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Historia del Paralelo, Barcelona.

Publicado el 08 agosto 2014 por Emarblanc

La calle que forjó la ciudad de los prodigios Hace 110 años, en 1894, se abría al tráfico en ...

Historia del Paralelo, Barcelona.

Historia del Paralelo, Barcelona.

La calle que forjó la ciudad de los prodigios


Hace 110 años, en 1894, se abría al tráfico en Barcelona una vía, el Paralelo, que iba a convertirse en el símbolo del acceso de las masas al entretenimiento, una vía de escape para la dura realidad de la ciudad más industrializada de España. El Paralelo, en sus poco más de seiscientos metros de longitud, iba a ser testigo de sueños de progreso y también de fracasos políticos y sangrientas represiones. Todo ello al ritmo de la música de sus picantes teatros, como el Apolo que cumple cien años, y music halls.

La tarde del 14 de noviembre de 1997, cerró sus puertas El Molino, la joya del Paralelo. Aquel día se dio la puntilla al music hall más antiguo de Europa y, con él, a toda una época y a una calle que había vivido el vertiginoso desarrollo industrial de la Barcelona de finales del siglo XIX y principios del XX, comparada con el célebre Montmartre de París. Aquella noche ya no desfilaron por el escenario las vedettes y los boys con sus plumas y sus trajes de colores al final del espectáculo. Sin embargo, hacía tiempo que las luces multicolores del Paralelo habían ido apagándose poco a poco. Actualmente, apenas queda nada de su antiguo esplendor, de su burbujeante alegría y atrevimiento, quizás tan solo un vago recuerdo que se pierde, engullido por las prisas y la fugacidad de la vida.

Todo empezó un lejano día de 1894, hace 110 años, cuando la que iba a ser una de las avenidas más singulares de la capital industrial de España se abrió al tráfico. Un poco antes, entre 1871 y 1876, se habían levantado varias casas y se había aprobado una normativa que obligaba a construirlas porticadas. No obstante, solo se edificaron dieciocho siguiendo tales normas. Así pues, cuando se sancionó otra ley que permitía construir chamizos y espacios cubiertos, el Paralelo no tardó en convertirse en un lugar donde instalaron sus barracas titiriteros y saltimbanquis, embaucadores y charlatanes, que ofrecían sus espectáculos al aire libre en esa avenida abierta por el Ayuntamiento para comunicar el puerto con la Gran Vía.

El mismo año de la apertura del Paralelo ¿cuyo trazado coincide con el paralelo terrestre 41º 22 34¿¿¿ se había puesto en marcha allí una enorme central eléctrica con cuatro máquinas de vapor y una chimenea de cincuenta metros, que entre 1904 y 1908 se iba a ampliar con dos chimeneas más. El conjunto, destinado a convertirse en un símbolo de la ciudad, dejó de funcionar en 1987. El Paralelo nació en el contexto de una Barcelona que experimentaba importantes transformaciones culturales, urbanísticas y políticas. A mediados del siglo XIX, habían hecho su aparición las grandes industrias textiles catalanas. En 1850, según el historiador Pierre Vilar, "Barcelona ya es una ciudad industrial". Así lo atestiguaron algunos viajeros, como Domingo Faustino Sarmiento, más tarde presidente de Argentina, quien visitó por entonces Barcelona y señaló que "el aspecto de la ciudad es enteramente europeo y el humo de sus fábricas da al cielo aquel tinte especial que nos hace sentir que el hombre máquina está debajo [...]. La población es activa, industrial por instinto y fabricante por conveniencia. Aquí hay ómnibus, gas, vapor, seguros, tejidos, imprenta, humo y ruido: hay, pues, un pueblo europeo". Barcelona se convertía así en el epicentro de la Revolución Industrial en Catalunya y en la fábrica de España, pese a la falta de hierro y carbón de calidad. No en vano desde 1848 contaba con el primer ferrocarril del Estado, que unía Barcelona con Mataró, y en 1851 se inauguró su Escuela Industrial, también pionera. El filósofo Friedrich Engels no dudó en calificar la capital de Catalunya como "la ciudad industrial más grande de España, la historia de la cual registra más luchas de barricadas que ninguna otra del mundo".

