Una dulce velada de verano junto un galán de noche, irónico escenario para la amarga desazón y angustia que lo carcomía. El dulce olor se ahogaba en el seco clima de interior y, aunque galán, no era sino el espino blanco el que reprimía su acongojado corazón. Por más que buscaba, no recordaba ya las cosquillas del amor, el gusto del beso o el olor de la pasión. Los nervios al encontrarse, la frustración al despedirse... ni siquiera ya el tiempo se detenía cuando estaba con ella. No sabía que había pasado. En realidad, nada pasó, pero nada de eso encontró. Sentía pena por él, -¿como había perdido todo eso?- Sentía compasión por ella -¿Como puedo hacerle esto?- Pero comprendía, que sin duda, esa relación estaba ya condenada al fracaso. - "Quizá no fue culpa de nadie, pero tal vez si sea responsabilidad mía no causar más dolor y frustración en algo que incluso ahora mismo sabe ya a pasado"- (pensó él). Sus días juntos, sus historias, sus momentos, llagaban a su fin.
La húmeda brisa marina golpeaba dulcemente aquella estrellada noche de verano, dejándole un salado gusto en la boca y causándole un amargo escozor en los ojos, de los que se desprendían dos lágrimas, sin saber si estas iban o venían del mar. La luz de las estrellas y el reflejo de la luna en las oscuras aguas le recordaban aquella mirada brillante e intensa, que tanto le gustaba y tan poco tiempo era capaz de aguantar, mirándola fíjamente a esos renegridos ojos llenos de luz. Su boca al hablar, gritaba ser mordida. Y su presencia invadía el lugar de un perfume embriagador al que le era imposible resistirse, lo atraía hacía él, cual imán, dejando su fuerza de voluntad hecha añicos. Se ruborizaba al sentir eso de una persona felizmente con pareja, que además le había otorgado con amabilidad su más sincera e inocente amistad. Pero el amor, la pasión... lo hizo preso, y la cordial amistad que debía simular, su celda.
Ambos sintieron una enorme frustración por su amor, convertido ya para cada uno de ellos, a su manera, en su particular desamor. Ambos sintieron lástima y compasión con ellos mismos y para con ellas... o quizá... quizá debería decir mejor para con ella, pues, sin ellos saberlo (y por desgracia tampoco ella) ambos tienen en la cabeza y el corazón a la misma mujer.