La Heredad de Aranjuez arranca de las tierras que tras la conquista de la zona a los árabes, se suman a la Orden de Santiago y que posteriormente pasarán a ser propiedad de los Reyes Católicos.
A partir de ese momento, los diferentes monarcas comienzan a anexionarse terrenos alcanzando hasta puntos tan alejados del propio Sitio como Ocaña, San Martín de la Vega, Villaseca de Yepes o Vaciamadrid.
Estos incluyen prados, sotos, salinas, pequeños villorrios, algún palacio; pero sobre todo dehesas.
Una gran superficie para poner en explotación que alcanza hasta el siglo XIX, momento en que comienza su desamortización .
Pero, hasta ese momento, las grandes huertas y terrenos tenían que hacerse productivos y parte de ese rendimiento iba asociado a la posibilidad de generar sistemas de riego y conducción de agua eficaces, que permitieran el sostenimiento de las actividades agrícolas y ganaderas.
Este proceso de racionalización de la naturaleza aque es sometido Aranjuez será el que marque las pautas de intervención y establezca la escala de las obras de ingeniería, que variarán según se sitúe en el espacio inmediato al palacio, o se proyecte la dimensión territorial que marcan los cauces de los ríos y las ciudades de Madrid y Toledo.
El primero de los niveles hace referenciaa la ordenación de los jardines en torno al Palacio con la creación de fuentes y canales, sin función productiva,sino encaminados únicamente al deleite y la diversión de la monarquía. Su dimensión mayor, ya con fines productivos, tiene una función eminentemente práctica que radica en el control y reparto de agua y la contención del cauce de los ríos.
Las intervenciones encaminadas a ello ya están en las iniciativas de Felipe II y sus arquitectos Juan de Herrera,primero y de Juan Bautista de Toledo, después.
En el siglo XVI, Juan Bautista de Toledo había iniciado un proyecto de ordenación de la vega, destinada a cultivos de huerta mediante la creación de calles arboladas, según sus propios proyectos realizados en Nápoles o Roma y que influirá en los posteriores trazados de los parques del Barroco.
Esta racionalización del proyecto de explotación se apoyaba, además, en una serie de obras hidráulicas que se encaminan a la regulación de los cursos del Tajo y Jarama.
Los factores medioambientales y la dura meteorología(fuertes contrastes entre las lluvias torrenciales, riadas y el calor del verano) obligan a adoptar una serie de medidas que marcan la actividad constructiva de Aranjuez a partir del siglo XVI.
La disposición de sistemas de canalización,presas, diques o estanques, a partir de los cauces naturales, pretenden garantizar una continuidad de suministro de agua, necesario para el mantenimiento de superficies arboladas, cultivos y jardines.
Este costoso proceso tendrá dos momentos de desarrollo, por un lado las iniciativas de Felipe II y por otro, la primera mitad del siglo XVIII y los intereses de los primeros de los Borbones en el Real Sitio.
Los proyectos de los canales de larga trayectoria, implicaban abastecer de agua no sólo al entorno inmediato de Aranjuez, sino a toda la vega, donde priman intereses económicos que van más allá de las propiedades del rey y que afectan a los concejos vecinos.
Así, prácticamente desde el mismo momento en que se inicia la planificación del sistema de riegos, comienzan los confictos. Uno de los Concejos con el que chocará a lo largo de todo su desarrollo será el de la villa de Colmenar, que a cambio de ver satisfechas sus reivindicaciones, tendrá que asumir el mantenimiento de los riegos al paso por su término .
El proyecto original, que data de 1581,contempla la construcción de presas,diques y estanques, orientados al con- trol y nivelación de la red de canales.De este momento, son las construc-ciones de la presa de El Embocador y los caces de Las Aves, en la margenizquierda del río Tajo; y La Azuda, ensu margen derecha.El embalse o azud corresponde auna pequeña presa de orma rec- tilínea en ambas aguas, realizada apartir de una estructura, de posibleinfuencia holandesa, soportada por pilotes y entramado de madera y relleno de cascajo de piedra.
