La conductora del infierno
Hay una pelicula setentera de Steven Spielberg en el que un camionero loco trata de asesinar a un viajante. Ésta debe de ser la película de cabecera de Doña Beatriz Sestayo, diputada socialista en O Hórreo (se llama así al palacete del Parlamento de Galicia). La señora Sestayo, en su carrera política ferrolana siempre se ha distinguido por reclamar dignidad (?) para los trabajadores públicos de los astilleros, ahora bien, le hablas de un guarda de aparcamiento y aunque también sea trabajador público, su dignidad queda bajo las ruedas de su automóvil.
Nada de hacer chistes de mujeres aparcando el coche. Esto es grave. Esta señora llegaba apurada a votar algo importantísimo (?) y el tipo de la garita no le deja pasar al aparcamiento. El pobre hombre, que no sabe la que se le viene encima, le explica a la diputada que ya tiene otro coche dentro y que las normas le impiden dejar un segundo coche. Una persona civilizada y mentalmente estable aparcaría el coche en otro lado, iría a votar y luego solucionaría el problema. Pero no. Salió el USTED NO SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO que lleva mucho diputado cateto dentro.
Al día siguiente, el Grupo de los Socialistas presenta una nota a la Mesa del Parlamento denunciando que se negó el acceso a la asistencia técnica para sacar el coche inmovilizado (sin batería) de la plaza. El caso es que ese coche estaba en esa plaza desde marzo. En siete meses a la señora diputada no se le ocurrió pedirle a alguien unas pinzas, cargar la batería y sacarlo. No, había que intentar matar al pobre diablo que pasa frío en la garita. Olé.
Y esto no es todo. Ojo a lo que respondió doña Beatriz cuando un periodista le preguntó sobre el incidente: «¡Qué fuerte!, ESTO ES EL REGRESO DEL FASCISMO». Muchos estarán de acuerdo con que las normas de aparcamiento son el fascio puro, pero que lo diga esta señora, que tiene ese cargo, etc. es como una patada en la boca a la decencia y al sentido común. Algo que se le podría pasar por alto debido al nerviosismo y al calentón, pero es que no hay ni nerviosismo ni calentón que excusen la gilipollez: semanas después, la diputada habla de un intento de callar SU LUCHA CONTRA LA DERECHA. Tontos por cuartos de hora. Y que se preparen los periodistas. Bueno, y el de la garita, que en cuanto estos toquen poltrona lo deportan a Siberia.
En serio, algo raro pasa en el PSOE: están a monte. Cada vez que en su relación con el público no hay asesores de comunicación parecen Sioux leninistas.
Algo huele a podrido en Dinamarca
Para contar este cuento, queridos niños, tengo que retrotraerme a las últimas elecciones gallegas. En aquella campaña, Beiras había roto el BNG al no estar de acuerdo con la cúpula salida de su última asamblea. El colega monta su propio partido y decide ir a las elecciones en coalición con Izquierda Unida, que nunca se comió un colín en Galicia pero que es capaz de mover dinero y asesores desde Madrid. Así, la unión del carisma de Beiras junto a una campaña organizada por madrileños, resulta en muchos escaños (superando al BNG). Estos dos partidos que forman la coalición AGE pactan listas cremallera (cosa que no prevé el reglamento de la Cámara, detallito fundamental en esta historia) todos de acuerdo y tan amigos. Empezaba la buena vida. Salir en la tele, ser el más conocido de tu pueblo, recibir invitaciones a comidas, oh, la dureza de construir la patria desde los escombros del capitalismo salvaje.
Un bendito día, un diputado del partido de Beiras (y concejal en su pueblo) recibe una oferta de trabajo de Dinamarca. Le faltó tiempo para hacer las maletas y salir corriendo. Como no puede compatibilizar su labor política ("Feijoo, hueles a caldofrán, jiji") con su nuevo trabajo a dos mil kilómetros, se supone que deja el escaño. Problema: el reglamento de la Cámara dice que el escaño vacante pasa a ser ocupado por el siguiente en la lista de esa circunscripción. En este caso hablamos de una comunista de Izquierda Unida. Pero de ser así, se rompería la paridad entre los dos partidos de la coalición. Bueno, si esta señora renuncia a su escaño, volverían las aguas a su cauce.
