Artículo Narrativo No.015 –27 de mayo de 2023
Por Kominsky*
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La historia de nuestro continente, puede ser interpretada mediante un texto o bien pueden ser comprendida a través del testimonio de sus protagonistas, directos o indirectos.
La escritora e historiadora Laurence Debray, hija del filósofo e intelectual francés Régis Debray y la historiadora y antropóloga venezolana Elizabeth Burgos, es protagonista tanto directa como indirecta de un período prolífico en la historia política de finales del siglo pasado.
Sus padres, adhirieron mediante su lucha y compromiso, a importantes causas en Bolivia, Venezuela, Chile y Cuba, tanto en períodos revolucionarios como en relevantes metamorfosis políticas.
En Hija de Revolucionarios (Editorial Anagrama, 2018), Laurence Debray narra en primera persona una semblanza del recorrido de sus padres como parte activa en tales acontecimientos, a la vez que describe su propia vida desde la visión de una niña en medio del movimiento, o como ella se inclina en precisar, “una observadora que se vale de ese privilegio”.
Este título ha sido galardonado con el “Prix du Livre Politique”, el “Prix des Députés” y el “Prix Étudiant du Livre Politique-France Culture”, siendo el resultado de un largo período de introspección y ejercicio de la memoria.
-Ya han pasado 5 años desde la edición del libro, la perspectiva del tiempo suele ofrecer mayores elementos para el análisis a las reacciones, y de cierta manera lograr establecer la distancia o la cercanía entre la motivación y la consecuencia, que en este caso es la asimilación de quienes lo han leído. ¿Cuál es su reflexión luego de este tiempo transcurrido?
-Cuando escribí este libro era primero para mis hijos, para que sepan de dónde vienen y no ocurra lo que definitivamente me ocurrió a mi, necesitaba descifrar para mí y para ellos, mis raíces.
Luego, la recepción de mis padres, les hice leer el manuscrito antes de ser publicado, lo cual consideraba normal, necesitaba asegurarme que no tomaran mi historia como un ejercicio contra ellos sino sobre ellos. La visión de mi generación hacia la que le precedía.
Lógicamente no tenemos los mismos valores, no compartimos las mismas vidas, no sufrimos las mismas luchas políticas. Frente a esto, la recepción fue algo compleja, en todo momento dialogamos con mi padre a través de libros, como lo cuento en el prólogo, mi padre editó “La República explicada a mi hija” y yo escribí una biografía sobre el Rey de España. Como no nos comunicábamos bien en lo oral, pensaba que a través de un libro íbamos a poder discutir mejor, y no fue así.
– ¿Qué sucedió con los lectores fuera de su vínculo familiar?
La recepción del público fue muy diferente en Francia y en otros lugares del mundo. Francia fue el primer lugar en abrir el diálogo crítico de una generación anterior, como los mitos del Mayo del ’68, la revolución cubana, esa visión romántica que persiste, la cual yo necesitaba expresar -por ejemplo- que el Che no es solo una imagen sobre una camiseta, y esa es la realidad que yo entendí y a la vez cuestiono.
– ¿Y América Latina?
-Cuando tuve la oportunidad de presentarlo en varias ferias del libro del continente, fue muy interesante porque hablé con una generación de niños y adolescentes, a los cuales mencioné de manera irónica y con humor que íbamos a abrir un club de hijos de revolucionarios, pero claro al yo vivir en Europa tengo una protección diferente a ellos que lo han vivido de una manera más carnal y directa.
En definitiva, mi idea era desmitificar, deconstruir, para poder entender dónde estamos y de dónde venimos, y me parecía fundamental saber dónde están ubicadas nuestras raíces, de donde vienen los combates y también las desviaciones de América Latina hoy en día. Por ejemplo, puedo deconstruir la figura del Che, puedo cuestionar, pero también puedo decir que no era un hombre corrupto como en la actualidad lo son muchos en América Latina. El Che, sigue siendo un hombre de valores, en los cuales uno puede no estar de acuerdo con él, pero existe un respeto, vivieron de manera digna y eso hoy por hoy no se ve en la región. Necesitaba cuestionar, ¿Qué pasó?, ¿Qué nos ha pasado?, ya que nuestros padres sufrieron la cárcel, la muerte, muchos han perdido todo, por ejemplo, hay una generación que se perdió en la guerrilla, y esto me parecía importarte abordarlo.
-Si este ejercicio narrativo lo hubiese abordado una tercera persona, tomando los hechos de manera independiente a las partes. ¿Considera que el resultado se hubiese asemejado al que usted logro?
-Mi punto de vista fue muy familiar, es una hija que cuestiona a sus padres, que fue educada también con ciertos valores y una “overture d’esprit” -apertura intelectual, de espíritu-, que me dieron ellos para hacerles estas preguntas y salir de este casco ideológico.
Por esta razón yo no sé cómo una tercera persona, que no ha vivido las consecuencias del compromiso político que tuvieron mis padres, las consecuencias en lo cotidiano y en la forma de ser educada, lo hubiese analizado de manera diferente, porque al final el historiador no es una persona neutral, aunque intenta tener una perspectiva objetiva, científica, pero al final somos humanos y tenemos nuestras propias desviaciones y nuestros propios valores.
Este libro es, ante todo un ejercicio de memoria familiar que por naturaleza comprende una historia política de la segunda mitad del siglo XX.
Yo lo interpreto más como una niña que hace preguntas a sus padres antes que una encuesta sobre la guerrilla en América Latina.
-En muchos pasajes del libro hace énfasis en la palabra “dignidad”. ¿Qué lugar ocupa ese concepto en su historia familiar?
