Ojalá el día que leas este escrito digas , pero mamá que equivocada estabas. Ojalá.
Créeme, nada me agradaría más que equivocarme cariño. Nada me haría más dichosa que saber que hemos aniquilado al veneno que mataba, que hemos neutralizado el odio que tanto dañaba y tantas vidas destrozaba. Nada me alegraría tanto como saber que vas a crecer en una sociedad libre de comportamientos sexistas, machistas, misóginos y violentos.
Pero mucho me temo mi vida que no va a ser así, que vas a vivir en la misma sociedad patriarcal y violenta en la que yo he vivido.
Como mujer he tenido que soportar cosas que no deberían suceder, algunas verdaderamente graves pero no es ni momento ni lugar para hablar de ellas. Y como yo, miles y millones de mujeres de este mundo. Incluso algunas; muchas ; no tienen ya voz porque se la arrebataron.
Mi niña, mi tesoro, sé que no puedo impedir lo irremediable. No pretendo jugar a dioses ni obrar milagros. Pero ello no me impide que cumpla con la obligación de dotarte de todas las herramientas y conocimientos posibles para que combatas con firmeza estas injusticias, para que no te dejes llevar por el desaliento y la impotencia, y para que sientas el poder dentro de ti en todos los momentos de tu vida. Se fuerte, no temas tener miedo pero no sucumbas a él. Tienes que saber que por el simple hecho de ser mujer vas a experimentar sucesos injustos y desagradables y por supuesto conocerás otros muchos que te harán rabiar, enfadar, llorar, gritar y pelear; si pelear sin violencia , como realmente se combaten las batallas sociales.
Tienes que saber que la violencia de género es como el tabaco, ¡ mata! ; que la violencia de género es como las adicciones , destroza y arruina vidas y familias enteras. Debes saber que el hombre que intenta imponer su palabra y su voluntad por medio de la violencia no es un hombre sino un cobarde ser miserable. Debes saber que el hombre que hace daño a quien más debería amar y proteger no es digno de llamarse padre sino cruel asesino.
Te voy a mostrar una de las caras más oscuras del ser humano cariño, conocerás las historias más tristes y lamentables que como sociedad producimos prácticamente a diario. Tranquila, el ser humano también es bondadoso y escribe historias bonitas y amables. La diferencia entre unos y otros reside en su corazón, y te voy a enseñar a distinguirlos.
Todos estos desgarradores sucesos de los que aquí hablo , se describen perfectamente con una lamentable realidad: la violencia y su cultura.
Escucha mi amor todo lo que voy a contar aquí, porque así podrás saber que sucede si ves o vives algo similar, podrás repeler con más seguridad y firmeza las conductas que no te respeten como ser humano y como mujer, y podrás aportar tu trabajo y brindar tu apoyo a las mujeres y a la sociedad. Porque en vosotros los niños se encuentra la semilla de la esperanza, de que esto deje de ser una triste y tétrica realidad. Eso sí, somos nosotros los adultos los encargados de regar esa semilla para que brote sana y fuerte.
Cuando hablo de cultura de la violencia me refiero al contexto sociocultural que normaliza, trivializa e incluso promueve directa e indirectamente el uso de la violencia en las relaciones humanas. Este es el caldo de cultivo perfecto para que arraigen y se extiendan comportamientos y pensamientos violentos y peligrosos. Así mismo lo reflejan los datos de diferentes organismos , por ejemplo INJUVE, IAM o la Oficina del Defensor del Pueblo: la violencia en sus diferentes manifestaciones es un grave problema social con una preocupante tendencia al aumento progresivo de los casos.
Ya sea el acoso escolar o bullyng, la xenofobia, la homofobia, la intolerancia a la diversidad , el odio a lo " diferente" , o el sexismo y la violencia de género ; todos estos fenómenos están por desgracia en auge. Todos éstos lamentables sucesos tienen el común denominador de la cultura violenta , en la que se acepta la violencia como medio legítimo para resolver los conflictos .