De los tirititeros a los music halls

El Paralelo fue una de las principales arterias por donde se trasladaban muchas de las mercancías que llegaban a la ciudad, la más importante de las cuales era el carbón. Las nubes de humo negro que coronaban las chimeneas de las fábricas empezaron a formar parte del paisaje urbano. A partir de 1900, y hasta 1930, se produjo un proceso de expansión con un importante incremento demográfico; la ciudad duplicó su población. Durante esos años, las masas obreras que llegaban atraídas por las obras del metro, la apertura de la Via Laietana o la Exposición Internacional de 1929 disfrutaron de los múltiples espectáculos que se daban cita en el Paralelo y llenaron sus locales, convirtiéndolo en su zona de ocio por excelencia.

El 16 de abril de 1892, se inauguró el primer local de la zona: el Círculo Español Modelo. En aquellos primeros años, el Paralelo se vio favorecido por numerosos artistas callejeros, de circo y feriantes, muchos de los cuales habían trabajado en el desaparecido circo Alegría de la plaza Catalunya. Asimismo, en 1899 nació La Pajarera Catalana, que con el tiempo se iba a convertir en el famoso music-hall El Molino. Un año antes había debutado la famosa compañía de mimos de los Onofri, originarios de Marsella, que causaron sensación en la ciudad. Y en enero de 1899, antes de acabar el siglo, empezó a circular el primer tranvía eléctrico, que cruzaba el Paralelo. Era la época en que se fundó el Fútbol Club Barcelona, los tiempos del modernismo, estilo artístico volcado hacia el futuro que aspiraba a mejorar el mundo: "Modernismo ¿afirmó el artista Santiago Rusiñol¿ quiere decir, al fin y al cabo, progresismo".

En 1900, el mismo año que el pintor Pablo Picasso expuso por primera vez en Els Quatre Gats, se levantó el Pabellón Soriano. Nació como un simple barracón, que los hermanos Soriano reconstruyeron varias veces hasta su desaparición en 1916, cuando dio paso al conocido teatro Victoria, todavía en activo. En 1905, los hermanos Soriano se hicieron con un antiguo y famoso music hall llamado Palacio Trianon. Allí debutó Consuelo Portela, conocida como la Bella Chelito, quien pasó a la historia por su popular número de La pulga, en el que escenificaba, con gracia y picardía, cómo una pulga se había colado entre sus ropas íntimas.

De 1900 a 1910 se inauguraron en el Paralelo bacelonés todos los teatros, music halls y grandes cafés que le iban a dar fama mundial. Fue una década prodigiosa para la popular avenida. Y también para la ciudad, que iba enriqueciéndose gracias a su importante puerto y a la industria textil concentrada en Catalunya. En 1901 ¿el año en que se fundó la Lliga Regionalista de Francesc Cambó y se inauguró el funicular del Tibidabo¿ abrió sus puertas el Delicias, que con el tiempo se transformó en el teatro Talía y posteriormente en el Paco Martínez Soria. En junio de ese mismo año nacía el teatro Nuevo, que en 1958 se iba a convertir en la primera sala de cinerama de España, y donde en su día iba a actuar el cantante francés Maurice Chevalier. Apareció también el Olympia, que en 1908 fue adquirido por el empresario Josep Carabén, quien gracias a ello pudo disponer de un gran espacio para el café Español, el más grande y popular de toda Barcelona, de clientela básicamente proletaria, y que ofrecía música en vivo. En su enorme terraza disfrutaron generaciones de barceloneses, hasta su desaparición a finales de la década de los 40.

Asimismo, en 1903 se inauguraron el Arnau y el Condal. En el primero debutó, en septiembre de 1916, una de las grandes artistas de toda la historia del Paralelo, que iba a triunfar también en todo el mundo: Raquel Meller, la reina del cuplé. El Condal fue también, durante años, un cine muy popular entre la gente del barrio. También lo fueron en su día los cines América, Avenida y Hora, y posteriormente las salas de cinerama Nuevo o Vistarama Regio. En una guía turística publicada en 1905, podía leerse en relación al Paralelo: "Sus anchas aceras, sus teatros, sus cinematógrafos, sus barracas y sus cafés, desde primeras horas de la tarde hasta la madrugada, rebosan animación y movimiento". No es de extrañar, pues, que el Paralelo fuera calificado en 1935 por el periodista Navarro Costabella como "el termómetro de la vida obrera de Barcelona".


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