Historia de la depilación

En la actualidad lucir unas piernas sedosas, delicadas y sin pelos que mostrar, es dentro del universo y cultura estética una práctica extendida y signo reconocido de la feminidad. No obstante, esta realidad a lo largo de la historia, acorde a las civilizaciones, las tradiciones rituales y los tiempos, ha sufrido una evolución que es interesante comentar:
En lo que respecta al mundo egipcio y su alta consideración de la higiene e imagen corporal, podemos afirmar que las mujeres e incluso los hombres depilaban por completo su figura. Cremas depilatorias a base de sangre de animales, la grasa de los hipopótamos,...o ceras elaboradas con limón, aceite o miel, se convirtieron en la alternativa para asegurarse una piel libre de "mechones", asociada a rectitud y la pureza moral. Datadas estas costumbres por vez primera, en el Antiguo Egipto del año 1500 A.C. y documentadas por el papiro de Eber sobre medicina y ocultismo.
Un pensamiento similar era el defendido por la cultura del Egeo, los griegos asociaban la figura depilada (el vello púbico también) con el ideal de inocencia, esplendor y lozanía. Las técnicas utilizadas para ello: la llama de las velas, ceras compuestas de resina o minerales,...
El mundo romano tampoco se quedaba atrás, ellas en la pubertad ya hacían desaparecer su vello púbico y continuaban depilándose el resto de sus vidas mediante el uso de volsellas, una especie de pinzas, y cómo no, de la cera hecha a partir de resina o brea. Además, al ser una práctica común y valorada, existían espacios dedicados en exclusiva para la depilación en los baños públicos, así como esclavos (alipilarius) cuya labor consistía en eliminarle el vello púbico a las putas de los prostíbulos.
La llegada del mundo musulmán, no supuso cambio alguno en la concepción de un cuerpo limpio y bello. Las mujeres con la técnica del hilo (se extrae uno a uno cada pelo con un hilo fino que se cierra sobre él, para arrancarlo de raíz), debían hacer desaparecer su pelo de pubis y axilas.

Sienes depiladas.

De igual manera sucede en otras partes del globo, como es el caso de: la India donde la rasuración con navaja y la citada técnica del hilo va unida a una carga erótica-sexual; de los turcos con sus hamans (espacios para la depilación dentro de los aseos públicos), las comunidades judías, chinas y hasta las aborígenes pre-colombinas. De hecho, las originarias comunidades de Argentina  estaban habituadas a la depilación, llegando al caso extremo de los Avipones o frentones como los llamaban los conquistadores españoles. El porqué de este sobrenombre radica en la siguiente razón: estaban depilados casi por completo, hasta la mitad de la cabeza con cejas y pestañas "pelonas" por completo. Inclusive en la Edad Media, tenemos ejemplos de esta curiosa tradición que mantuvo su vigencia. Cejas, frentes y sienes rasuradas por medio del oropimente (mineral cuyos compuestos son el arsénico, azufre y la cal), mostraban unos altos tocados como extraña seña de belleza o feminidad.
Sin embargo, esta práctica de depilación tanto del pubis como del resto de la anatomía femenina extendida a lo largo de los tiempos, dentro de la concepción cristiana y atacada por el puritanismo sufre un notable retroceso. Asociada con rituales paganos y amorales, debe ser censurada.

En consecuencia, naciones de marcada religiosidad, como es el caso de: España, Francia, Italia, Alemania o Gran Bretaña, dispuestas a esconder la figura de la mujer, redujeron la depilación a su mínima expresión.
De hecho normas como la adoptada por la reina Victoria en Inglaterra, arrojan curiosos datos sobre esta moral que era necesario implantar. Así, decisiones semejantes a la siguiente: alargar los manteles en las mesas para banquetes con el fin de ocultar las piernas de las mujeres ante la mirada de los hombres. Ponían de manifiesto, una depilación rescindida a las únicas partes del cuerpo visibles, es decir, salvo la cara ninguna otra parte del cuerpo estaría rasurada.
Si bien, la segunda mitad del siglo XIX en una sociedad occidental conectada con el interés y auge de lo oriental (cuerpos tersos sin rastro de vello), retoma un gusto por las pieles suaves y finas sin "pelillos" que mostrar.

Depilación láser.

Y es el siglo XX, en el cual radica y se determina directamente su importancia actual. Ya que pese a que allá por 1762 un barbero francés de nombre: Jean Jacques Perret, inventá la primera máquina de afeitar reforzada con un borde sobre la cuchilla para evitar  posibles cortaduras (para hombres esencialmente). Un siglo y medio tendría que esperar la revolución del afeitado, siendo en 1903 de manos de King Guillete cuando se presenta la primera maquinilla con hojas intercambiables.
Aunque será, la década de los veinte y treinta con la imposición de una moda basada en faldas, mangas cortas y escotes generosos la clave de una deriva dispuesta asumir una vertiginoso éxito. De ahí, las numerosas mejoras sustanciales para la depilación de la mujer: La cera a base de la de las abejas, la parafina o la resina, así como la salida al mercado de la primera máquina de afeitar eléctrica en 1920 por Jacob Schick. Además antes de que finalice la primera mitad del siglo: cremas depilatorias, maquinillas para uso exclusivo de las mujeres dotadas de dos cabezales (creada por Remington en 1940) o la depilación eléctrica, se habían convertido en productos rutinarios incluidos en la sociedad occidental.
Posteriormente, la investigación sobre los microondas (Gordon Gould, 1958) verterá aplicaciones de este hallazgo sobre la piel. Gracias a ello, en 1960, Harold Maiman patenta: el láser rubí para usarse en tratamientos dermatológicos, es decir, la génesis de la depilación por láser actual. Auge que, a día de hoy, se traduce en la alternativa definitiva a la eliminación del vello capilar.