En este culebrón AGE ha perdido un escaño en el Parlamento, pero no es lo único que puede perder. Al defender su posición, expresaron que los escaños pertenecen a los grupos y suddenly a wild BNG appears. Aparece el BNG —que odia a muerte a AGE, ¡disidentes!— y dice que si los cargos pertenecen a los grupos, que a qué esperan los concejales del partido de Beiras a entregar sus actas al BNG (partido por el que se presentaron en su día para obtener las concejalías). Problema que tampoco el BNG parece manejar muy bien: en muchos de esos pueblos el BNG ha desaparecido, así que esas actas se entregarían a cuneros.
En fin
Un PSOE extremadamente radicalizado en su proceso de desaparición dejando un enorme hueco a gente que está todavía más a monte pero que no saben ni poner orden en su casa (justo el tema en que se basa la campaña del PP, cosa que da que pensar). Triste noticia para los gallegos, que tendremos que soportar cómo se fortalecen las redes clientelares del partido-régimen (PP de Galicia). Un partido que está a punto de aprobar una nueva ley electoral que reducirá en 14 escaños el parlamento. Maniobra en nombre de la austeridad que beneficiará a los partidos del statu quo. Se podría ahorrar incomparablemente más al quitar las diputaciones provinciales, pero el ahorro para el PP es tan solo una máscara. Lo que importa es el poder.
Es horrible dedicar cientos de palabras a hablar de política sin mencionar NADA que importe a los ciudadanos. En eso han convertido la política: en un gimoteo y desprecio insultantes. Cuánto tienen que cambiar las cosas.
Nada de hacer chistes de mujeres aparcando el coche. Esto es grave. Esta señora llegaba apurada a votar algo importantísimo (?) y el tipo de la garita no le deja pasar al aparcamiento. El pobre hombre, que no sabe la que se le viene encima, le explica a la diputada que ya tiene otro coche dentro y que las normas le impiden dejar un segundo coche. Una persona civilizada y mentalmente estable aparcaría el coche en otro lado, iría a votar y luego solucionaría el problema. Pero no. Salió el USTED NO SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO que lleva mucho diputado cateto dentro.
Vamos a acabar con el fascismo, o sea, te lo juro tía.
La tía se puso a dar pequeños acelerones para que el guardia se apartara y vaya si se apartó. Según la denuncia que puso más tarde, el guardia se tuvo que apartar para no ser atropellado. Total, que el guardia se aparta pero no sube la barrera. Y la señora diputada deja el coche ahí en la puerta y se va a votar. Media hora más tarde aparece una asistenta del Grupo Parlamentario Socialista, abochornada, pidiendo disculpas y saca el coche de nuestra protagonista. Todavía me acuerdo del Wyoming repitiendo una y otra vez el video de Celia Villalobos gritándole a su chófer desde la acera. Ah, la famosa doble vara de la izquierda.Al día siguiente, el Grupo de los Socialistas presenta una nota a la Mesa del Parlamento denunciando que se negó el acceso a la asistencia técnica para sacar el coche inmovilizado (sin batería) de la plaza. El caso es que ese coche estaba en esa plaza desde marzo. En siete meses a la señora diputada no se le ocurrió pedirle a alguien unas pinzas, cargar la batería y sacarlo. No, había que intentar matar al pobre diablo que pasa frío en la garita. Olé.
Y esto no es todo. Ojo a lo que respondió doña Beatriz cuando un periodista le preguntó sobre el incidente: «¡Qué fuerte!, ESTO ES EL REGRESO DEL FASCISMO». Muchos estarán de acuerdo con que las normas de aparcamiento son el fascio puro, pero que lo diga esta señora, que tiene ese cargo, etc. es como una patada en la boca a la decencia y al sentido común. Algo que se le podría pasar por alto debido al nerviosismo y al calentón, pero es que no hay ni nerviosismo ni calentón que excusen la gilipollez: semanas después, la diputada habla de un intento de callar SU LUCHA CONTRA LA DERECHA. Tontos por cuartos de hora. Y que se preparen los periodistas. Bueno, y el de la garita, que en cuanto estos toquen poltrona lo deportan a Siberia.
