Revista Opinión

Historia de lunes

Publicado el 18 julio 2011 por Carmentxu

“Soy uno de los afortunados”. Quien así habla no es uno de los integrantes del matrimonio que acaba de ganar 185 millones en el Euromillones, sino Aisha, una viuda de 45 años que llegó con sus tres niños pequeños y un fardo con sus ropas a cuestas al campo de Dolo Ado, en Etiopía, cerca de la frontera con Somalia. “Otros no han podido venir porque no tenían nada para vender para pagar su viaje. Ellos morirán de hambre”. “Aunque no tengo dónde guarecerme, ni ropa ni cazuelas para cocinar mi comida –continúa–, soy uno de los afortunados”.

Historia de lunes

Aisha y sus hijos, en el campo de Kobe (F: Judith Schuler)

Más de 2.000 refugiados somalíes llegan cada día a este campo de refugiados. Sus motivos son uno: buscar comida dado que su país está padeciendo una de las peores sequías y no hay allí nada que comer. El viaje es largo: tres días a pie y cuatro en un camión atestado. Aisha y sus hijos no tenían nada que comer y tuvieron que pedir comida por el camino. Cuando llegaron a Kobe, uno de los tres campos de refugiados del área de Dolo Ado, ya estaban todas las tiendas ocupadas pese a que había abierto sus puertas hacía sólo unos días. Ella y sus hijos duermen actualmente bajo un árbol, del que han colgado algunas telas que hacen las veces de techo. Ya instalada, Aisha recibió 70 kilos de trigo y algunas otras semillas. También aceite para cocinar.

La sequía y el aumento de los precios de los alimentos y de la gasolina, con el telón de fondo de un conflicto intestino, hipotecan el futuro del país: sus niños. Uno de cada dos llega desnutrido a Dolo Ado, más del triple de lo que se considera nivel de emergencia. Al llegar, les esperan unas galletas energéticas y alimentos reforzados que les darán las fuerzas suficientes para llegar al centro de tránsito, donde serán registrados y esperarán su ubicación definitiva en el campo. Aún pasará algún tiempo antes de que puedan pensar en un futuro.

Pero en Etiopía, con 3,5 millones de afectados por la sequía, tampoco están mejor las cosas. Las zonas de pastoreo del sur han sido las más afectadas por la sequía y los precios de los alimentos siguen por las nubes. La agricultura es la base de la economía etíope y emplea al 80 por ciento de sus 77 millones de habitantes, pero está a expensas de factores externos, como el cambio climático, las lluvias o los sempiternos los mercados globales.

(Fuente: World Food Programme)


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