La OMS define la violencia como el "uso intencional de la fuerza física o el poder contra uno mismo , hacia otras personas, grupos o comunidades; y que tiene como consecuencias probables lesiones físicas, daños psicológicos , alteraciones del desarrollo , abandono e incluso la muerte."
Hoy quiero centrarme en la violencia que mata mujeres y niños, que destroza autoestimas, que ningunea a seres humanos, que somete a la dictadura del miedo, que borra identidades, que despedaza familias y que impone su voluntad y su aparente fuerza. Hoy quiero centrarme en la violencia de género , un problema social y de salud pública de primer orden.
Distintas definiciones pueden llevar a la confusión o incluso malinterpretación de lo que realmente se entiende por violencia de género. Así pues , se habla indistintamente de violencia familiar o doméstica , violencia en la pareja y violencia machista o de género.
La violencia doméstica o familiar engloba las diferentes manifestaciones de agresiones ( físicas, psicológicas, sexuales, o de otra índole) que son infringidas por personas del medio familiar y se dirigen hacia otros miembros de la unidad familiar, generalmente personas vulnerables como ancianos, personas en situación de dependencia o menores. Cuando esa misma violencia se infringe sobre la mujer, ya sea en el marco de una relación de pareja o no , entonces nos encontramos ante un caso de violencia de género.
La etiología de la violencia de género es compleja y multicausal. Son muchos los factores que forman la ecuación y no siempre se responde a los mismos patrones. Como problema social , su análisis debe realizarse de manera pormenorizada e individualizada , si bien hay variables socioculturales comunes que están presentes en todas las manifestaciones violentas hacia la mujer , y que me dispongo a analizar a continuación.
Negar que en las últimas décadas hemos logrado importantísimos avances en lo que a igualdad de sexos y reconocimiento social de la violencia de género ; así como a la necesidad de atajar con firmeza las conductas violentas y sexistas ; sería faltar a la verdad.
Pero , y he aquí lo duro, mucho mucho muchísimo queda por hacer y por conquistar. Mucho falta por luchar y muchas barreras quedan por derribar. En primer lugar , deberíamos aceptar que las entrañas de muchas instituciones del Estado aún conservan un rancio aroma a machismo, sexismo e incluso misoginia. Y en segundo lugar , aceptemos que la sociedad y todos los agentes sociales que la componen muestran en numerosas ocasiones claros indicios de una actitud hipócrita y bipolar ante esta noble causa; promoviendo acciones a favor de la lucha contra la violencia y discriminación hacia la mujer y a su vez , permitiendo manifestaciones que supongan un claro menosprecio hacia la igualdad y el respeto hacia ella.
A nivel individual , todavía son visibles los pensamientos , conductas y situaciones ancladas en la tradición y cultura machista del pasado , y peor aún , se siguen transmitiendo de generación a generación.
Por ejemplo , la justificación y la tolerancia de la violencia masculina; incluso por las mismas mujeres ; es una abrupta manifestación de este fenómeno paradójico. También lo es la diferente forma de dirigirse a los hijos en cuanto a límites , normas y conductas , en función de su sexo. Tristemente , se insiste en alertar a las jóvenes para que tengan cuidado y "no se expongan" a ser víctimas de agresiones , pero ese padre o madre que alecciona a su hija es incapaz de decirle a su hijo que a las mujeres hay que respetarlas siempre bajo cualquier circunstancia , independientemente de cómo van vestidas , del lugar por el que transitan o el estado en el que se encuentren. Y esto , por fortuna no es algo general en los hogares españoles , pero sucede mucho más de lo que debería. La relación de desigual posición de la mujer tanto en las relaciones personales como sociales es una muestra clara de que pesa muy mucho la cultura del patriarcado en nuestra sociedad.
Si a todo lo anterior le añadimos el importante papel que juega la cultura de la violencia , como decía anteriormente , el resultado no es muy esperanzador.
