Como decíamos ayer.... (ejem!)
Estos días estoy trabajando en mi capítulo sobre el director Don Siegel para el segundo volumen de Hollywood Revelado (¡¡¡Qué aún no tenéis el primero!!! unasoluciónquiero ) y, sin querer, me encontré con el típico ejemplo de la famosa teoría de los seis grados de separación. En este caso, los sujetos del casual experimento eran Alfred Hitchcock y Audrey Hepburn (me temo que tendréis que esperar a que salga el libro para conocer cómo están conectados director y actriz, con Siegel de por medio, ni más ni menos...) e, inmediatamente, recordé esa famosa historia sobre la que tanto se ha escrito acerca de la participación de Hepburn en una película de Hitchcock.
Si Audrey Hepburn no protagonizó ninguna película de Hitchcock no fue - como asegura alguno - porque era morena. En realidad, estando ambos contratados por Paramount Pictures a finales de los años 50, lo lógico es que la colaboración no tardara en producirse. Y así fue. En 1958, Hitchcock y el escritor Samuel Taylor (autor de la obra Sabrina Fair) se encontraban trabajando en el guión del que sería el siguiente proyecto del maestro del suspense tras terminar el rodaje de Vértigo (1958), y que llevaría por título No Bail for the Judge, una adaptación de la novela homónima de Henry Cecil. La verdad es que el argumento es bastante hitch: un juez es acusado por error de haber cometido un asesinato; para evitar que termine sus días en la horca, su hija tendrá que descubrir al verdadero culpable introduciéndose, para ello, en el mundo de la prostitución londinense.
Hepburn, que había manifestado en más de una ocasión su interés por trabajar con Hitch, firmó el contrato para interpretar a la hija. Sus compañeros de reparto: John Williams, que ya había hecho de padre de la actriz en Sabrina (Billy Wilder, 1954) y Laurence Harvey. Según lo pactado, la actriz debería incorporarse al rodaje a finales del verano, después de dar a luz al que debería ser el primer hijo de la actriz.
Pero,contra todo pronóstico, Hepburn hizo algo impropio en ella: en el último momento decidió apartarse del nuevo proyecto del maestro del suspense. ¿Por qué? La versión oficial fue que los médicos habían recomendado a la actriz que se tomara un tiempo de descanso mucho mayor tras el parto.La realidad es que cuando Hepburn leyó el guión definitivo no le gustó una secuencia en la que intentan estrangular a su personaje con una corbata. La actriz aborrecía la violencia y más ese tipo de violencia, así que utilizó una de las prerrogativas de las que disponía desde Sabrina: dio por zanjado el asunto. Pero, ¿fue la huida de Hepburn el motivo principal por el que no se realizó la producción? No. Aunque sus pasos fueron seguidos por Laurence Harvey (más interesado en trabajar con Audrey que con Hitchcock, visto lo visto), no me creo que Hitch no buscara rápidamente una sustituta, como ya había hecho en Vértigo (1958) con Kim Novak en el lugar de Vera Miles. Lo que verdaderamente ocurrió, lo que paralizó definitivamente el proyecto, fue la promulgación de varias leyes en Inglaterra que prohibían el ejercicio público de la prostitución, hecho que complicaba en gran medida el éxito de la cinta.
Y la vida siguió. Audrey sufrió un aborto y perdió al niño que esperaba. Hitch comenzó a rodar su siguiente proyecto, Con la muerte en los talones (1959) y Hepbun hizo lo propio con Historia de una monja (Fred Zinnemann, 1959). Sin saberlo, ambos estuvieron condenados a encontrarse al año siguiente en todos y cada uno de los festivales y certámenes que se celebraron. El maestro del suspense tuvo que soportar como la película de Zinnemann arrebataba casi todos los premios a Con la muerte en los talones.
Lo más cerca que director y actriz volverían a estar fue en Cómo robar un millón y... (William Wyler, 1966), cuando Nicole (A.Hepburn) tapa su cara con un libro de Hitchcock.