Historia de Nambroca

No hay acuerdo en su fundación, indicándose a finales del siglo XVIII dos versiones al respecto. Según una su fundación sería árabe, otra sostiene que eran dos barrios de la cercana Toledo, fundados por ricos propietarios de esa ciudad, en donde tenían sus viñas y bajuelos, como en otros pueblos de la Sisla, comarca a la que pertenece. 
Despoblado uno de los barrios quedó el otro, llamado de San Cristóbal, que dio nombre a un paraje y a un camino.
En 1146 aparece en un documento por el cual Alfonso VII otorga a Pedro Gilbert, Mazdalquez, una aldea despoblada cercana a Nambroca: «illam uillulam modo desertam dictam Mazdalquez, sitam iuxta nonnoco».
En 1187 aparece citada «Nambroca cum pertennitiis suis»
En un documente en el que el maestre de la Orden de Calatrava obtiene una bulapontificia de confirmación de sus posesiones. En 1399, al señalar Enrique III las cantidades que los pueblos de Toledo  yMadrid han de pagar, aparece como Nanbroca.
En el Siglo XVI se dice que antes y entonces la localidad se llamó Las Nambrocas ó las Ambrocas, este vocablo pudiera estar relacionado con los ambrones ó ligures. También cabía buscar otras acepciones y referirse a un Amrús, nombre propio árabe, en este caso sería algo parecido a Mazarambroz, lugar no muy lejano y también motivado por ese nombre propio.
En el S. XVI se cita a Nambroca como origen, junto a Fonseca, de los Juanelos, postes monolíticos que servirían de soporte para el artificio que el emperador Carlos V mandó construir a su relojero Juanelo Turriano para elevar el agua del Tajo hasta la parte más alta de Toledo. Actualmente se encuentran en la entrada de Valle de los Caídos.
En el S. XVI se dice que es tierra pobre de leña y abundosa en agua de pozos. Se anotan entonces las dehesas: Oria, Inesa, del Hospital de la Misericordia de Montalbán, anejo a la iglesia de Toledo; Romaila y diezma. Es tierra de labor, principalmente de viñedos. Generalmente les falta trigo y le traen de la mancha; la leña procede de los Montes de Toledo. Los edificios son de piedra de hormigón y con rafas de ladrillo y piedra. 
El vecindario en el 1.571 es de 66 familias; en el último cuarto del S. XVI tenían un centenar de vecinos, que viven en setenta casas; la población iba en aumento. En ese tiempo hay un hospital fundado por Pedro de Medina. En el S. XVII se cita por Cervantes en el Quijote, el camino de las Nambrocas. Entonces aparece en la forma Nambroças, y tiene 54 vecinos, incluidos viudas y solteros.
Durante el siglo XVIII se introduce en el pueblo un nuevo cultivo: el olivar. En las centurias anteriores la presencia de este árbol era poco frecuente. 
La parte sur del Tajo, la Sisla meridional, fue más tierra de cereales y de viñedos que de olivos. Su introducción está íntimamente ligada a una reciente industria: la jabonera. Por aquellos años, el líquido oleaginoso que se obtenía del fruto, de la aceituna, apenas si se utilizaba como elemento alimenticio; se empleaba con preferencia, para el alumbrado de los candiles o para elaboración de jabón.
En el siglo XIX marca la historia de Nambroca el protagonismo del pueblo durante la Batalla de Almonacid en plena Guerra de Independencia. Nambroca fue el lugar elegido por el general Venegas para apostar sus ejércitos para preparar el ataque que daría lugar a la mencionada batalla en busca de la independencia del pueblo español.
A finales de 1836 entró una partida carlista a la población resaltándose el valor de uno de sus vecinos, el cirujano Rojo, que al intentar tomar su casa, sin más ayuda que un muchacho de 12 años, los recibió a tiros y dando vivas a la Constitución y a la Reina. Hiriendo a varios de gravedad, consiguió que se retiraran, pero más tarde le incendiaron la casa, víendosele envuelto entre humo y llamas. A pesar de ello, pocas horas después estaba en Toledo cuidando de sus enfermos como si nada hubiera ocurrido.
A mediados del siglo XIX tenía 156 casas, una escuela dotada con 1500 reales a la que asitían 68 niños y otra privada con 50 niñas. El presupuesto municipal ascendía a 14.777 reales.2
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