LA PERSONA QUE SUFRE Y PADECE VIOLENCIA DE GÉNERO
No me quiero referir a ellas como víctimas porque no creo que sea un concepto respetuoso con el proceso de empoderamiento. Prefiero llamarlas personas que han padecido violencia.
Lejos de establecer estáticos perfiles criminológicos desde la victimología, es preciso apuntar que la violencia de género se produce en cualquier clase social , en todas las culturas y en cualquier grupo de edad. Si bien pueden confluir diversos factores de vulnerabilidad que faciliten la existencia y más aún; la permanencia de situaciones de violencia de género ;no soy nada amiga de establecer perfiles desde el determinismo social. Por ejemplo, el abuso de sustancias, la baja autoestima, la dependencia emocional o la dependencia económica , pueden ser circunstancias que existan y de alguna forma obstaculicen o impidan el proceso de empoderamiento, pero víctima de violencia de género puede ser cualquier mujer. La variable del género es la única determinante.
Y no, no la sufren porque quieren, la sufren porque las circunstancias las convierten en seres vulnerables, dañados, rotos, perdidos y errantes. Y sobre todo, la sufren porque existe una persona que ejerce la violencia sobre ellas, aprovechando esas circunstancias y otros factores que coayudan a estas conductas. No traslademos la responsabilidad a quien padece la violencia porque con esa actitud estaremos maltratando y culpabilizando a una persona inocente a la que hay que apoyar y empoderar para ayudarle a escapar de las garras de su verdugo. El único responsable es el que decide golpear, humillar, insultar, menospreciar, violar; el que usa la fuerza y la violencia física, psicológica o sexual para mantener a flote su exanime e insegura personalidad y autoestima.
Cuando se produce un episodio de violencia de género en el ámbito de una pareja, la mujer padece un estado de shock y un trastorno de estrés postraumático que le acompañará durante unos cuantos meses, o incluso años. Y así , puede comenzar , o no, lo que Leonor Walker denominó ciclo de la violencia , con sus tres fases: acumulación de la tensión, fase de agresión y fase de reconciliación o luna de miel.
Hay casos en los que los episodios violentos y la instauración del ciclo de violencia son lo normal, pero también hay muchos casos en los que se dan episodios violentos sin que se llegue a establecer esa dinámica, rompiendo con ella. En los primeros, la persona que padece violencia puede estar usando la negación como mecanismo de defensa, o puede ser presa de su dependencia emocional o económica. Quizás sea el miedo a las represalias contra ella o sus hij@s y familiares lo que le lleve a permanecer en una situación de indefensión y sumisión; o puede sentir culpa o vergüenza y tener una sensación de fracaso personal. Sea como fuere, la situación psicológica de la mujer y la falta o no de apoyo familiar, social y económico son determinantes para poner fin a esos episodios violentos y evitar que el ciclo de la violencia vaya destrozando progresivamente su autoestima, su fuerza y su vida.
Hija, sí en alguna ocasión estás frente a una mujer que ha sufrido maltrato o abusos de cualquier tipo, no cometas el error de culpabilizarla por no huir, por " consentir", por no defenderse. Practica la empatia y la aceptación, no juzgues y ponte de verdad en sus zapatos. Por complicado que parezca, terminarás comprendiendo que esa persona no puede o no sabe huir, defenderse y ponerse a salvo. No la juzgues, escúchala y tiéndele la mano.
Hija, si no fueras mujer podrías caminar tranquilamente por la calle a cualquier hora sin temor, si no fueras mujer accederias a los puestos de trabajo sin tener que demostrar mucho más tu valía y tu salario no sería inferior. Si no fueras mujer no te verías obligada a dejar de trabajar para cuidar a una persona dependiente, si no fueras mujer no serías tratada como mercancía para satisfacer los deseos y fantasias sexuales de cientos de hombres, si no fueras mujer no hubieras estado obligada durante tantos años a permanecer en un matrimonio tormentoso, a callar y aguantar lo que tu marido diga o haga aunque suponga una continua humillación. Así ha sido y así sigue siendo, lo único que te coloca en esta infausta posición es tu género.
