona expresamente el término “hybrid warfare threaths” e “hybrid threats” en diferentes epígrafes. En dicho documento se expresa la necesidad poder hacer frente a este tipo de retos, para lo cual, se señala, la Alianza necesita poseer las herramientas y procedimientos necesarios para disuadir y responder de manera efectiva a estas amenazas, así como las capacidades para reforzar a las fuerzas de cada nación. Como en otras muchas ocasiones, tras cada acción la reacción incluye una revisión y replanteamiento de formas, procedimientos, estructuras… El debate está abierto y las opiniones y posiciones son muy variadas… Se considera como hito de “nacimiento” de la guerra híbrida el conflicto que en 2006 enfrentó a Israel y Hezbollah, guerra en la cual esta formación islámica no pudo ser derrotada –o salió vencedora, según sean las fuentes consultadas- frente a las poderosas y bien adiestradas Fuerzas de Defensa Israelíes (FDI). En dicha guerra, Hezbollah empleo una mezcla de milicianos, fuerzas con adiestramiento especial, equipos de misiles contracarro, inteligencia de señales, empleo táctico y operacional de fuego de cohetes, vehículos aéreos no tripulados (UAV,s) y misiles antibuque, siendo equipo y armamento de última generación en muchos casos. Ante esta realidad, los líderes de la milicia chií describen a sus fuerzas como un cruce entre un ejército y una guerrilla, y consideran que han desarrollado un nuevo modelo. Lo “nuevo” siempre vende.
Después de la emboscada tendida por Hezbolá a una patrulla israelí, en represalia por un ataque aéreo que mató a seis de sus miembros a finales de enero, su líder, Hassan Nasralá, declaró que “la resistencia no se siente ya concernida por reglas de enfrentamiento y tenemos el derecho a enfrentarnos al enemigo en todo momento y de escoger el lugar o la manera que nos convenga”.
Esta declaración refleja la naturaleza híbrida de la estructura militar del grupo libanés y da testimonio de la facilidad y la agilidad con las cuales él puede moverse entre las diferentes formas de guerra irregular, mientras mantiene al mismo tiempo la apariencia de una fuerza militar convencional.
La guerra híbrida designa las operaciones complejas, las pequeñas guerras o la guerra irregular. Se trata de un término que incluye el despliegue combinado de tácticas de guerra irregulares y convencionales de una forma integrada y coordinada.
El término engloba elementos que van desde tácticas y formaciones irregulares hasta ataques puntuales y otras actividades. Contrariamente a la guerra asimétrica o de guerrillas, la guerra híbrida es dirigida y coordinada a nivel operativo durante la batalla. Necesita un mando y una estructura de control central (y un grado de organización) que la mayor parte de actores no estatales no tienen. En este marco, la guerra híbrida utiliza todas las astucias disponibles en los libros y tácticas y tecnologías nuevas e inesperadas. Como opción táctica, este tipo de guerra no está solamente limitado a actores no estatales o débiles, y no es una novedad en sí misma.
De la guerra civil a una fuerza de resistencia
Hezbolá nació en 1985 en tanto que milicia típica enfrascada en una guerra asimétrica. Él evolucionó, sin embargo, con el paso del tiempo y se convirtió en una organización capaz de llevar a cabo varios tipos de guerra. Durante la guerra civil libanesa, cuando formaba parte de los numerosos grupos de milicias del país, Hezbolá lleovó a cabo la mayor parte de atentados suicidas y ataques frontales contra las fuerzas occidentales e israelíes: dos métodos que, militarmente, no son ni sofisticados ni eficaces.
Una fuerza más clasica
Una vez que Hezbolá se convirtió en una resistencia oficial en el Líbano contra la ocupación israelí en 1990, sus tácticas comenzaron a cambiar ligeramente. Él se apoyó en métodos asimétricos de guerra, pero mantuvo al mismo tiempo algunos elementos clásicos de territorialidad en su teatro de operaciones.
El grupo shií atacaba las posiciones israelíes en el área de seguridad –una franja de territorio libanés ocupada por Israel hasta 2000 como una zona colchón contra la infiltración- y a continuación se retiraba hacia los pueblos vecinos para diluirse entre la población civil. En respuesta a todo ataque israelí más allá de la zona colchón, Hezbolá lanzaba cohetes katiusha sobre Israel en el marco de lo que Nasralá calificó de “política de represalia”.
