Revista Deportes

Hinchas vs. mercenarios

Publicado el 08 septiembre 2011 por Marianofusco

Hinchas vs. mercenarios

El verdadero y genuino hincha de Independiente le dijo basta al mercenario que cobra un sueldo por fingir un sentimiento y lucrar con los colores, eso que los dirigentes, parece, jamás podrán lograr. Por miedo a las represalias o conveniencia para utilizarlos como brazo armado. Ante San Martín de San Juan, los hinchas puros del Rojo expusieron a los fanáticos de los billetes dejándolos solos en la tribuna Norte, mientras que ellos se alojaron en la cabecera Sur. No fue casualidad. El movimiento había sido planeado por las redes sociales para empezar a dejar en claro el sentimiento de repugnancia que hay por estos títeres.

La acción no se limitó a esa exposición, sino que también se extendió en varios cantos. Algunos fueron de apoyo a Mohamed, quien dejó su cargo por la presión que estos personajes terminaron de ejercer en la derrota contra Boca -de hecho, los propios barras pusieron una bandera en la que se leía “Turco mentiroso y cagón”-, y otros de confrontación directa.

  • “Olé, olé, olé… Turco, Turco…”
  • “Ahí están, ahí están… los que les pegan a los hinchas de verdad…”
  • “El club es de los barras, oooh…”
  • “¿De qué cuadros sos, mercenario, de qué cuadro sos?”
  • “Si sos hincha del Rojo, tenés que votar, si sos hincha del Rojo, tenés que votar… Comparada nunca más” 

Los mercenarios no soportaron tal levantamiento en armas de los que verdaderamente sienten pasión y no utilizan esto como un trabajo turbio basado en la violencia y corrupción. Fueron a buscar agredir y acallar tal osadía de los hinchas, obviamente con el siempre guiño cómplice de esos inútiles uniformados de policías. El apriete incluyó trompadas y la versión, todavía sin confirmación, de un herido de arma blanca. Incluso, en Twitter circula la versión y foto de un empleado desconectando las cámaras para que no quedara rastro de otra muestra de la impunidad que los barra$ tienen en el fútbol argentino.

El hincha del corazón le dijo basta como pudo. Se arriesgó para hacerlo y, en algunos casos, no se fue ileso. Lástima que no fuera ni será suficiente. No mientras los dirigentes los sigan utilizando como soldados y el poder político también los apañe.


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