Pepe Rosa
En 1938 se funda un instituto histórico en Santa Fe llamado Instituto de Estudios Federalistas, conmemorando el fallecimiento del Patriarca de la Federación Estanislao López.
Según Elena Piñeiro, fue el investigador norteamericano Miron Burgin quien había sugerido a los Irazusta la idea de fundar un instituto en que los investigadores especializados en el período rosista pudieran reunir esfuerzos y recursos .(1) Así nacería finalmente el 5 de agosto de 1941 el Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas, tomando enseguida el carácter de Anti-academia, que edita una revista de estudios dedicados al Restaurador Juan Manuel de Rosas y su época. En consecuencia, toda una línea de ataque contra la escuela histórica liberal aparece ya sólidamente sistematizada; la respuesta adversaria no se hará esperar y en consecuencia el revisionismo empieza a ser objeto de ásperas críticas y acusaciones de fascistas por parte de autores vinculados en mayor o menos medida a la corriente historiográfica liberal y allegados .(2)
El IIHJMR será presidido por el general Juan Ithurbide y la primera comisión directiva compuesta por Manuel Gálvez, Evaristo Ramirez Juárez, Ramón Doll, Ernesto Palacio, Julio y Rodolfo Irazusta, Roberto Laferrere, Ricardo Font Ezcurra, Carlos Steffens Soler, Mario Lassaga, Alberto Ezcurra Medrano, Alberto Contreras, Alfredo Villegas Oromí, Luis de Pablo e Isidoro García Santillán.
En la revista del mencionado instituto, durante 1941 empieza a publicarse diversos artículos que darán forma al libro de 1943 titulado Defensa y perdida de nuestra independencia económica. El autor del mismo era José María Rosa. Antes de llegar al mencionado libro había transitado el mismo recorrido de los nacionalistas de derecha. Su primer libro Interpretación religiosa de la historia de 1936 es todo un antecedente de la evolución histórica que dicho autor emprenderá a lo largo de su vasta labor historiográfica:
“...desde el instante mismo en que los hombres pierden la noción de lo sagrado, en que los dioses y los reyes aparecen como valores huecos ante sus ojos, en que el culto al hombre substituye al culto social, que por serlo era divino, la Historia retrocede, involuciona, el hombre va liberándose, va aniquilando la sociedad. Tal es la tesis de este libro” . (3)
Desde una visión filosófica y religiosa de la historia, José María Rosa propugnaba lo mismo que sus émulos compañeros revisionistas: la restauración de un orden tradicional vinculado a lo arraigado de las costumbres hispánicas, como es el valor que adquiere la religión y el carácter caudillesco del modo de gobernar. No obstante, para 1943 las necesidades son otras (eso no significa opuestas a lo anterior): la revisión del carácter dependiente de nuestra economía a lo largo de nuestra liberación del yugo español, a excepción del período rosista. Rosa trabaja sobre uno de los capítulos antes presentados por Scalabrini en su Política británica en el Río de la Plata, aunque este se centra exclusivamente en la dicotomía libre comercio/ proteccionismo, o en otras palabras sometimiento extranjero / defensa soberana. Lo que manifiesta Rosa es cómo la apertura del libre comercio, aniquiló las manufacturas del interior con su imposibilidad de competir ante el aluvión de productos extranjeros. El objeto de su estudio es reivindicar la labor nacional ejercida por Rosas en contraste de la política antinacional ejercida por sus detractores, y también como un señal de defensa hacia la industria nacional que se encuentra en detrimento del expolio extranjero.
“En los años actuales comprendemos que es necesario, imprescindible, para mantener y consolidar la independencia política, que se haya logrado juntamente con la sana afirmación del espíritu nacional, una suficiente independencia económica. Todo lo demás es literatura” .(4)
En la mencionada obra ya se empieza a vislumbrar en Rosa la confluencia del revisionismo nacionalista con algunos matices del nacional y popular que venía efectuando F.O.R.J.A. El hecho de darle importancia a lo económico, el interés no sólo de querer reflejar el acontecer histórico superestructural sino también establecer lo que repercute en las clases populares. Su adhesión al peronismo, lo pondrá posteriormente en los sesenta como uno de los historiadores de mayor alcance hacia las clases populares, lo que refleja que su prolija labor es resultado de un riguroso labor de investigación, apoyado en la heurística y en su narración accesible. Sin embargo, detenerse en lo que acontecía con el revisionismo antes y durante el peronismo demandaría una continuación que refleje la distancia establecida en lo que era el revisionismo nacionalista con el que surgiría posteriormente.
Para finalizar esta breve reseña de los inicios del Revisionismo histórico quisiera establecer una distinción con respecto al paradigma hegemónico que establecía la historia oficial liberal. Sin detenernos en si efectivamente el revisionismo histórico nacional establece una visión decadentista de la historia, habría que indagarse ¿para qué hacían historia? ¿La historia al servicio de la realidad social y política de la nación o la historia al servicio del paradigma hegemónico vinculado a un proyecto idealizado que no entra a discusión ni revisión? Desde la primer perspectiva la valorización de la labor del revisionismo histórico adquiere otro alcance y significado.
Notas:(1)PIÑEIRO, E. La tradición nacionalista ante el peronismo. Buenos Aires. A-Z Editora. 1997.(2) KROEBER, C. Rosas y la revisión de la historia argentina. Buenos Aires. Fondo Editor Argentino. 1964. pp. 40 –42.(3)ROSA, J. M. Interpretación religiosa de la historia. Buenos Aires. EL Ateneo. 1936. p. 9.(4) ROSA, J. M. Defensa y perdida de nuestra independencia económica. Buenos Aires. Peña Lillo Editor. p. 156.