Hezbolá empleó esta táctica cada vez que creía que Israel infringia la regla no escrita de no usar la violencia en este escenario específico.
El hecho de que el grupo se adhiriera a las fronteras geográficas muestra que, en su segunda fase como fuerza de resistencia, Hezbolá comenzó a adoptar una postura más clásica. Igualmente, el movimiento rechazó ciertas tácticas de guerra, absteniéndose, por ejemplo, de enviar a combatientes a Israel para perpetrar atentados allí, como había hecho la Organización para la Liberación de Palestina.
La sorpresa híbrida de 2006
La evolución silenciosa de Hezbolá de una fuerza de guerrilla a un actor más clásico pasó desapercibida y no se hizo evidente hasta la guerra de 34 días con Israel en 2006. La organización puso en práctica tácticas y capacidades mucho más allá de lo que se esperaba. A continuación, pasó a desarrollar la guerra híbrida. Después de la invasión israelí, Hezbolá explotó plenamente el terreno rocoso y accidentado del Líbano, que es ideal para el movimiento ágil de tropas y una pesadilla para las maniobras de vehículos blindados. Él hizo uso igualmente de pueblos elevados, fácilmente defendibles y que ofrecen campos excelentes de tiro y están habitados por residentes simpatizantes con su causa.
El grupo mezcló también tácticas avanzadas en el campo de batalla con armas pesadas tales como cohetes, misiles tierra-tierra y misiles antitanques, antiaéreos y antibuque y colocó minas en las rutas utilizadas por los tanques israelíes. A pesar de ser numéricamente inferiores, sus unidades tenían una fuerte cohesión, estaban bien formadas, disciplinadas y versadas en la forma de mantener el terreno.
Siendo capaces de mantener el contacto con la cadena de mando gracias a un sistema de comunicación complejo, las defensas tácticas de Hezbolá, en forma de erizo, fueron empleadas con éxito, es decir, adoptando una postura defensiva con búnkers fortificados del mismo modo que haria una fuerza regular.
A lo largo del conflicto, Hezbolá continuó lanzando cohetes contra Israel utilizando sus lanzaderas ocultas (incluso detrás de las líneas enemigas) en el marco de su acción estratégica. Ninguna de estas tácticas son características de las fuerzas guerrilleras, que se apoyan generalmente en métodos que se concentran en lugares poblados a fin de ocultarse. Esencialmente, Hezbolá tomó a Israel por sorpresa, puesto que actuó de una forma no adoptada anteriormente ni por los actores irregulares ni por los estatales.
El capítulo sirio
Gracias a su implicación en la guerra civil siria, Hezbolá entró en una nueva fase militar: de entonces en adelante, él se bate contra los grupos rebeldes al lado de las fuerzas regulares del régimen de Assad. Las capacidades híbridas de Hezbolá entraron en juego aquí también con su infantería, sus unidades de reconocimiento y sus equipos de tiradores de élite como complemento del Ejército sirio. Él fue igualmente encargado de la formación de milicias gubernamentales sirias y de ayudarlas a mantener los territorios conquistados, en especial en las zonas residenciales. Este elemento urbano es también un signo de evolución de una fuerza habituada a los combates en las zonas rurales del Sur del Líbano.
Sus habilidades recién adquiridas han sido particularmente visibles en la ofensiva de Al Qussair, una localidad cercana a la frontera sirio-libanesa. No sólo Hezbolá planificó y llevó a cabo la ofensiva, sino que lo hizo de una manera militar convencional. La ciudad fue rodeada y luego sometida a ataques de artillería y bombardeos aéreos sirios.
Fue sólo después que las fuerzas terrestres de Hezbolá, que operan en unidades del tamaño de un centenar de hombres, entraron en la ciudad para eliminar a los combatientes enemigos, bloque por bloque. Durante el ataque, él atribuyó nombres codificados a los lugares y objetivos, permitiendo así una comunicación no cifrada rápida.
En consecuencia, Hezbolá se ha transformado en Siria de una fuerza de combate asimétrica en una fuerza urbana clásica. Esto prueba de nuevo su extraordinaria adaptabilidad en términos operativos.
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