Como otras muchas veces, voy a comenzar con una tautología: un ser humano es un ser humano, por muy canalla, por muy asesino, por muy tirano que sea y sólo puede ser ejecutado, padres Vitoria y Suárez, cuando se halla en pleno ejercicio del poder precisamente para evitar que siga propiciando muertes.Pero, claro, ni Hillary Clinton, ni Obama, ni toda esa caterva de asesinos potenciales que se han alegrado del asesinato de Gadafi, tienen plena conciencia de cómo son ellos mismos, no se conocen, como no se conocen casi ninguno de todos esos desalmados descerebrados que se alegran siempre de los males ajenos.Que Gadafi fue asesinado no lo dudará nadie que tenga materia gris suficiente en su cerebro y el corazón en su sitio, porque, como decíamos tautológicamente al iniciar este comentario, Gadafi también era un ser humano, detestable, deleznable, pero un pobre ser humano que dicen que apareció ante sus asesinos blandiendo una bandera blanca.Pero el ser humano, lo he dicho ya tantas veces que empieza a sonarme mal, es una puñetera mierda seca pinchada en un palo, y lo digo así porque, desde mi infancia, no he leído nunca una descripción mejor aunque sea tan escatológica.Esto lo discutí un día, por aquí, con 2 consagradas eminencias, Iñaqui Zumaque y un tal Meskalis, que piensa el tío que mea agua bendita y no es más que el más pobre de los hombres que nunca he conocido, yo, que he vivido gran parte de mi vida profesional entre macarras, drogadictos, asesinos, chuloputas como MB, etc., en los siniestros sótanos de los Palacios de Justicia.El hombre, decía yo, no es que esté muriendo, es que está decididamente muerto, porque, si no, se rebelaría inconteniblemente contra tanta injusticia, contra tanta mentira, y hace precisamente todo lo contrario, allí, en los Usa, elige, cada día, como presidente, a un tipo peor, elimina a un asesino múltiple, a un asesino de masas, y elige a otro que, además de eso, es mucho más selectivo, escoge cuidadosamente a sus víctimas incluso entre los que parecían incluirse entre sus mejores amigos, sólo porque, de pronto, ha descubierto que sus 2 países, Irak y Libia, nadan sobre inmensos yacimientos de petróleo y éste, ya se sabe, no es, no puede ser sino de ellos, los Usa, y de sus incondicionales amigos.De modo que los que, un día, fueron grandes amigos suyos, Hussein, Bin Laden y, ahora, Gadafi, no sólo pasaron a ser sus peores enemigos sino que se dieron las más estrictas órdenes para sus respectivos asesinatos, porque un asesinato es un homicidio, es decir, dar muerte a un hombre con una serie de circunstancias que hacen imposible la defensa que éste moribundo pudiera hacer.Porque Sadam Hussein, Bin Laden y Gadafi, eran, también, grandísimos asesinos, pero los que no lo son se diferencian precisamente de éstos en que no matan nunca, odian la muerte ajena casi tanto como la propia y si condenan a otros seres humanos a penas de privación de libertad, lo hacen empleando todos los requisitos procesales necesarios para que no pueda dudarse nunca de la justicia de sus sentencias.En ninguno de estos casos se ha utilizado las normas que una civilización muy controvertida, por cierto, emplea para dilucidar estos conflictos sino que se ha enviado, se ha pagado, se ha sobornado incluso a instituciones internacionales para que aporten sus recursos legales y humanos a colaborar en los asesinatos.Y no sólo eso sino que esa sonriente señora Clinton, dicen que, ha exclamado, al conocer la horrible muerte de Gadafi, “fuimos, vimos y vencimos”.Lamentable que una mujer como ésta usurpe de tan mala manera la celebre frase de César, “vini, vidi, vinci”, llegué,vi y vencí, porque no llegaron ellos sino que enviaron a sus asesinos a sueldo, vieron mucho más de lo que debieron ver y no vencieron de ninguna manera, sino que tan sólo asesinaron. Es muy distinto.Y lo hacen descaradamente, a cuerpo limpio, riéndose, además, de los asesinados.Qué vergüenza.