En serio, algo raro pasa en el PSOE: están a monte. Cada vez que en su relación con el público no hay asesores de comunicación parecen Sioux leninistas.
Algo huele a podrido en Dinamarca
La señora que va a inaugurar el Grupo Mixto.
Otros que no sólo parecen Sioux leninistas, sino que directamente son Sioux leninistas, son los de AGE, esa suerte de micro-Frente Popular que debe un montón de escaños a la tasa de conocimiento de Beiras entre el público urbanita y de altos ingresos.Para contar este cuento, queridos niños, tengo que retrotraerme a las últimas elecciones gallegas. En aquella campaña, Beiras había roto el BNG al no estar de acuerdo con la cúpula salida de su última asamblea. El colega monta su propio partido y decide ir a las elecciones en coalición con Izquierda Unida, que nunca se comió un colín en Galicia pero que es capaz de mover dinero y asesores desde Madrid. Así, la unión del carisma de Beiras junto a una campaña organizada por madrileños, resulta en muchos escaños (superando al BNG). Estos dos partidos que forman la coalición AGE pactan listas cremallera (cosa que no prevé el reglamento de la Cámara, detallito fundamental en esta historia) todos de acuerdo y tan amigos. Empezaba la buena vida. Salir en la tele, ser el más conocido de tu pueblo, recibir invitaciones a comidas, oh, la dureza de construir la patria desde los escombros del capitalismo salvaje.
Un bendito día, un diputado del partido de Beiras (y concejal en su pueblo) recibe una oferta de trabajo de Dinamarca. Le faltó tiempo para hacer las maletas y salir corriendo. Como no puede compatibilizar su labor política ("Feijoo, hueles a caldofrán, jiji") con su nuevo trabajo a dos mil kilómetros, se supone que deja el escaño. Problema: el reglamento de la Cámara dice que el escaño vacante pasa a ser ocupado por el siguiente en la lista de esa circunscripción. En este caso hablamos de una comunista de Izquierda Unida. Pero de ser así, se rompería la paridad entre los dos partidos de la coalición. Bueno, si esta señora renuncia a su escaño, volverían las aguas a su cauce.
Beiras (Foto de archivo).
Pues no. La señora no cede su escaño. Se atrinchera en el reglamento de la Cámara y dice que el escaño es suyo, que lo ganó con el sudor de su frente de tener vagina y tiempo libre y que naranjas de la China. Total, que la expulsan de la coalición y se irá en solitario al Grupo Mixto. Con un poco de paciencia acabará con una bonita pensión. Claro, uno piensa que si esto les pasa siendo el tercer grupo parlamentario, qué no pasará el día que toquen poltrona. Estos comunistas dan una seguridad que lo flipas.En este culebrón AGE ha perdido un escaño en el Parlamento, pero no es lo único que puede perder. Al defender su posición, expresaron que los escaños pertenecen a los grupos y suddenly a wild BNG appears. Aparece el BNG —que odia a muerte a AGE, ¡disidentes!— y dice que si los cargos pertenecen a los grupos, que a qué esperan los concejales del partido de Beiras a entregar sus actas al BNG (partido por el que se presentaron en su día para obtener las concejalías). Problema que tampoco el BNG parece manejar muy bien: en muchos de esos pueblos el BNG ha desaparecido, así que esas actas se entregarían a cuneros.
En fin
Un PSOE extremadamente radicalizado en su proceso de desaparición dejando un enorme hueco a gente que está todavía más a monte pero que no saben ni poner orden en su casa (justo el tema en que se basa la campaña del PP, cosa que da que pensar). Triste noticia para los gallegos, que tendremos que soportar cómo se fortalecen las redes clientelares del partido-régimen (PP de Galicia). Un partido que está a punto de aprobar una nueva ley electoral que reducirá en 14 escaños el parlamento. Maniobra en nombre de la austeridad que beneficiará a los partidos del statu quo. Se podría ahorrar incomparablemente más al quitar las diputaciones provinciales, pero el ahorro para el PP es tan solo una máscara. Lo que importa es el poder.
Es horrible dedicar cientos de palabras a hablar de política sin mencionar NADA que importe a los ciudadanos. En eso han convertido la política: en un gimoteo y desprecio insultantes. Cuánto tienen que cambiar las cosas.