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En la diferencia que hace Aristóteles entre historia y filosofía o poesía, deja bien claro dos cuestiones lo poco que valora la historia y lo que tienen en común filosofía y poesía. De la primera dice que es un estudio de lo particular y sin conexión alguna con lo general o lo universal. Sin embargo, creo que este texto puede servirnos para reinterpretarlo según las coordenadas que manejamos. La historia en tiempo de Aristóteles tenía un antecedente muy interesante que es el de Tucídides y no tanto el de Heródoto que es el que cita. El primero está más cerca de lo que entendemos por historia que éste último. Para Aristóteles Heródoto no hace más que registrar unos hechos particulares, sin embargo, Tucídides ya desde el principio deja bien claro que lo que está haciendo es algo más que registrar unos hechos, pero siguiendo a Aristóteles la acción no forma parte de una trama que urde el narrador, ya que ha de circunscribirse a los hechos. Sin embargo, esta forma de tratar lo acaecido ha de ser una condición necesaria para considerar lo que ha de ser ciencia después. Aquello que trate sobre lo universal y lo necesario. La cuestión es que para Aristóteles hay ciencia de aquello que no puede ser de otra manera, de lo necesario se entiende, y sus principios son aprehendidos casi intiutivamente, así pasa con la Física, la Matemática. Pero no cabe ciencia de aquello que puede ser de otra manera como es el caso de los hechos históricos.Pero la ciencia en la medida que deja de ser aristotélica niega esta clasificación de dos maneras. En primer lugar porque los principios no son intuidos sino que conforman tal o cual ciencia en tanto que ésta es una práctica pero no se sitúan fuera de ella. Y en segundo lugar, se puede apelar a una verdad necesaria de la acción misma, de la historia. En ambos casos la ciencia es el conocimiento que pasa por registrar lo particular para elevarlo a lo universal y dependiendo de lo universal no de principios intuidos (ni siquiera al modo kantiano con la fundamentación de los juicios sintéticos a priori), y cabe ciencia y verdad tanto de la Física como de la Historia.La pregunta es entonces por aquello que le queda a la Filosofía y a la Poesía. En ningún caso puede ser la captación de lo general y lo universal, ni siquiera como posibilidad, ya que la ciencia no necesita de estas disciplinas para ello. Sin embargo, en el estudio de la ciencia hay una cuestión que no puede reducirse a verdad alguna, y ello porque la ciencia misma depende la praxis en la que se hacen patentes los mismos principios (de otro modo volveríamos sobre algún tipo de fundamentación de la ciencia, a introducir la metafísica, el psicologismo, el subjetivismos y demás). Y desde este punto de vista Aristóteles retorna, se hace interesante de nuevo. La Filosofía y la Poesía imitan la acción y lo hacen de mejor forma si captan completamente su sentido, y en esta tarea se sirve de la conjetura de la verosimilitud si se quiere. Por eso la Filosofía a veces puede confundirse con la Poesía y a la inversa. La acción no puede reducirse a particularidades, cuando hacemos esto nos remitimos a un tipo de relato o mito episódico, de baja calidad según el propio Aristóteles. La categoría de la acción no es lo universal ni lo particular sino lo singular como aquello que adquiere un sentido universal solamente cuando es un particular el que lo encarna. Todo el mundo se muere, pero no todas las muertes son iguales, y por supuesto no todos los relatos sobre los muertos son iguales (a quién le importa que la abuelita de tal fulano haya tenido cáncer y lo haya pasado fatal sino es para rellenar revistas de literatura infame bajo el título de basado en hechos reales). Si nos emociona la historia de la muerte de Sócrates no es porque haya muerto injustamente sino porque esa injusticia afecta al sentido de lo que hacemos. De este modo el sentido no deja de recordarnos su primacía sobre la verdad.