Publicada originalmente en Cinearchivo: http://www.cinearchivo.com/site/fichaDvd.asp?idRubText=6661
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*Para hacer una película sin guión hay que ser un director condenadamente bueno o ser tan audaz como inconsciente. Este segundo caso se acerca más a las características que exhibe Lee Myung-se en la presente Nowhere to Hide, parodia astracanada del superthriller policial de enfrentamientos entre obstinado policía y sofisticado delincuente. Engordada a inyección limpia de clembuterol audiovisual con la forma de un abanico de recursos plásticos usados por aplastamiento. El congelado como figura de estilo, el ralentí como sintagma. Un prólogo en blanco y negro (con algún detalle de belleza hipnótica, al igual que durante el asesinato que pone en marcha la trama, o así, todo sea dicho) arranca un desbarrante coctel de virados, fundidos encadenados sobre planos congelados, fotonoveleros, casi un collage en sus momentos más afortunados, sombras chinescas, una pelea que se transforma en baile por la acción caricaturesca de la banda sonora, slapstick, actores convertidos en dibujos animados de carne y hueso, recursos del manga líneas cinéticas incluidas, multitud de planos rodados a través de ventanas u objetos interpuestos para forzar el escorzo y/o la mirada del espectador. Todo esto podría sintetizar en una audaz alteración caprichosa del tiempo y el espacio, celuloide líquido, maleable,
imprevisible. Podría, pero para eso haría falta un talento de mago. Entonces la película funcionaría como una estilización al absurdo del género, que saturada de recursos/efectismos pop, arty y comiqueros transportase el molde conocido a una dimensión representativa diferente. Claro que para eso hay que ser Seijun Suzuki, estar en 1967 y que esto se titulase Koroshi no rakuin (o Branded to kill, que también vale).
anime. Curiosamente este film los reúne de nuevo tras haber protagonizado la exitosa Two Cops en 1993 y dirigida por Kang Woo-suk, una apropiación del esquema acción/humor- compañeros obligados a entenderse de las buddy movies norteamericanas de los 80, Arma letal en particular.
incluso aunque todas participen de una sensibilidad capaz de amalgamar la emoción y la acción primaria, el retrato al natural y el humor negro como signos recurrentes de un gran cine criminal,Nowhere to hide es otra cosa. Un experimento pretencioso, infectado de influencias que, en realidad, poco se parece a lo que el cine del país nos ofrecerá en materia noir desde los primeros 2000, es decir desde, más o menos, el Simpathy for Lady Vengeance del imprescindible Park Chan-wook en 2002 hasta anteayer con la arrolladora I Saw the Devil, apoteósica realización de un por lo común irregular pero esta vez inspiradísimo Kim Jee-woon. En la presente no aparece ni el nervio narrativo capaz de sostener sus historias-río, ni el asombroso dominio del espacio escénico, ni la pureza de planificación, ejecución y montaje que han llevado al actioner surcoreano ha sustituir al norteamericano en el corazoncito del aficionado una vez este desertase en los 90 de cualquier verosimilitud y de la mínima noción de puesta en escena.