"Nada hay tan hermoso como la avenida Nevski, por lo menos en San Petersburgo; porque en San Petersburgo esa avenida lo es todo."
Parece que no hay verano en el que no venga un ruso a visitarme, y yo tan contenta, porque Gogol me ha transportado a ese mundo en el que tan importante e imprescindible era aquel narrador que todo lo sabe y todo lo opina, que parece estar sentado en el estrado de un café con un vodka (o café irlandés, si se me permite) en la mano relatando a los presentes las historias de su ciudad.
"Historias de San Petersburgo" reúne cinco relatos del autor que, además de su narrador, tienen varias cosas en común: San Petersburgo como escenario, un satírico y llamativo sentido del humor y una serie de personajes, pobres desgraciados, que en mí despiertan la más acentuada de las ternuras. Retratos de otra época que arremeten contra una sociedad jerarquizada hasta el extremo.
Son historias que, pese al frío de sus calles, combinan muy bien con las sombras en las que nos refugiamos en solitario del sol, ya que cumplen las expectativas de cualquiera que se sienta atraído por los clásicos, sin necesidad de pasarse al lado más denso de la literatura, algo que en agosto se puede asemejar con una pesada digestión.
Una delicia.
Traducción: Juan López-Morillas