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Mirabeau obtuvo en la tribuna el mismo ascendiente que Sieyes en los comités. Era un hombre que solo esperó la ocasión para hacerse grande. En Roma, en los mejores días de la República, habría sido un Graco; en su declive, una Catilina; bajo la Fronda, un cardenal de Retz; y en la decrepitud de una monarquía, cuando tal ser solo podía encontrar el alcance de sus inmensas facultades en la agitación, se volvió notable por la vehemencia de sus pasiones, y para su castigo, una vida transcurrió en cometer excesos y sufrir por ellos. LEER MÁS »