Revista Cultura y Ocio
52. El buscónFrancisco de Quevedo, 1626.El protagonista, Pablos, es hijo de un barbero ladrón, Clemente Pablo y de Aldonza, dada a brujerías. A lo largo de la obra se exponen numerosas acciones que, éticamente, son condenables y éstas a su vez traen consigo el castigo como consecuencia, pero muchas otras quedan impunes. No hay digresiones de carácter moral, con excepción de la moraleja final: “…nunca mejora su estado quien muda solamente de lugar y no de vida y costumbres”. Sin embargo, la intención principal del autor es la de pretender demostrar la imposibilidad del ascenso social. Además de buscar lograr un intenso efecto de comicidad. En vida Quevedo nunca reconoció la autoría de esta obra, que está fuera de toda duda, probablemente para no tener problemas con la inquisición.53. Los viajes de GulliverJonathan Swift, 1726.El capitán Lemuel Gulliver, vive situaciones paradójicas: es un gigante entre enanos, un enano entre gigantes y un ser humano avergonzado de su situación e incluso de sí mismo en una tierra poblada por caballos sabios que son más humanos que los propios hombres y desconfían, con razón, de éstos. Catalogada con frecuencia como una obra infantil, pero en realidad es una sátira feroz de la sociedad y la condición humana, camuflada como un libro de viajes por países pintorescos. John Gay escribió en una carta en 1726 a Swift que: “es universalmente leído, desde el Gabinete del Consejo hasta la guardería”; desde entonces, nunca ha dejado de imprimirse”.54. Los pilares de la tierraKen Follet, 1989.Es una novela histórica ambientada en la Inglaterra de la Edad Media, en el siglo XII, durante un periodo de guerra civil conocido como la Anarquía inglesa, que vacila entre el hundimiento del White Ship y el asesinato del arzobispo Thomas Becket. La novela describe el desarrollo de la arquitectura gótica a partir de su precursora, la arquitectura románica y las vicisitudes de la familia del constructor Tom Builder…