"El estudio de las sociedades secretas es tema de abnegación expuesto al ataque sectario de opuestas parcialidades en las cuales se cobija el fanatismo".Canter, 1949
"(...) Gould y Eldredge elaboraron la alternativa al gradualismo, el "saltacionismo", que indica que las especies se transforman rápidamente para luego permanecer invariables durante largo tiempo. Estos estudios permitieron a Gould comprender que "la evolución (...) es la adaptación a los ambientes cambiantes, no progreso", dice la Wikipedia.O sea que la evolución no es lineal como le sucedió a las caricaturas de Disney, y como solía ejemplificar Gould en el caso de Mickey Mouse o el Pato Donald, que pasaron de ser simples bosquejos a dibujos estilizados sin incógnitas, rupturas lamarckianas o eslabones perdidos. Así crecieron estos personajes en el ideario de la gente hasta que, a principios de la década de 1970, Dorfman y Mattelart destruyeron toda ilusión con su libro "Para leer el Pato Donald", demostrando que el mensaje transmitido era otra cosa que no tenía nada que ver con la imagen construida.Una colonización ideológica y cultural. Para ello hay que controlar la historia, la memoria, los medios y la información.Adiós, belleza. Un buen título para un libro de Raymond Chandler.Cuando uno bucea en exceso en la historia de la Masonería, esta se vuelve cada vez más oscura, como los entretelones de los cuentos de los hermanos Grimm y Disney (este último, por ejemplo, jamás tuvo problemas con las persecuciones del senador Joseph McCarthy y su comisión de actividades antiamericanas).Ya lo decía el Pato Donald (citado por Dorfman y Mattelart), en una biblioteca, frente a la estantería de los libros de historia: "¿Historia? No me da ni el destello de una idea".Morayta sostenía, y no es textual, que ciertos huecos de la historiografía masónica no se podrían llenar jamás.Algunos fuerzan la situación y su propuesta histórica o genealogía se asemeja a la postura bíblica que quiere hacer coincidir a Jesús con el linaje del rey David. Lo que he dado en llamar el "esquema ideal" (y cabe agregar, lineal). Una de las tantas conclusiones resultantes es que la historia de la Masonería no puede escribirse en bloque.Así, la Gran Logia Unida de Inglaterra nació en 1813 de la unión entre los Ancianos y los Modernos (así llamada la Gran Logia de Londres de 1717); y la Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones a su vez nació en 1957, y no 100 años antes como suele darse por sentado, de la fusión entre la Gran Logia de la Masonería Argentina del Rito Escocés Antiguo y Aceptado y el Gran Oriente Federal Argentino.Nada es tan simple. Estos son procesos de gestación y partos muy conflictivos, dando por resultado distintos tipos de Masonería.Un ejemplo, en diciembre de 1909, día 3, el Soberano Gran Comendador Emilio Gouchón (autor de una de las crónicas sobre la Lautaro), como portavoz del Supremo Consejo y Gran Oriente para la República Argentina (Potencia asentada en la Calle Cangallo Nº 1242), en publicación oficial del Año 53, Nº 23, página 5, decreta: "Art. 1º - El M.´. (Muy) Pod.´. (Poderoso) Sup.´. (Supremo) Cons.´. (Consejo) 33 para la jurisdicción de la República Argentina, reconoce como Potencia masónica regular el Gr.´.(Gran) Or.´. (Oriente) del Rito Confederado (...)".O sea, dos Obediencias que reconocían entre sí su regularidad (según los parámetros de la Gran Logia de Inglaterra), en un mismo territorio y un acuerdo con el mismo Supremo Consejo, el mismo que ejercía injerencia directa sobre esas Potencias. (No en vano la Gran Logia de Inglaterra, siempre exigente con estas disposiciones, pero indiferente a cumplirlas, dispuso sus Grandes Logias Distritales en, por ejemplo, Argentina y Brasil, o Logias en países como Uruguay, invadiendo jurisdicciones en las cuales ya se habían constituido debidamente sus Obediencias nacionales).Una discusión, volviendo al tema, la de la injerencia de los Supremos Consejos en el simbolismo, que se dio desde la disputa en la década de los años 1870 entre Carlos Urien, Nicanor Albarellos y D. María Cazón y que provocó una nueva ruptura (muy seria, desde los orígenes del primer Supremo Consejo y Gran Oriente y el enfrentamiento de Roque Pérez con Miguel Valencia).Otro quiebre notable al respecto fue con la creación de la Gran Logia Nacional Argentina (1926-1932). El Supremo Consejo y Gran Oriente del prestigioso Francisco Gicca (miembro de honor de 40 Logias y cofundador de 64, o al revés, no recuerdo de memoria) creado en el segundo decenio del siglo XX y el G.O.F.A. (1935-1957), son situaciones distintas. Esto viene al caso porque en ese mismo período existía el Gran Oriente Argentino del Rito Azul (1902-1917) que solo trabajaba en los grados simbólicos (los 3 primeros), dirigido por masones de la talla del Almirante Howard o el prestigioso escritor y periodista del diario "La Prensa" Manuel