Os cuento que hace un par de semanas, huyendo de las manidas canciones del verano me encontré en Bandcamp con una agradable sorpresa llamada HIELO EN VARSOVIA: una banda originada en Madrid allá por el 2010 que está integrada por Buddy a la batería y voz; Ki al teclado, voz e ilustraciones; y por Beatriz Vaca Campayo (ya conocida anteriormente por su proyecto personal Narcoléptica) a las guitarras, loops, pedales y demás cacharros que tan bien maneja.
De primeras, me llamó mucho la atención el hecho de que entre la formación en trío no se contara con la presencia de un bajo eléctrico, pero tras buscar material sonoro suyo caí en la cuenta que la idea funcionaba bastante bien cuando se llevaba a la práctica.
No os miento si digo que no han parado de sonar en mi equipo de música desde que me topé con ellos, y mira por dónde qué suerte, tocaban ayer en La Faena II, un sitio auténtico y especial que más que un bar o una simple sala de conciertos es "...un refugio creado para que músicos, promotores y oyentes podamos disfrutar de la música en directo..." Suena prometedor, y así es.
Hielo En Varsovia.
¿Y que todavía no os he dicho cuáles son las referencias musicales de esta banda? Pues por algo será, porque la verdad que me parecen tan amplias y especiales que no sabría por dónde empezar. Tras escuchar tranquilamente su primer álbum hay rastros de Post-Rock (aquí ya discutimos en su día el dichoso término), de rollete Gótico (por los ambientes sombríos que recrean sus canciones) e incluso un poquito de Punk (aunque sólo sea por esa forma que tienen de cantar tan rabiosa e ininteligible, repleta de ecos y efectos, que hacen que las voces se confundan y mezclen con el resto de los instrumentos).
Para que os hagáis una idea, la gente de Hielo en Varsovia puede sonar como a Bauhaus, Joy Division, Sonic Youth, The Horrors (no me preguntéis que de cuál disco) o como una banda nacional que ya pasó por aquí en su día, los zaragozanos Kyoto.Esa mezcla de lo frágil con lo agresivo (ayer mis tímpanos dieron fe de ello) genera una especie de tensión sonora tan sugerente y atractiva que hace que al final la escucha del disco se nos pase volando, en un santiamén:
“…Si me deseas, vas a sufrir.Muerdo la mano que se acerca a mi.Bajo mi ternura, sangra la locura.Soy un animal herido, huye de mi…”
En fin, todo un batiburrillo generado a base de muros de acordes, distorsiones, ritmos maquinales y oscuros teclados que da como resultado una especie de maravillosa Psicodelia moderna que gracias a canciones como la instrumental "Los Jueces de Israel", nos lleva de viaje por extraños paisajes en el que todo es cristal de cuarzo, melancolía y frío, mucho frío. Paisajes sonoros que idóneos para ser escuchados durante esas grises tardes de otoño e invierno, acurrucados en la cama y con la manta echada, como debe ser.
Ahora me los voy a poner un ratito más, a vuestra salud.