Desde éste se surtían aguas a ambas caceras. La cacera de la Aves regaba la vega y las fincas de particulares si tuadas en la margen izquierda del Tajo, así como los Jardines del Príncipe y de la Isla y las calles de la Reina y de Toledo, ya dentro del núcleo de la ciudad. La cacera de la Azuda, en cambio se dirigía por las tierras de la margen derecha, hasta enlazar con el canal de la Montaña, donde el agua asciende a partir de una noria de cincuenta y dos pies de diámetro , vertiéndola a un acueducto de arcos de fábrica que la lleva hasta la parte superior de los cerros.
Pero los diques, por sí solos, no garantizan el control de los cauces. Son los embalses los que permiten controlar el agua y racionalizar las corrientes, adaptando su uso no sólo para el riego, sino para el funcionamiento de molinos y aceñas. También será en este momento, hacia 1560 y bajo la supervisión de Juan Bautista de Toledo 39 cuando se reconstruyen algunas de las presas levantadas con anterioridad en el Jarama y en el Tajo,como la de Alhóndiga.
Pero, la obra de mayor envergadura del XVI, serás in lugar a dudas la construcción del embalse de Ontígola, más conocido como Mar de Ontígola. Este, levantado en un pequeño valle de hondo plano, excavado en las margas miocenas, recoge las aguas salobres delas planicies yesíferas, al sur del RealSitio, embalsándolas y reconduciéncolas para el riego de las huertas dela zona sur, como las tierras de San Pascual o el Regajal.Las obras se inician hacia 1561,bajo dirección incipiente de Juan deHerrera 40 y, posteriormente, de Juan Bautista de Toledo y con la participación de varios especialistas en diques denacionalidad holandesa como Adrián Van der Musse o Pietre Jansen.
Tras la muerte del arquitecto se iniciará una nueva fase con mayor presencia de profesionales españoles, donde toma el relevo Francisco Sánchez y Gustavo Gili, hacia 1569. La presa se levanta sobre el arroyo del mismo nombre, en una zona conocida como el Fondón, a pocos kilómetros al sur de Aranjuez. Aquí parece que, tradicionalmente, se remansaba el agua de lluvia formando una balsa natural que ya era aprovechada por los vecinos quienes, hacia finales del siglo XV ya habían hecho un primer intento de canalizar el agua del arroyo para el riego de la zona sur de Aranjuez.
En este mismo sitio, una centuria después y tras una accidentada construcción que supuso la variación de la traza original 41 , se levanta una presa de planta recta, tres muros paralelos y unas dimensiones de 140 metros de longitud; 6 de altura y 10 de ancho, reforzada por cinco contrafuertes trapezoidales.
La zona, además de usarse como embalse para el riego, paso a convertirse pocos años después en un punto de recreo con la construcción de una isla en el centro del embalse y otras estructuras para el ocio como una plaza de toros, atarazanas para embarcaciones, etc., tal y como nos lo presenta Fernando Bambrilla en su óleo de principios del siglo XIX. Según López Gómez (1988), de ella partían dos canales.
Uno de ellos se dirigía al norte y, tras un arca de repartimiento, se separaba en tres acequias que se encaminaban hacia el Convento de San Pascual; al cruce de la calle de Abastos y del Foso y a la Huerta Valenciana. El otro, se encauzaba hacia el oeste pasando por el Regajal y la Huerta de los Deleites para cruzar el río y enlazar con el canal de las aves.
En todos los casos su uso era para riego,no mezclándose en ningún momento con las aguas limpias que bajaban desde la Mesa de Ocaña y que, a pesar de pasar por las inmediaciones de la presa, no compartían depósitos ni conducciones, como veremos más adelante Los mismos intereses que subyacen en los planes de Felipe II, se mantie-nen como hemos podido comprobar en las iniciativas del siglo XVIII. De este momento es otro de los hitos hidráulicos del reinado de Fernando VI.
http://www.academia.edu/1987092/EL_AGUA_DEL_REY_HISTORIA_Y_ARQUEOLOG%C3%8DA_DE_LOS_ACU%C3%8DFEROS_DE_LA_MESA_DE_OCA%C3%91A_Y_SU_CONDUCCI%C3%93N_AL_REAL_SITIO_DE_ARANJUEZ
Revista Cultura y Ocio
Historia de los acuíferos de la Mesa de Ocaña y su conducción al Real Sitio de Aranjuez: El Mar de Ontígola
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