-La dignidad toca un tema fundamental que es la coherencia, por ejemplo, en los pensamientos y en la manera de llevar su propia vida, la cual hace tanta falta hoy a muchos políticos no solo en la región que más describo sino también en el mundo.
Es por eso que considero la dignidad como un valor que no se realza en la actualidad, se ha perdido mucho, y está basada en la honestidad, grandes gestos y valores. Estaba pensando en George Washington y los fundadores de Estados Unidos, donde luego de 2 mandatos logrados por unanimidad y ya con la clara posibilidad de un tercero, se negó manifestando que volvía a su hogar para dejar su lugar a otros gobernantes.
Estos son grandes gestos que ilustran una forma de dignidad y es para mí la cohesión entre valores y actitud personal. Esto se ha perdido, los jóvenes hoy en día en su preocupación ecológica tratan de tener una vida más coherente y tienen acciones en consecuencia para lograr ese fin, viajan menos, dan la importancia necesaria a la clasificación de deshechos entre otras iniciativas. Eso es coherencia, ese sentido de la responsabilidad y sobre todo no engañar, por esa razón no adhieren a los líderes de sesgo comunista que en realidad su objetivo es distraer al pueblo, a los lectores, a los consumidores de noticias, donde es también engañarse a sí mismos, no ver la realidad y no decir la verdad. Esto último, la verdad, puede ser lo más difícil en la esfera política, porque es impopular.
-¿Cómo lo vincula a su historia?
En mi caso, a través de mis padres y sus ejemplos, quizás no los entiendo del todo, algunas personas pensaron que los criticaba, ya que los cuestionaba, pero lo que veo es un elemento común entre ellos y toda una generación, como un homenaje a aquella época a través de la importancia de la dignidad.
-Ligado a su razonamiento, usted describe decisiones de sus padres, las cuales fácilmente podrían haber tomado el camino más fácil y abandonar lo ideales por una comodidad y confort que al final anularían su prédica.
-Vivían de manera coherente y yo puedo decir libremente que mis padres nunca fueron corruptos ni buscaron privilegios, no cambiaron su rumbo ante la seducción de los palacios y todo lo que el poder ofrece.
Por ejemplo, en Cuba, en su cercanía con Fidel Castro, demostraron ser personas desinteresadas ante esas comodidades, no pensaban en sus propios intereses personales, es más sacrificaron su pareja en favor de la causa política. Eso lo he vivido yo, y es la parte más triste y dolorosa del compromiso político.
Cuando mi padre es encarcelado en Bolivia, su actitud y sus entrevistas eran muy dignas, una persona que está siendo torturada y vive en esas condiciones de precariedad, donde uno padece y es humano, era muy natural quebrarse, pero la actitud que él asumió, muy rígido a pesar de que lo amenazaba la muerte, nunca cedió en desmedro de su dignidad.
Yo no creo que, en una situación similar, pudiese lograr la misma fortaleza sicológica que tuvieron ellos, había una cierta mística, una religión, que yo no tengo y tampoco creo que la próxima generación la tendrá.
Yendo a su rol en la historia, lo cual sería imposible abarcar en su totalidad en una entrevista, quisiera indagar sobre sus lecturas, las cuales tienen un papel preponderante en el libro.
-Yo hice muchas lecturas históricas, necesitaba estar preparada y tener muchos datos de esa época, y al mismo tiempo en lo que refiere al estilo para escribir un libro de esta índole, no encontré o quizás no supe buscar alguno que luego me inspirara. Hay un detalle que creo no mencionar en el libro, y está relacionado a que siempre he leído mucha literatura. Mi patria no es Francia, pero si es la literatura clásica francesa. Desde muy pequeña, para mi ha significado un refugio, lo cual me ha marcado, y por esa razón, quería colocar algo de literatura en este libro, porque es mi patria y quiero pertenecer a ella.
-En diferentes entrevistas usted se define como una “privilegiada observadora”, haciendo alusión al rol que supo asumir frente a lo que sucedía a su alrededor.
Hoy con el devenir del tiempo y lo que ello significa, ¿Qué valoración hace en referencia a la región, a la cual sus padres se involucraron ideológica y humanamente?
-Bueno, lo de Cuba es muy complejo, la problemática comienza mucho antes, desde la independencia de la isla, y la mayoría de estos problemas no han encontrado una solución definitiva.
En la actualidad no estoy muy involucrada en ello y en lo que está sucediendo, por lo cual no puedo catalogar o precisar si hay más o menos oposición. Los Castro, la familia de Fidel, aun controla la isla como si fueran terratenientes, es una apropiación del país, y cada vez que hay movimientos opuestos, tienen mecanismos muy efectivos para aislarlos, exiliarlos o encarcelarlos.
Esto puede durar aún mucho tiempo, pero lo que he notado, a través de la canción “Patria o Vida”, es que esta movilización hizo mucho daño en muy poco tiempo, hablando en términos de perjuicio al régimen. O sea que ya los códigos del siglo XXI, ya sea mediante internet o las diferentes tecnologías, pueden hacer mucho para cuestionar un régimen que aún tiene los métodos del siglo XX.
Nota: El valor de la lectura, sin prejuicios ni suspicacias, adentrarse a un mundo hasta el momento ignorado, nos ofrece posibilidades infinitas, las cuales no acaban en la última página del libro que escogemos. La lectura abre un tercer camino, el de la interpretación, el del significado.
El verbo revelar denota la acción de poner al descubierto lo desconocido, mientras que rebelar designa la acción de sublevarse, homónimos homófonos que, con la simple alteración de una letra, nos lleva a destinos completamente opuestos.
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