Hispagiallo, no castizo sino internacionalista, que viene a sumar (y seguir) dentro de la buena salud comercial/industrial del cine español de horror y derivados. No es una buena película pero es una película digna.
La reseña entera en Ultramundo: http://cineultramundo.blogspot.com/2011/08/critica-de-los-ojos-de-julia-por-adrian.html
” (…)Si la primera resulta más un valor de consumo interno, por localista y difícilmente exportable, la segunda cubre la cuota internacionalista en virtud de una impronta que con el correr de la década de los 2000 se ha hecho distintiva y atractiva (hasta el punto de que un fenómeno como [Rec]. ha conocido remakes y/o exploits en cinematografías extranjeras) en base a una serie de elementos compartido que van desde el descaro para construir un cine que mira orgullosa y frontalmente al público hasta una serie de estilemas formales y conceptuales que se repiten dando una imagen de curiosa homogeneidad (no total, desde luego, pero significativa) que puede rastrearse desde Los sin nombre (Jaume Balagueró, 1999) hasta la presente Los ojos de Julia (Guillem Morales, 2010) y que contaría con características compartidas, tanto industriales, la total seriedad de las propuestas, alérgicas al tono autorreferencial o fácilmente paródico, como dramático-estéticas: localizaciones urbanas, contemporaneidad, historias trágicas, protagonismo femenino, fotografía en tonos grises, azulados y ocres, siempre oscura y con notable presencia de la lluvia y el agua, quizás estos últimos elementos plásticos (y también simbólicos) herencias de la reconocible influencia del horror japonés de los 90 sobre el nuevo fantaterror español.(…)continuar
(…)Los ojos de Julia puede inscribirse en esa clase media tan necesaria para un cine nacional sano. Es una película agradable, mansamente mediocre pero muy bien ejecutada en sus apartados técnicos, de pocas pretensiones (aunque le sobre, y mucho el halo poético de algún momento sonrojante que hace pensar en la nefanda El orfanato) que se sirve de una actriz en alza como reclamo, identificable además por el público no adepto al género gracias a su protagonismo en un taquillazo anterior de similares aspectos/intenciones. Como muy bien apuntaba Tonio L. Alarcón en su panorámica sobre el género para Dirigido por… (nº 393, Octubre, 2009) en relación a, precisamente, El orfanato (J.A. Bayona, 2007) que el estruendoso éxito del invento “(…)una de las películas más mecánicas e impersonales que ha dado el fantástico español reciente(…)” se cifra en que “(…)para disfrutar de las desventuras de Belén Rueda no hace conocer a M.R. James a Jack Clayton o a Robert Wise (¡incluso a
Shyamalan!) sino que, más bien al contrario, es preferible ignorar la obra de todos ellos, como la mayor parte del público que acudió en masa, para sorprenderse con sus propuestas(…)”.
Este lúcido párrafo puede hacerse extensivo al film presente, una intriga “gialloesque” para los que ignoran las mecánicas demenciales del género, para sorprender con trampas a mansalva y giros incoherentes. Un giallo, por tanto, avergonzado y remolón, que nunca se atreve a pisar el acelerador del delirio, que no se decide por la paranoia ni por las posibilidades más obscenas de su argumentario pero que juega con la (i)lógica más básica del género, con elementos simbólicos tan característicos como la mirada y el mismo ojo (en todos sus aspectos: mentiroso, penetrante, penetrado,…) e incluso con soluciones formales tan elegantemente resueltas aquí como los planos subjetivos, tanto de la vista progresivamente oscurecida de la heroína como de las escaramuzas del villano oculto de la historia(…)”continuar
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