Elicabe. Excluía los altos grados. Todas estas Potencias tenían sus extensas Constituciones y Reglamentos Generales que a su debido tiempo daré a conocer.El también llamado Gran Oriente Argentino del Rito Confederado (citado por Gouchón), bajo la dirección del nieto de Sarmiento, se había apartado del Gran Oriente Argentino del Rito Azul. Este último era tan prestigioso que los editores de la revista "La Cadena de Unión" que respondía a Cangallo (al menos tácitamente), publicaba periódicamente sus noticias. Dichos editores eran Santiago Greco, de notable influencia en la Masonería Nacional (de la rama de Cangallo) durante 30 años, y que había adquirido dicha publicación como sucesora de la "Revista Masónica" de Salvador Ingenieros (creada en 1896), padre de José. Los otros dos editores asociados eran: Martín Lazcano y Antonio R. Zuñiga, notables escritores e historiadores de la Orden.Por ahora conviene dejar las disputas históricas que involucran a los ya citados, a Juan Canter, Augusto Barcia, Leopoldo Orstein, Enrique de Gandía, Emilio Corbière, Alcibíades Lappas (que se olvidó algunos detalles), etc. Aunque todos nos equivocamos.Pero existe una salvedad, todos los masones de aquellas Obediencias del primer tercio del siglo XX se mezclaban y compartían más asiduamente sus labores, entre otras actividades, los Congresos de laicismo y librepensamiento nacionales e internacionales, por ejemplo, los de 1906 o 1913, o en el muy fructífero período durante el cual existió el Gran Oriente Federal Argentino-G.O.F.A. (1935-1957).Finalizo con Canter, un autor muy documentado y polémico, que supo volcar esta problemática de historiar la Masonería en su obra de los años 1933, 1942 y 1949; en este último año, y a pedido de los asesores del consejo de redacción de la revista "Liberalis", los masones Agustín J. Alvarez (último Gran Maestre del Gran Oriente Federal Argentino y primer Gran Maestre de la Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones), Augusto Barcia (director de la revista "Verbum"), Pablo Barrenechea, Juan Cuatrecasas, Dardo Cúneo, Manuel Blasco Garzón, Osías Kovadloff (director de la revista "Verbum"), Justo Prieto, etc., dio a conocer un texto sobre la aparición de la Masonería en el Río de la Plata.
Decía en aquel artículo de 1949:
"(...) No obstante los inquirimientos sobre el tema y los resultados expuestos, se continúa concediendo validez a la pretendida Logia Independencia, se insiste aún sobre el mito de la Sociedad de los Siete y se prosigue desconociendo la logia masónica de Julián Alvarez. La brega se ha tornado hoy difícil para clarificar cualquier problema histórico (...)".
Sobre la Logia "San Juan de Jerusalén de la felicidad de esta parte de América", sostenía:
"Ella no puede ser negada ante (...) informaciones, contenidas en (...) testimonios coincidentes. Antonio R. Zuñiga, en su libro "La Logia Lautaro y la independencia de América", no adelanta mayores informaciones y habla de un extraño personaje (...) que no aparece en los aportes documentales. Martín V. Lazcano, en "Las sociedades secretas políticas y masónicas en Buenos Aires", y Horacio J. Noboa Zumarraga, en "Las sociedades porteñas y su acción revolucionaria", solo repiten las informaciones de (Juan María) Gutiérrez. En mi libro "Crítica histórica" constan los reparos que opuse a la obra de Zuñiga (...)".
La crítica vertida sobre Zuñiga, muy demoledora, aparece en un pequeño artículo inserto en aquel volumen. La publicación del texto de Zuñiga fue auspiciada por el Supremo Consejo y Gran Oriente de la Masonería Argentina del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, tal como consta en la correspondencia de la época entre las partes involucradas y a la cual pude acceder.
Sigue Canter:
"Sobre la obra de Lazcano, en diferentes estudios míos, existen las puntualizaciones críticas diversas que me ha merecido dicha obra. En un reciente "Diccionario enciclopédico de la Masonería", se vuelve a tratar la Logia "San Juan de Jerusalén de la felicidad de esta parte de América". No solo no se adelanta nada sobre el tema tratado, sino que se vuelve a repetir lo consignado únicamente por Juan María Gutiérrez.
Ahora bien:¿qué fines perseguía el taller (...)? Su propia denominación nos proporciona sus objetivos, "la felicidad de esta parte de América", es decir, la independencia. Juntamente con ella, había aflorado ya entonces un grupo revolucionario promisorio de grandes actividades. La revolución ha sido enunciada, y la conjunción de ideales hará posible la independencia americana".
Algunas cuestiones han cambiado. Años después de aquel artículo, por ejemplo, Enrique de Gandía recuperó, prologó y dio a la prensa las "Memorias" de Tomás de Iriarte, general de la independencia y masón allegado a Carlos de Alvear y las Logias Lautarinas, y actualmente también se revaloriza la Logia masónica de Julián Alvarez.