Como ves cariño, puedes sufrir violencia de género de la mano del hombre con el que convives todos los días, el que dice quererte y respetarte; como también puede ser un hombre desconocido con el que te cruzas en un momento dado. Puedes experimentar acoso y abuso por parte de personas conocidas y también desconocidas, puedes sentir la discriminación en distintos lugares públicos y privados porque la violencia de género no es un asunto del ámbito privado y personal. Está extendida a todos los niveles; personal, social, laboral, económico, institucional...
Que no te lien mi niña, quien te quiere no te hará llorar. Quien te quiera y se interese por ti respetará tu aspecto físico, tus gustos, tus pensamientos, tus inquietudes, tus deseos y tus decisiones.
MAMA, Y LOS HOMBRES QUE PADECEN VIOLENCIA DE MANOS DE LAS MUJERES
Pues estos casos existen, sí. No son muy numerosos en comparación con las mujeres pero están ahí. Por supuesto que las mentes retorcidas, malévolas y despiadadas de algunas mujeres existen. La psicopatía no discrimina en función del sexo, pero ni de lejos el hombre está sometido a un sistema social y cultural opresor. No es una violencia ligada al género.
El hombre no sufre discriminación por su sexo, no se le atribuye un papel secundario en la vida social, no debe demostrar sus cualidades profesionales con más empeño para lograr puestos de trabajo de gran responsabilidad, no va a cobrar menos por el mismo trabajo, no va a caminar por la calle temeroso de que alguna mujer pueda asaltarle para hacerle daño, no debe dejar de trabajar para hacerse cargo de las personas dependientes del hogar y cumplir así con las expectativas sociales.
El número de víctimas mortales ni por asomo puede compararse porque la diferencia es abrumadora. Violencia física como tal no se han descrito prácticamente casos, y de violencia sexual no hay rastro.
En cuanto a casos de violencia psicológica se da más a nivel de conflictos parentales y procesos de separación o divorcio conflictivos en los que utilizan los hijos como herramientas de tortura.
Que no te lien mi amor. Los hombres también sufren situaciones injustas y dolorosas, por supuesto. Pero nada tienen que ver con la violencia de género, su condición de hombres no los coloca en una posición subordinada.
PERO AHORA LA SOCIEDAD ESTÁ MÁS CONCIENCIADA, MAMA
Sí cariño, así es. Pero es un lastre tan grande y pesado que mucho me temo que han de pasar muchos años para erradicar los tentáculos del patriarcado.
Como te decía más arriba, se han ganado muchas batallas pero ni por asomo la guerra. Desde las luchas y conquistas de finales del siglo XIX y principios del siglo XX llevadas a cabo por Concepción Arenal , Emilia Pardo Bazán , Clara Campoamor, Margarita Nelken , Victoria Kent y Carmen de Burgos, entre otras; hasta los recientes reconocimientos y cambios legales en nuestro país.
Todo este incansable trabajo ha dado sus frutos y debemos continuar en este cometido y seguir el camino que otr@s comenzaron. Es una misión muy costosa, un trabajo arduo en muchas ocasiones e invisible en muchas otras. Pero soy optimista cariño. Si utilizamos la herramienta más poderosa para el cambio y el progreso social, si utilizamos la educación y desterramos del imaginario social la cultura machista, sexista y violenta, habréis ganado la guerra. Y habrá ganado la sociedad. Será el mejor legado que podéis dejarle a vuestros hij@s y niet@s.
Ese es mi cometido en esta sociedad, como ciudadana, como mujer y como madre. Luchar para seguir limpiando la negra crónica, los tormentosos y peligrosos corazones y las obtusas y necias mentes.
¿Me ayudas a continuar con este desafío ?