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A las seis de la mañana esta expedición fue cancelada. La gente de París, al despertar, encontró a las tropas aún bajo los brazos, y las paredes estaban plagadas de proclamas que anunciaban el descubrimiento de una formidable conspiración. Las personas fueron exhortadas a observar el orden y la confianza. El directorio había impreso una carta del general Moreau, en la que anunciaba detalladamente las conspiraciones de su predecesor Pichegru con los emigrantes, y otra carta del príncipe de Conde a Imbert Colomes, un miembro de los Antiguos. Toda la población permaneció en silencio; eran meros espectadores de un evento provocado sin la interferencia de los partidos y solo con la ayuda del ejército. No mostraron ni aprobación ni arrepentimiento.LEER MÁS »